jueves, 26 de septiembre de 2019

EL ERREJONISMO ES UNA OPERACIÓN DE ESTADO Y VA DE ECONOMÍA


Raúl Solís

Finalmente, Iñigo Errejón ha presentado su plataforma personal con la que concurrirá a las elecciones generales para ser diputado por Madrid y obtener unos cuantos escaños en las provincias más pobladas de España. El relato oficial de los medios de comunicación es que Iñigo Errejón se presenta para vengarse de su antes amigo íntimo, Pablo Iglesias, con quien fundó Podemos en 2014 y de donde salió tarifando cuando se negó a someter a primarias las listas para las elecciones al Ayuntamiento y Comunidad de Madrid.

Los medios de comunicación y tertulianos hablan de diferencias de caracteres, de odios personales, venganzas, traiciones y demás casuística propia de una consulta de psicología, pero entre Pablo Iglesias e Iñigo Errejón lo que se dirime va mucho más allá de un simple conflicto personal.

Claro que el juego de las ambiciones personales, las aspiraciones frustradas y las venganzas tienen su papel en esta novela de traiciones, impostura y sobreactuación, pero lo que hay detrás son dos lecturas de la crisis económica, dos maneras de salir de ella, una reacción diferente sobre cómo hay que enfrentarse a la recesión que viene y un origen social diferenciado que determina la forma de entender el conflicto económico.

Errejón piensa que la crisis, que tiene a 12 millones de personas en la pobreza, en el cuarto país con mayor PIB de la UE, se puede resolver con medidas estéticas en lo económico y pintando los semáforos de colorines en lo cultural. Errejón no aspira a transformar la realidad, sino a adaptarse a ella. Las diferencias entre Errejón e Iglesias son las mismas que se daban en el 15M: ¿Cambio o continuismo con colorines?

El 15M tenía dos lecturas, muy marcadas por el origen social de sus participantes. Una de las corrientes quincemayistas estaba indignada porque la crisis frustró sus aspiraciones de clase media a formar parte de la élite, mientras que la otra no quería sustituir a unas élites por otras, sino ir a la raíz y resetear el sistema operativo.

En las primeras asambleas de Equo, partido ecologista fundado a los pocos meses del 15M, que ahora se ha roto y parece que mayoritariamente se va a ir con la plataforma de Errejón, uno de los debates más acalorados era en qué lugar se situaban en el eje izquierda-derecha. Muchas de las voces de Equo querían comer comida ecológica y vegana pero no tenían ningún interés por resolver situación de la periferia social de nuestro país, que es donde habitan las extintas clases medias.

Podríamos decir que el errejonismo son los hijos de los altos funcionarios de Estado de Felipe González, que se encontraron la puerta cerrada del mundo aspiranacional que el sistema le había prometido desde la misma cuna, mientras que Podemos representa al hijo de la sirvienta de la casa que no se conforma con que el señorito le pague la carrera universitaria, sino que se enfrenta al señorito, aunque le haya pagado los estudios, porque quiere que haya carreras para todos los hijos e hijas de las sirvientas, por derecho y sin que dependa de un favor del privilegiado.

La batalla electoral no será entre Errejón o Pablo Iglesias, sino entre un modelo de país que abogue por la intervención directa del Estado en la economía, para dirigir el desarrollo del país y revertir la desigualdad, u otro, defendido por el PSOE y al que Errejón alimenta desde la banda, que apuesta por salir de la crisis con neourolingüística y que habla de “transversalidad” porque piensa que centrar la acción política en cómo acabar con los salarios bajos, el precio de los alquileres o la precariedad laboral es de radicales y, de lo que se trata, es de no molestar a los que de verdad tienen el poder.

Errejón piensa que la desigualdad galopante se puede ocultar con frases de azucarillo, agitando banderas de identidades individuales e individualistas en un festival de la diversidad que se adapta al marco neoliberal como anillo al dedo, evitando así tener que enfrentarse a los dueños de España.

Más allá de que la plataforma de Iñigo Errejón vaya a dividir el voto progresista y que pueda darle la victoria al trifachito, de lo que estamos hablando es de si pintamos de colorines la estructura en ruinas de una vivienda llamada España, para que no se vean los desperfectos de las paredes y de los cimientos, o si, por el contrario, hacemos reformas en profundidad para cambiar la estructura de la casa y que sea habitable para todos y todas y que dure mucho tiempo.

Ciudadanos, el Podemos de derechas que el dueño del Banco Sabadell animó a crear, no ha funcionado, así que ahora los poderes económicos y el PSOE, que es el gran partido de régimen, van a intentar doblegar el brazo a Podemos, que representa el 15M de los de abajo, con la creación de un  Ciudadanos de izquierdas que, antes de obtener representación, ya ha dicho que se lo pondrá fácil a los socialistas y que regalarán sus votos para que triunfe el continuismo.

Detrás de este circo está esperando Albert Rivera, que puede ser vicepresidente de Pedro Sánchez, con los votos de Errejón, o de Pablo Casado, en este caso con los votos de un Vox muy debilitado. No, esto no va de peleas entre antiguos amigos. Para entender todo este culebrón hay que tener presente el tuit que lanzó (y que más tarde borró) uno de los asesores estratégicos de Pedro Sánchez, tras la investidura fracasada de julio. Todo tuyo, Errejón”, dijo Manuel Canavilles, asesor de estrategia y comunicación que trabaja a los mandos de Iván Redondo, el jefe de gabinete del presidente del Gobierno en funciones. Esto es una operación de Estado y va de economía. 

La Voz del Sur/ DdA, XV/4288

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