jueves, 13 de junio de 2019

PEQUEÑAS HISTORIAS EN LAS REDES: AMOR DE BICICLETA

La imagen puede contener: 1 persona, sonriendo, de pie y calzado
Xenia García

Chica conoce bici. Bici conoce chica. Se gustan. Sienten ese no sé qué indefinible. La relación dura nueve años -nueve- hasta que un día, chico ve bici y la mira con ojos golositos y la zarandea, la viola, le susurra para luego gritarle y la roba.
La chica se siente mitad abandonada mitad humillada. Chica recupera alguna foto junto a su bici y la sube a Facebook. Apenas se aprecian los detalles pero es suficiente para ambas. Su entrada se comparte unas cien veces. Cien. CIEN. Cien personas quieren ayudar a la chica a encontrar su bici porque saben lo que es enamorarse y por eso, aunque no solo por eso, la chica sonríe agradecida. Porque -llamémosla ingenua- quizás la proporción sea esperanzadora. 100 personas buenas por un maldito. 1% de malditos.
La chica comienza a sentir, que a pesar de los robabicis que merodean por este mundo convirtiendo la noche y sus esquinas en un lugar inhóspito, hay tantas buenas personas que a veces, quién sabe, habrá relatos con finales menos amargos.
La misma noche que mi bici sacude los muros de facebook recibo un mensaje de la amiga de una amiga de una amiga que ha visto a un tipo paseando con mi bici, mostrándosela a otro en una tienda a diez minutos de casa. Mira, killo, lo que que tengo. Solo tengo que hacerle unos cuantos arreglitos. El maldito es, después de todo, considerado con ella. A la mañana siguiente nos plantamos allí. Nunca se sabe, chica conoce bici y a veces es posible el reencuentro. El amor tiene estas cosas. Se lo cuento a la policía y amplío la denuncia. Dime en qué franja horaria estuvo en la tienda (un chino, por cierto) e intentamos acceder a las imágenes de las cámaras de seguridad. Lo averiguo.
Otra persona vio al que parece ser el mismo tipo con mi bici. Indagando y gracias a esas 100 buenas personas, averiguo su nombre de pila. Averiguo la calle donde vive. Averiguo el número del portal. Vuelvo a ampliar la denuncia mientras el policía me mira un poco contrariado, porque cómo habrá averiguado esta chica el nombre del chorizo y dónde vive, si pudieran ustedes hacer algo, agente. No sé, mirar los archivos, darse una vuelta y preguntar, qué sé yo agente, ya no es por mi bici sino por todo lo que parece que roba, impune, exhibiendo el trofeo sin pudor alguno.
La vida es más lenta subida en bici, en esa máquina perfecta que se desplaza como un velero. No tiene nada que ver con ir a 237km/h, desde luego. A los lentos no nos ponen altares. Pero gracias a todos vosotros sé dónde fue a parar mi bici, el nombre del tipo que la robó y su dirección. Apenas 72 horas de esperanza. No sé qué ha hecho la policía. Supongo que los recortes afectan a todos y que el amor a una bici no es suficiente. Y ahí, en ese punto, se acaba la historia. La mía, porque sin duda el maldito volverá a robar.
Muchísimas GRACIAS a todos. A punto estuve.

                        DdA, XV/4197                      

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