sábado, 15 de junio de 2019

MUERE UN POETA DE LA CALLE EN LOS RETRETES DE UN HOSPITAL



 

Este Lazarillo pensó en la personalidad del fallecido cuando escuchó la noticia de la muerte de un sintecho en los reteretes de un hospital. Era un poeta que vivía en la calle y no quiso morir en la calle. Versos de intemperie, por lo tanto, durante diez largos años a solas con sus cavilaciones y sentires El poeta quiso hacer un último poema escribiendo su muerte lo más cerca posible de sus cenizas, acaso para causar las mínimas molestias posibles. Se llamaba Pedro Serrano, era cordobés y había utilizado como lecho el nicho de un cementerio en las noches frías: 

Poesía para el pobre, /poesía necesaria/ como el pan de cada día,/ como el aire que exigimos/ trece veces por minuto,/ para ser y en tanto somos/ dar un sí que glorifica.
GABRIEL CELAYA


GIJÓN. DANI BUSTO
Con la cabeza y el corazón llenos de sueños, versos y poemas, mucho más que sus bolsillos, vacíos y castigados por la pobreza, el cordobés Pedro Serrano falleció ayer en las dependencias del Hospital de Cabueñes a los 63 años. La pasión por la poesía fue una vía de escape para un hombre que vivió diez años en las calles de Gijón, sin techo, y forzado, en ocasiones, a tener que refugiarse del frío en un nicho del cementerio de Cabueñes.
Precisamente, en la última etapa de su vida cumplió uno de sus sueños: «Publicar un libro de poemas». Algo que logró hace un año con la ayuda de la asociación Mar de Niebla.
Pedro Serrano frecuentaba la avenida Pablo Iglesias. Era muy conocido por los vecinos de la zona, quienes, según aseguran, a pesar de su complicada situación, no se metía en jaleos. Tan solo una hernia, que llevaba varios años causándole dolor, era la que más batalla le presentaba en el día a día.
Padecía esquizofrenia, pero esta enfermedad no supuso un obstáculo. Todo lo contrario, aprovechó su imaginación para elaborar un extensísimo repertorio de ideas y poemas que plasmó en su libro, titulado 'Versos a pie de calle', y que fue presentado el año pasado durante uno de los actos de la Semana Negra.
Dos trabajadoras sociales de la asociación Mar de Niebla dieron el primer paso en esta historia. Irma Benito y Andrea Vega, quienes contaron la historia de Pedro a todos sus compañeros. Uno de ellos, Jonathan Varela, «se quedó prendado de la historia de Pedro y se volcó para impulsar su sueño», señalaron a EL COMERCIO Irma y Andrea, días antes de que la obra viese la luz.
La primera editorial con la que se pusieron en contacto, Masquelibrosdigital, apostó por el poemario de este artista de la calle. La editorial se ofreció a hacer una tirada de doscientos libros, y llegaba el turno de ponerse manos a la obra. Un intenso y emotivo trabajo en equipo.
El cordobés rebuscaba en su memoria las mejores composiciones y María Jesús, una profesora jubilada que imparte talleres en Mar de Niebla, se encargaba de corregirlas. Un fotógrafo y una ilustradora, amigos de Jonathan Varela, se sumaron también a la aventura literaria y se ocuparon de componer la portada del libro, con la imagen de un sonriente Pedro, de mirada fatigada y arrugas en el rostro, fruto de los vaivenes de la vida.

La emoción del poemario

Irma y Andrea, que conocían a Pedro desde hacía cinco años, se mostraron tan emocionadas como el propio autor cuando el libro fue publicado. Para ellas también había un pequeño detalle en sus páginas. Una obra dedicada para ambas: «Te veré acostumbrando mi voz en Mar de Niebla. Te oiré, cierto y claro, para mirar y ver al mundo y a la tierra».
Ayer se apagó la llama de Pedro Serrano, un hombre que llevaba consigo un talento oculto, la poesía, tan invisible como era, en ocasiones, su complicada situación al tener que vivir en las calles. En sus propios versos ya se refirió al cementerio al que ahora regresa: «La paz de un alma reposa en tu recinto callado. Ya es la vida poca cosa y tu silencio sagrado me acepta como una esposa».

                            DdA, XV/4199                       

No hay comentarios:

Publicar un comentario