jueves, 2 de mayo de 2019

PRESENTACIÓN DE "LA MEMORIA NOMBRADA" EN ZAMORA


 La presentación del libro de este Lazarillo La memoria nombrada esta tarde a las ocho en la Biblioteca Pública de Zamora, no es una presentación cualquiera ni una más entre las que vengo haciendo en diversas ciudades del país tras la publicación de la obra por la editorial El viejo topo. Concurren varios hechos para ello. Fue en Zamora donde hace media vida dirigí su centenario diario provincial (El Correo de Zamora), aunque esto me deparase algún que otro disgusto con los tribunales, por lo que fui durante algunos meses director en libertad condicional. Es en Zamora donde reside desde hace muchos años mi querido amigo Javier Iglesias Peláez, que además de prologuista del libro hará la presentación de mismo.  Javier, igualmente, sigue siendo asiduo lector de los escritos que diariamente vengo publicando en este DdA. La memoria nombrada cuenta, también, con una amable y breve nota prologal de su hijo Pablo, al que sus muchas actividades impidieron una más extensa dedicación. De Javier, profesor de Historia Contemporánea, publico a continuación un fragmento de su interesante prólogo, en el que hace referencia al contenido del libro, con mi reiterada gratitud por su colaboración escrita y hablada:


Félix Población, periodista de una de las primeras promociones de la Facultad de Periodismo de la Universidad Complutense fue, como ya he anticipado, director de El Correo de Zamora durante los años 1983 y 1984. Aunque Zamora fue mi primer destino tras las oposiciones (1979), la Inspección de Trabajo me llevó luego a Soria y San Sebastián y no regresé hasta mediados de 1988, por lo que no coincidimos en esta ciudad. De Zamora pasó a Madrid, trabajando varios años en la Revista de Teatro del Centro de Documentación Teatral del Ministerio de Cultura, actuando, también, como jefe de prensa del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y colaborando con el Centro de Difusión de la Música.

Tras esos años madrileños, se traslada, definitivamente, a Salamanca, en 1993, donde trabajó veinte años, hasta su jubilación, en el Centro Documental de la Memoria Histórica, antes Archivo General de la Guerra Civil. Estamos, desde luego, en presencia de un experto en el tema que da título a este libro.

El libro es una recopilación de 100 artículos, publicados entre 2008 y 2017, en diversos medios generalistas, que tienen un tema en común, aunque no todos de una manera directa, la Memoria Histórica. Efectivamente, haciendo una descripción somera, encontramos un importante grupo de artículos que podríamos denominar avatares de las insuficiencias, inaplicaciones y vaciamiento de la Ley de Memoria Histórica, en los que da cuenta tanto de la timidez de la norma en su elaboración y aprobación, como de la inaplicación y el boicoteo de la misma en todos los espacios donde el PP ha dominado el poder institucional.

Otro grupo importante es el de los artículos dedicados a los voluntarios de las Brigadas Internacionales: pasan por sus páginas austriacos, polacos, norteamericanos, suizos, canadienses…, en unos casos recordando entrevistas y confidencias con el propio Félix y en otros, tristemente, dando cuenta de la desaparición de estos últimos héroes.

Félix Población es asturiano y no podía faltar un grupo de artículos dedicados a la memoria histórica de su patria chica: la resistencia en El Mazuco, la huelgona, el suicidio del hijo de la Perala y otros sobre algunos personajes de su Gijón natal. Hay artículos sobre el exilio español (Sinaia, Winipeg…) y otros sobre determinados personajes, siempre interesantes, unos más olvidados que otros: es el caso de Rosario Acuña, la mujer para la que Castrovido pidió públicamente en puesto en la Real Academia muchos años antes de que se lo dieran a Carmen Conde y de la que Amaro del Rosal decía que era comparable a Flora Tristán. En este grupo están, también, los obituarios de José Luís García de la Rúa, el filólogo y filósofo anarcosindicalista, militante y secretario general de la CNT y la AIT; y de mi admirado Agustín García Calvo, a cuyo entierro asistí y que Félix describe con la emoción y la maestría del periodista de raza.

Otro grupo muy interesante de artículos son los dedicados a dar noticia de libros publicados, siempre invitando a su lectura y profundizar en los temas que tratan. Figuran aquí, por ejemplo, “El cura y los mandarines” de Gregorio Morán, la curiosa antología de los “Poemas periodísticos” de Luís de Tapia, el libro de Miguel Ángel Baamonde sobre Leonor, la jovencísima esposa de D. Antonio Machado, “El arenque de Bismarck” de Jean Luc Mélenchon, o un libro-vídeo como “Vencidxs” de Aitor Fernández y la “Asociación date cuenta”, en cuyo prólogo Manuel Rivas anota que “no es el pasado, la vuelta al pasado, lo que irrita a los que abominan de la memoria de la República. Lo que les irrita –afirma- es que esa memoria tenga una segunda parte y que se configure como un presente recordado, inmune y resistente al virus de la desmemoria, para exponer así la duración del crimen por parte de la organización criminal que ocupó el Estado durante casi medio siglo”

Hay, por último, en el libro un artículo que es más que un artículo de prensa generalista: me refiero al dedicado al casi olvidado periodista republicano José Nakens, fundador y director de El Motín. Como le comenté a Félix, tras su lectura, su estudio es una verdadera invitación a una tesis doctoral sobre el personaje y su obra como publicista y periodista político.

No quiero terminar este prólogo sin reproducir la pregunta que el cineasta austriaco Günter Schwaiger –Francisco Espinosa la reproduce en su “De saturaciones y olvidos…”- dirige a algunos “profesionales de la historia” a los que el encierro en su torre de marfil ha resultado muy provechoso –y aquí podemos incluir, perfectamente, a los Tony Judt y a los Santos Juliá, entre otros-: “¿Hemos llegado a tal arrogancia académica que las víctimas tengan que pedir permiso a los historiadores?”

Por último y porque también conozco algo de los gustos poéticos de Félix Población, frente a la comodidad oportunista de algunos santones del periodismo y la academia y frente al revisionismo neofascista, resultan otra vez muy oportunos los versos de Cernuda que Ronald Fraser utilizó para dar título a su libro:


Recuérdalo tú y recuérdalo a otros,
cuando asqueados de la bajeza humana,
cuando iracundos de la dureza humana:
Este hombre solo, este acto solo, esta fe sola.
Recuérdalo tú y recuérdalo a otros.

En 1961 y en ciudad extraña,
más de un cuarto de siglo
después. Trivial la circunstancia,
forzado tú a pública lectura,
por ella con aquel hombre conversaste:
Un antiguo soldado
en la Brigada Lincoln.

Veinticinco años hace, este hombre,
sin conocer tu tierra, para él lejana
y extraña toda, escogió ir a ella
y en ella, si la ocasión llegaba, decidió apostar su vida,
juzgando que la causa allá puesta al tablero
entonces, digna era
de luchar por la fe que su vida llenaba.

Que aquella causa aparezca perdida,
nada importa;
Que tantos otros, pretendiendo fe en ella
sólo atendieran a ellos mismos,
importa menos.
Lo que importa y nos basta es la fe de uno.

Por eso otra vez hoy la causa te aparece
como en aquellos días:
noble y tan digna de luchar por ella.
Y su fe, la fe aquella, él la ha mantenido
a través de los años, la derrota,
cuando todo parece traicionarla.
Mas esa fe, te dices, es lo que sólo importa.

Gracias, compañero, gracias
por el ejemplo. Gracias por que me dices
que el hombre es noble.
Nada importa que tan pocos lo sean:
Uno, uno tan sólo basta
como testigo irrefutable
de toda la nobleza humana.

                     DdA, XV/4157                    

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