Lazarillo
No quiero dejar sin consignación la nota que redactó ayer Emilio Silva con motivo de los quince años de la celebración de un homenaje masivo a los republicanos que tuvo lugar en Madrid y al que acudieron 741 personas octogenarias de todo el país. Se trataba del primer homenaje público y conjunto a esa generación, después de casi treinta años de democracia y una vez en marcha la recuperación de los restos mortales de las víctimas del franquismo, enterradas sin seña en fosas y cunetas. Las asociaciones memorialistas impulsarían esa labor a partir de la primera exhumación llevada a cabo en la localidad de Priaranza del Bierzo en el año 2000. El homenaje a los republicanos coincidió con el año en que accedió al Gobierno el Partido Socialista, en 2004, que traería consigo tres años después la necesaria y precaria Ley de Memoria Histórica que posiblemente muchos de aquellos ancianos no llegaron siquiera a conocer por su avanzada edad. La Transición -se dijo entonces en el manifiesto leído durante el acto de homenaje en Rivas Vaciamadrid- fue una semilla sembrada en la triste tierra del olvido. La Transición fue rupturista con la República, no con la dictaura. Del sentimiento de uno de aquellos viejos republicanos escribe Silva lo que sigue:
"Un
par de días antes de que se celebrara [el homenaje] una mujer llamó por teléfono para
preguntar si su padre podía acudir al homenaje, porque ella podía
dejarlo al principio pero era enfermera, tenía turno de noche y no
podría recogerlo. Le dijeron que no había problema, que su padre
dormiría en un hotel de Rivas y a la mañana siguiente, después de
desayunar, un autobús lo llevaría al centro de Madrid.
El hombre, que era de Zaragoza, recibió llamada para explicarle la conversación con su
hija y que todo estaba arreglado. Tras recibir la explicación hizo un
breve relato de sus años de clandestinidad, de cuándo fue detenido y los
años de juventud que pasó en las cárceles franquistas. Inmediatamente
le preguntó a la persona que le había llamado si tenía que adelantar el
pago de la habitación del hotel y le respondieron que estaba invitado. Y
entonces, al otro lado del teléfono, se escuchó primero el silencio y después un sollozo.
En este país,
durante cuatro décadas de recuperada democracia, han muerto miles de
hombres y mujeres que sacrificaron muchas cosas para que hoy disfrutemos
de las libertades que tenemos. Pero ninguno de los gobiernos desde 1977
hasta hoy les ha dado las gracias, les ha reconocido, le ha homenajeado
porque ellos con sus luchas, sus ideales y sus sufrimientos
construyeron casi todo lo que de bueno tiene nuestra democracia. Una
deuda que intentamos saldar en 2004 pero que sigue esperando un Gobierno
que reconozca que esos hombre y esas mujeres tejieron el hilo de la
democracia".
DdA, XV/4210
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