martes, 7 de mayo de 2019

ÉVOLE EN SU BARRIO: EL INTERÉS HUMANO DE LA INTRAHISTORIA POPULAR


Félix Población

El último programa de Salvados con Jordí Évole, el pasado domingo, fue un homenaje a las personas mayores de su barrio de San Ildefons, en Cornellá. Si la idea me pareció excelente, por lo que tiene de empatía con el lugar en donde nació y creció la vocación del periodista catalán, el contenido del programa rebasó el marco de esa ciudad porque las vivencias y opiniones de sus protagonistas representaron no sólo las de los españoles que un día de la posguerra o más tarde emigraron a Cataluña en busca de vida y trabajo, sino las de muchas otras personas de esa edad y condición en todo el país. 

Si la generación que vivió la guerra tuvo muy poca voz en los medios de comunicación para reflejar su intrahistoria a lo largo de los últimos cuarenta años, también es raro que la de la posguerra se pueda asomar ahora a las cámaras con su testimonio vital. El programa de Évole del domingo pasado sirvió para que nos demos cuenta de la importancia y el valor que tienen esos testimonios orales a los que en tan contadas ocasiones se les hace sitio en los medios. 

También se da el caso de que cuando nuestros ancianos aparecen en la programación de cualquiera de los diversos canales televisivos es para todo menos para tener conocimiento de las adversas circunstancias en las que discurrió su vida, siendo como fueron quienes levantaron a este país en un periodo muy duro de nuestra historia y bajo un régimen carente de libertades, tan elocuentemente glosado por algunas de las mujeres que aparecieron en el programa. 

Los hombres y mujeres de San Ildefons, en Cornellá, que se asomaron el domingo a nuestros televisores dejaron en la audiencia unas intensas páginas de humanidad en verdad conmovedoras. Páginas, además, que son muy de agradecer en un país que necesita de esos estímulos, porque de esa pasta está hecho lo mejor de nuestro pueblo, aquello por lo que la política debía ser otra cosa y por lo que los malos poíticos o la corrupción política son una ignominia y un escarnio.

                   DdA, XV/4162                   

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