Félix Población
Era inevitable una presentación de mi libro La memoria nombrada (Ed. El viejo topo) en Badajoz, tal como ocurrió ayer en Salón Noble de la Diputación pacense ante un público muy interesado. José Manuel Corbacho, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, hizo la introducción del acto, y fue obligado que en mis primeras palabras tuviera en cuenta a la ciudad y provincia de Badajoz como la más castigada por la represión franquista durante la guerra. La cifra de muertos ronda los 12.000 en toda la provincia, con la gran masacre de agosto de 1936 en la plaza de toros de la capital, contada entre otros por el periodista portugués Mario Neves. Se dice que en el transcurso de una noche y una mañana fueron asesinadas entre 1.800 y 4.000 personas. Si fuera esta última cifra, sería el 10 por ciento de la población de esa ciudad en ese año. Minutos antes del acto, pasé por el lugar en donde estaba la plaza, convertido hoy en Palacio de Congresos. En el exterior del nuevo edificio hay un estraño munumento a base de tubos que recuerda la matanza bajo el título de Eclíptica II. La placa informativa no la encontrará el transeúnte más que en el interior del edificio, no vaya a ser que se sepa. Hablaremos de esto en breve. Juan Carlos Rodríguez Ibarra, presidente socialista de la Junta de Extremadura, es el responsable de que uno de los lugares de la memoria con una historia más trágica en este país haya sido demolido. La decisión se tomó en 1998 y no creo que hubiese podido suceder en Guernica, por ejemplo, símbolo de otra masacre más conocida gracias a la obra de Picasso. Badajoz, ciudad y provincia, y su plaza de toros, es el nombre con más altura memorial acaso de la Guerra de España. Haber derribado esa plaza se inscribe en la peor política de antimemoria llevada a cabo en este país durante decenios. Muchos de los asesinados eran militantes del Partido Socialista Obrero Español.
DdA, XV/4197
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