Isabelo Herreros
La banda que ha vuelto a agredir la escultura del gran Fede, no deja de
ser una hijuela, -en este caso en versión embestidora-, de la
inveterada tradición depredadora de la ciudad de Toledo, antes, durante y
después de la declaración de esta ciudad levítica como Patrimonio de la
Humanidad en 1986. Especuladores y constructores, hermanados y a veces
apandillados con políticos municipales, provinciales o autonómicos, han
destruido en los últimos cincuenta años emblemáticos edificios
de arquitectura civil, casas solariegas, restos arqueológicos de
distintas épocas, o han dejado que la ruina y el pillaje hiciesen su
labor, con casos como fue la Casa Museo de Victorio Macho, o más
reciente la Fabrica de Armas. La miopía, la desidia y la incultura
juntas estuvieron en el desmantelamiento y destrucción del importante
patrimonio de arqueología industrial que albergaba la Estación de
Ferrocarril, en los años en que llegó el AVE. Por no hablar del entorno
que rodea el Casco viejo, donde se ha dejado y se deja construir
edificios que ofenden a la vista y tapan la visión de la ciudad, como el
antiguo colegio Mayol, hoy residencia de la tercera edad, o el
monstruito del edificio Quixote, con el desprecio y abandono a su suerte
del complejo de edificios de la antigua Escuela de Gimnasia. Esta es
una pequeña muestra de un panorama desolador, pero que no nos hace
olvidar el saqueo que se viene haciendo, con el silencio cómplice de
Junta de Comunidades y Ayuntamiento, por parte de la Iglesia Católica,
al socaire del paulatino cierre de conventos religiosos.
Ya se destruyó no hace tanto uno de los edificios de la ciudad visigoda de la Vega Baja, y, las termitas depredadoras no bajan la guardia y esperan consumar la destrucción de ese relevante yacimiento arqueológico, para construir sobre sus ruinas, como tantas veces se ha hecho en Toledo, unos cuantos miles de pisos.
Ya se destruyó no hace tanto uno de los edificios de la ciudad visigoda de la Vega Baja, y, las termitas depredadoras no bajan la guardia y esperan consumar la destrucción de ese relevante yacimiento arqueológico, para construir sobre sus ruinas, como tantas veces se ha hecho en Toledo, unos cuantos miles de pisos.
DdA, XV/4233
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