Félix Población
Se dice de Ana Ricarda Cobacho Cañete (en la imagen) que fue una mujer culta, esbelta y agraciada que formaba parte una familia feliz. Así lo escribe Francisco Moreno Gómez en su libro ‘1936: el genocidio franquista en Córdoba’. Aparte de regentar una modesta tienda de comestibles, Ricarda hizo de maestra particular en el Centro Obrero Socialista de Jauja (Córdoba). También hizo de escribiente para la gente humilde que no sabía leer y necesitaba redactar cualquier papel para realizar alguna gestión administrativa o quizá también alguna carta sentimental. Nada se nos dice acerca de la identidad del marido de Ana Ricarda, pero sí que el matrimonio tenía cuatro hijos menores de edad, con el mayor Juan José de catorce años.
Se dice de Ana Ricarda Cobacho Cañete (en la imagen) que fue una mujer culta, esbelta y agraciada que formaba parte una familia feliz. Así lo escribe Francisco Moreno Gómez en su libro ‘1936: el genocidio franquista en Córdoba’. Aparte de regentar una modesta tienda de comestibles, Ricarda hizo de maestra particular en el Centro Obrero Socialista de Jauja (Córdoba). También hizo de escribiente para la gente humilde que no sabía leer y necesitaba redactar cualquier papel para realizar alguna gestión administrativa o quizá también alguna carta sentimental. Nada se nos dice acerca de la identidad del marido de Ana Ricarda, pero sí que el matrimonio tenía cuatro hijos menores de edad, con el mayor Juan José de catorce años.
En los primeros meses de la segunda República se cruzó en la vida de la maestra de Jauja el guardia civil de ese puesto Antonio Velázquez Mateo, de 33 años de edad, que enviaba a Ricarda notas amenazantes por haber hecho campaña a favor de la construcción de un grupo de escuelas en el pueblo, para lo que se requería por parte del Ayuntamiento la dotación presupuestaria correspondiente. Esa propuesta se enfrentaba a la que reclamaba la restauración del cuartel de la Guardia Civil, apoyada por los propietarios agrícolas. Ricarda se presentó en la comandancia de Córdoba y denunció al guardia, que fue trasladado por esta razón a Málaga. No olvidemos que la construcción de escuelas fue uno de los propósitos y realizaciones en los que más se ocuparon los primeros gobiernos republicanos, alarmados ante el alto porcentaje de analfabetismo que soportaba la nación, especialmente en las zonas rurales y sobre todo en Andalucía. En un cuatrienio, de 1931 a 1935, el número de maestros nacionales pasó de 37.500 a 50.500.
Desconocemos si al final hubo en Jauja las escuelas que pedía Ricarda o el cuartel reformado al que aspiraban los sectores más conservadores de la localidad, lo cierto es que después del golpe de Estado de julio de 1936, el guardia civil Velázquez se presentó en Jauja y Ricarda se trasladó a Córdoba, acaso en evitación de riesgos. También lo hicieron los hermanos de la maestra, que eran socialistas, mientras que los niños quedaron al cuidado de su padre. La relativa calma que había vivido el pueblo
desde el comienzo de la guerra se rompió el 13 de
agosto, cuando los falangistas de Lucena tomaron Jauja sin ninguna
resistencia. Ningún desorden había ocurrido en el pueblo dureante el mes de guerra bajo el gobierno del Frente Popular. Incluso se había protegido al párraoco, Ildefonso Villanueva. Con todo, la llegada de los golpistas supuso un represión dura en extremo, como lo eran todas durante aquel verano del 36, calificado de sangriento.
Muchos campesinos, hombres y mujeres, fueron detenidos. El cuartel de la Guardia Civil y la antigua Casa del Pueblo socialista se convirtieron en cárceles y una terrible ola de fusilamientos a manos de las “personas de orden” se llevó al menos a 21 vecinos a la tumba en el cementerio, en Lucena y en la vecina Badolatosa. Entre las víctimas figuran los funcionarios Pedro Toledano y Ángel Reyes Zaleones, al que torturaron antes de abatirle en el cementerio.
O no debió tener noticia de esa masacre Ricarda o no tuvo más remedio que regresar al pueblo pasados los primeros meses de la guerra, porque en el mes de octubre la maestra estaba otra vez en Jauja. Inmediatamente fue arrestada por Velázquez Mateo, que había vuelto a su localidad natal convertido en jefe de requetés. Junto a Ricarda fueron también arrestadas su madre, sus hermanas y una amiga de la familia, Rosalía Ruiz Gabacho, de 62 años, cuyos hijos, también socialistas, estaban huidos de la aldea.
Muchos campesinos, hombres y mujeres, fueron detenidos. El cuartel de la Guardia Civil y la antigua Casa del Pueblo socialista se convirtieron en cárceles y una terrible ola de fusilamientos a manos de las “personas de orden” se llevó al menos a 21 vecinos a la tumba en el cementerio, en Lucena y en la vecina Badolatosa. Entre las víctimas figuran los funcionarios Pedro Toledano y Ángel Reyes Zaleones, al que torturaron antes de abatirle en el cementerio.
O no debió tener noticia de esa masacre Ricarda o no tuvo más remedio que regresar al pueblo pasados los primeros meses de la guerra, porque en el mes de octubre la maestra estaba otra vez en Jauja. Inmediatamente fue arrestada por Velázquez Mateo, que había vuelto a su localidad natal convertido en jefe de requetés. Junto a Ricarda fueron también arrestadas su madre, sus hermanas y una amiga de la familia, Rosalía Ruiz Gabacho, de 62 años, cuyos hijos, también socialistas, estaban huidos de la aldea.
A todas las raparon, las obligaron a tomar aceite de
ricino y las torturaron en el cuartel durante cuatro días. Querían que
Ricarda desvelara el paradero de sus hermanos Juan y Manuel, afiliados
al sindicato socialista UGT, que también habían huido del pueblo. Lo que vino después fue peor. El requeté Velázquez se llevó a Ricarda a una casa de campo, la tuvo
varios días encerrada, la torturó, la sometió a un calvario, y
acompañado por un guardia apodado El Negro Gandul y los requetés conocidos como El Cota y El Mono, la condujeron al arroyo La Coja. A los pocos días
apareció allí su cuerpo, semienterrado y destrozado. Ana Ricarda tenía 36 años y al parecer
había sido violada y le habían mutilado los pechos. Encontró su cadáver un
conocido de la familia, Vicente Maireles Carrasco, que la acabó de
enterrar. El marido enfermó, perdió la razón y murió siete años después. Al
hijo mayor, de catorce años, le dieron una paliza. La familia se quedó sin tienda y sin casa, expropiadas por los verdugos.
Rosalía Ruiz Gabacho, que había soportado el
cautiverio y las vejaciones con Ricarda en la cárcel, fue asesinada camino del cementerio, en la calle Pleito, el 5 de novimebre de ese mismo año, al negarse a seguir andando camino del paredón en el que iba a ser fusilada. Su muerte pudo ser también un nuevo acto de venganza por la
huida del pueblo a la zona republicana de su hijo mayor, Francisco Cañete
Ruiz, de 36 años, secretario y contador de la UGT entre 1931 y 1934.
Leo que la justicia española dejó sin opciones a Rocío Borrego Cobacho, hija de la maestra republicana torturada, violada y asesinada Ana Ricarda Cobacho Cañete. Tras cuatro años pidiendo en vano la investigación del crimen, el 27 de octubre
de 2008 el Tribunal Constitucional desestimó por cuestiones de forma el
recurso de amparo presentado por Borrego.
Los nombres de las 21 víctimas mortales de Jauja que hasta el momento están identificadas se pueden consultar en este enlace.
PS. El 2 de junio de 2017 falleció en la citada localidad cordobesa Rocío Borrego Cobacho, hija de Ana Ricarda, que había nacido con la segunda República, en 1931, y tenía cinco años cuando asesinaron a su madre y los pocos bienes de su familia pasaron a manos de sus verdugos, dejando a su familia en la miseria.
"Rocío, junto a sus tres hermanos y decenas de miles de represaliados,
vivió la pesadilla de hambre, humillación y desmemoria que los
vencedores les habían reservado en el gigantesco campo de concentración
en que se convirtió España durante más de 40 años. Rocío superó todas aquellas adversidades, y en la década de los años cincuenta, se unió a Francisco Rodríguez Reyes. Formaron una familia en
Córdoba, construyendo al principio una vivienda precaria en las afueras y
trasladándose en los años 70 al barrio de la Fuensanta. En aquellas
condiciones sacaron adelante once hijos. Rocío es ejemplo de una generación de españolas, aquellas mujeres con
todo en contra, sometidas, despojadas de los avances que consiguieron
sus antecesoras y que no se recuperarán en muchas décadas. Mujeres que
ya ancianas, llegaron apenas a intuir lo que se hizo con ellas y con sus
padres. Rocío Borrego Cobacho ha muerto sin saber con certeza que fué del
cuerpo de su madre Ana Ricarda Cobacho, pero se va con el cariño
indudable de quienes la conocieron y el compromiso de sus sucesores de
mantener viva la memoria de lo que sucedió". Este fue el obituario redactado por la hija de Rocío, Florentina Rodríguez Borrego, ante cuyas palabras sólo cabe sentir respeto y admiración por la memoria de su madre y por la de su abuela asesinada y desaparecida. "Si mi madre no encuentra aquí justicia, la buscaré fuera", había dicho Rocío en una entrevista publicada años antes. Como tantos hijos, hijas, hermanos y hermanas de las víctimas del franquismo enterradas como bestias en fosas y cunetas, la hija de Ricarda falleció sin encontrar la justicia y reparación que merecía su madre. Que los nietos de las víctimas la sigan buscando es una ley de vida que honra su memoria. Ante el caso atroz de Ana Ricarda creo conveniente recordar lo que decía Francisco Giner de los Ríos acerca de la eduación en España: "De todos los problemas que interesan a la
regeneración político-social de nuestro pueblo, no conozco uno solo tan
menospreciado como el de la educación nacional". Esa reforma educacional importantísima llevada a cabo por la segunda República concitó, como sostiene José María Maravall, la hostilidad de sectores poderosos de la sociedad española. La Guerra Civil sirvió para que los franquistas eliminaran la educación como escudo y defensa de la República, añade Maravall. El odio de los estamentos reaccionarios se personificó en Jauja en la figura de ese jefe de requetés, torturador y asesino de una maestra rural, madre de cuatro hijos, apenas iniciado el conflicto armado que daría lugar a una intensa y extensa represión contra el magisterio republicano.
PS. El 2 de junio de 2017 falleció en la citada localidad cordobesa Rocío Borrego Cobacho, hija de Ana Ricarda, que había nacido con la segunda República, en 1931, y tenía cinco años cuando asesinaron a su madre y los pocos bienes de su familia pasaron a manos de sus verdugos, dejando a su familia en la miseria.
(Nota: El Juez Baltasar Garzón dedicó íntegramente el punto decimoquinto de
su famoso auto de la ‘Causa contra los crímenes del franquismo’ al caso
de Ana Ricarda Cobacho Cañete (págs. 97-117).
Información publicada sobre el caso:
Información publicada sobre el caso:
- "Si mi madre no tiene aquí justicia, la buscaré fuera" - Diario ‘Público’ (21/11/2008)
-
Garzón basa parte de su inhibición en el caso de una mujer cordobesa - Diario Córdoba (21/11/2008)
El proceso judicial por la muerte de Ricarda Ana Cobacho es clave en la argumentación del juez. -
La lengua de una mariposa - Diario Córdoba (21/11/2008)
Ricarda Ana Cobacho, maestra rural en Jauja, desapareció en 1936 Su pecado: ser mujer, culta y republicana. -
El Constitucional inadmite un recurso contra la denegación de una ... El Confidencial (21/11/2008)
La mujer, Rocío Borrego, denunció el 20 de octubre de 2004 en el Juzgado de Lucena (Córdoba) la desaparición a primeros de noviembre de 1936 de su madre, ... -
Sorpresa y desconcierto en la Audiencia de Córdoba tras el nuevo ... ABC Córdoba - (19/11/2008)
... de Jauja que ha terminado en el Tribunal Constitucional tras ser archivada por la Audiencia de Córdoba en 2005. Garzón refresca los argumentos del ...
Delitos permanentes y Memoria Histórica. Artículo de Antonio Doñate. Jurista. Magistrado y miembro de la Asociación Catalana de Juristas Demócratas. Autor de la querella-tipo para casos de desaparecidos. (Pág 4) - República, guerra y represión. Lucena 1931-1939, libro del historiador Arcángel Bedmar (pág 204)
- La depuración del profesorado en Lucena durante la guerra civil. Artículo del historiador Arcángel Bedmar González
- Aprendemos desde la diferencia: YO TAMBIÉN FUI MAESTRA EN JAUJA. Artículo de la profesora Rosa Mª Solano Fernández
Documentos originales: Arcángel Bedmar. Foro por la memoria. Jueces para la democracia. Cordobapedia. Comisión verdad franquismo.
DdA, XV/4143
3 comentarios:
¡Impresionante documento! ya que en él, a través de la trágica historia de Ana Ricarda Cobacho, el autor nos ilustra varios puntos claves en los que se basa el franquismo: represión de las mujeres, persecución de los maestros y maestras, el odio a la cultura, el expolio de las víctimas y de sus familias con el pretexto ideológico...
Muchas gracias
Sobrecogedor. Que holocausto tan espantoso. Y quieren volver esos malditos fascistas.¡Ilegalizacion de VOX ya!
Buenas tardes soy Florentina, nieta de Ricarda Ana Cobacho Cañete.
Quiero darle las gracias de parte mia y de mi famila, por el trabajo realizado sobre mi abuela. Le agradeceria que rectificara el nombre de mi abuela. Su nombre es Ricarda Ana Cobacho Cañete. Un saludo.
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