Este Lazarillo pensó en la personalidad del fallecido cuando escuchó la noticia de la muerte de un sintecho en los reteretes de un hospital. Era un poeta que vivía en la calle y no quiso morir en la calle. Versos de intemperie, por lo tanto, durante diez largos años a solas con sus cavilaciones y sentires El poeta quiso hacer un último poema escribiendo su muerte lo más cerca posible de sus cenizas, acaso para causar las mínimas molestias posibles. Se llamaba Pedro Serrano, era cordobés y había utilizado como lecho el nicho de un cementerio en las noches frías:
GABRIEL CELAYA
GIJÓN. DANI BUSTO
Con la cabeza y el corazón llenos de sueños, versos y poemas, mucho más
que sus bolsillos, vacíos y castigados por la pobreza, el cordobés Pedro Serrano falleció ayer en las dependencias del Hospital de Cabueñes a los 63 años. La pasión por la poesía fue una vía de escape para un hombre que vivió diez años en las calles de Gijón, sin techo, y forzado, en ocasiones, a tener que refugiarse del frío en un nicho del cementerio de Cabueñes.
Precisamente, en la última etapa de su vida cumplió uno de sus sueños: «Publicar un libro de poemas». Algo que logró hace un año con la ayuda de la asociación Mar de Niebla.
Pedro
Serrano frecuentaba la avenida Pablo Iglesias. Era muy conocido por los
vecinos de la zona, quienes, según aseguran, a pesar de su complicada
situación, no se metía en jaleos. Tan solo una hernia, que llevaba
varios años causándole dolor, era la que más batalla le presentaba en el
día a día.
Padecía esquizofrenia, pero esta enfermedad
no supuso un obstáculo. Todo lo contrario, aprovechó su imaginación para
elaborar un extensísimo repertorio de ideas y poemas que plasmó en su
libro, titulado 'Versos a pie de calle', y que fue presentado el año
pasado durante uno de los actos de la Semana Negra.
Dos trabajadoras sociales de la
asociación Mar de Niebla dieron el primer paso en esta historia. Irma
Benito y Andrea Vega, quienes contaron la historia de Pedro a todos sus
compañeros. Uno de ellos, Jonathan Varela, «se quedó prendado de la
historia de Pedro y se volcó para impulsar su sueño», señalaron a EL
COMERCIO Irma y Andrea, días antes de que la obra viese la luz.
La
primera editorial con la que se pusieron en contacto,
Masquelibrosdigital, apostó por el poemario de este artista de la calle.
La editorial se ofreció a hacer una tirada de doscientos libros, y
llegaba el turno de ponerse manos a la obra. Un intenso y emotivo
trabajo en equipo.
El cordobés rebuscaba en su memoria las mejores
composiciones y María Jesús, una profesora jubilada que imparte
talleres en Mar de Niebla, se encargaba de corregirlas. Un fotógrafo y
una ilustradora, amigos de Jonathan Varela, se sumaron también a la
aventura literaria y se ocuparon de componer la portada del libro, con
la imagen de un sonriente Pedro, de mirada fatigada y arrugas en el
rostro, fruto de los vaivenes de la vida.
La emoción del poemario
Irma
y Andrea, que conocían a Pedro desde hacía cinco años, se mostraron tan
emocionadas como el propio autor cuando el libro fue publicado. Para
ellas también había un pequeño detalle en sus páginas. Una obra dedicada
para ambas: «Te veré acostumbrando mi voz en Mar de Niebla. Te oiré,
cierto y claro, para mirar y ver al mundo y a la tierra».
Ayer se
apagó la llama de Pedro Serrano, un hombre que llevaba consigo un
talento oculto, la poesía, tan invisible como era, en ocasiones, su
complicada situación al tener que vivir en las calles. En sus propios
versos ya se refirió al cementerio al que ahora regresa: «La paz de un
alma reposa en tu recinto callado. Ya es la vida poca cosa y tu silencio
sagrado me acepta como una esposa».
DdA, XV/4199
No hay comentarios:
Publicar un comentario