domingo, 29 de septiembre de 2019

EL HUMO DE ERREJÓN NO MUEVE NADA, SE ADAPTA A LA MEDIOCRIDAD


 En la columna que este modesto diario dedica a las novedades bibliográficas (Puntos de Página) que merecen la atención de este discreto Lazarillo, la última de las reseñas publicadas es la del interesante libro del filósofo y profesor de la Universidad de Québec Alain Deneault, en cuya lectura estoy: Mediocracia. Cuandos los mediocres toman el poder. Aprovecho la inserción del artículo de Pascual Serrano que sigue, publicado hoy en eldiario.es, Errejón, noticias y humo, para citar una vez más Deneault: Las aspiraciones mediocres que cada vez más pueblan nuestra sociedad estan dando como resultado una ciudadanía de mediocres, representada asimismo en mucho de los líderes políticos que la representan. Para los poderosos, la persona mediocre es el individuo medio a través del cual pueden transmitir sus órdenes y establecer su autoridad sobre una base más firme. De ahí que los poderosos cultiven, a través de una influencia mediática cada vez más concentrada bajo su dominio, la mediocridad.

 
Pascual Serrano

El anuncio de Más Madrid de presentarse a las elecciones generales del próximo 10 de noviembre ha generado unas reacciones que solo se explican desde la contaminación que los formatos mediáticos han generado en la sociedad. Me explico. Nuestro sistema informativo ha desarrollado un ecosistema dominado por la fascinación por la novedad, la inmediatez, el personalismo y la superficialidad. Los temas importantes deben ser nuevos, para usar ahora mismo, con cara famosa y no hace falta profundizar mucho. En una sociedad suficientemente madura democráticamente, una propuesta política debería ser todo lo contrario: un proyecto preparado con antelación, con un programa elaborado, debatido por un colectivo y que analizara y explicara en profundidad la situación de la sociedad y desarrollara alternativas. 
Lo de Errejón es la antítesis de todo ello. Es un producto que se ajusta perfectamente a la cosmovisión mediática: un partido nuevo, que lo consumiremos (podremos votarlo) dentro de un mes, representado por una persona, sin programa político, sin militantes fuera de la Comunidad de Madrid, sin estatutos estatales.



Algo así despierta toda la atención mediática informativa, protagoniza las tertulias y debates, provoca las reacciones de todo el panorama político, genera posicionamientos de apoyo o rechazo en los ciudadanos, incluso ha convulsionado la estrategia y el comportamiento del resto de los partidos con larga y elaborada trayectoria: un partido que no tiene programa y antes de tener nombre ya provoca que Compromís abandone a sus socios de Unidas Podemos de hace cuatro meses, que la militancia de Equo se divida hasta el punto de que sus fundadores se queden fuera del partido, y que otros como Chunta Aragonesista, En Marea o Actúa ya estén debatiendo su confluencia con Errejón.
Hubo un tiempo que militantes y ciudadanos debatían y atendían con expectación las propuestas de un partido sobre la política laboral, la organización territorial, sus alianzas internacionales, sus propuestas económicas... Más País, luego supimos que se llamará así, ha mostrado que en la nueva política todo eso ha dejado de ser importante. Lo que vale son los artificios de espectáculo. Mercadotecnia y superficialidad. Desde la extrema derecha, con sus toros, caza y denuncia de ideología de género e invasión LGTB; y, desde la izquierda, con políticos estrella y exclusivas informativas sobre nuevos partidos, nuevos pactos y nuevas coaliciones.
Mi objetivo no es tanto criticar el proyecto Errejón como señalar la preocupante realidad del entorno que lo favorece. Un entorno ciudadano que, con su expectación a estas formas demuestra, en mi opinión, la inmadurez de quienes olvidan la necesidad de crear organización, debatir propuestas políticas y trabajar con constancia en un proyecto mantenido en el tiempo. Las nuevas tendencias, precisamente en la izquierda, son la 'fast política', el consumo rápido, el Tinder de la política. No estamos para esfuerzos de reuniones, debates y conflictos. Algo nuevo que nos entusiasme y, cuando haya un poco de conflicto, se tira y se hace otro. Un ritmo trepidante que hemos copiado de las dinámicas informativas y que, igualmente, alimentan estupendamente a esos informativos. Decía una viñeta de El Roto "Gracias a las nuevas tecnologías, me informo al segundo y lo olvido al instante". Esa es la política que se ha instalado en la izquierda, creemos que está pasando algo y que estamos haciendo algo, pero solo levantamos humo que se olvida al instante. Es la dinámica de los informativos. Recuerdo cuando, antes de la existencia de Internet, yo viajaba durante un par de meses a sitios remotos donde no me llegaba información de lo que sucedía en España, y pensaba que me estaría perdiendo un gran número de acontecimientos y sucesos. Lo pensaba porque durante dos meses en tu país los medios te hacen creer que están pasando muchas cosas relevantes. Pero, luego, cuando volvía, me daba cuenta que durante esos dos meses no había sucedido nada de interés, que todo estaba como lo dejé.
Mientras la izquierda crea partidos, los fragmenta, los coaliga, los vuelve a crear, fragmentar y a confluir, la política de los que mandan sigue invariable con su IBEX35, su Banco Mundial, su FMI, su OTAN, su OCDE, su CEOE. Mientras unos están hechos de hormigón, nosotros cada vez somos más etéreos porque solo somos humo en movimiento. Pero como es movimiento y salimos en las noticias creemos que somos algo y que nos movemos. Pero el humo, aunque lo parezca, no mueve nada, solo adopta formas que no alteran ni desplazan a nadie.

                     DdA, XV/4290                  

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