Lo
que los fascistas jamás perdonarán a la República Española, por Fernando
Valera
Fernando Valera Aparicio: Madroñera, Cáceres, 1899 - París, 1982.
Político español. Diputado por Valencia en las Cortes constituyentes de 1931,
fue titular de varios ministerios del Gobierno republicano en el exilio, siendo
nombrado jefe del Gobierno (1968) por el entonces presidente republicano, José
Maldonado. En 1962 organizó el encuentro en Munich de los principales líderes
de la oposición democrática española, tanto en el exilio como en la
clandestinidad. Insertamos este texto de Fernando Valera a modo de
consideración previa y necesaria antes de ver esta noche en La Dos de
TVE, a las diez, El silencio de otros, film documental ganador del
Goya a la Mejor Película Documental, que sirve de ariete audiovisual a la lucha
silenciada de las víctimas y supervivientes de la dictadura franquista que
acabó con aquella segunda República y que a día de hoy, luego de cuarenta años
de democracia borbónica, siguen buscando justicia.
La tragedia
española ha sido la piedra de toque que ha permitido constatar si
existe o no una fe inquebrantable en los principios de libertad y
gobierno del Pueblo y que todo hombre en posesión de una conciencia
crítica, un recio espíritu de justicia, una contrastada convicción
democrática, no puede si no impregnarse de amistad hacia la República
Española.
Es
incuestionable que, en cualquier lugar del Mundo civilizado, la causa
de la República Española toca lo más profundo de la sensibilidad humana.
Ya se trate de asambleas populares o de encuentros diplomáticos como
los de San Francisco o Nueva York, comprobaréis siempre que cuando se
habla del sufrimiento del Pueblo español y de las faltas al respeto a él
debido, se manifiesta el interés y la emoción que a veces llega a las
lágrimas. Nuestra razón es tan evidente que aunque se la invoque de
manera ocasional no es posible mostrar indiferencia o desprecio por la
causa de un Pueblo tan volcado en la defensa de su libertad y tan
abatido por haber sido doblegado por la más cruel y salvaje de las
tiranías. Existe, señoras y señores, como un remordimiento que afecta a
la conciencia de la Humanidad entera por el crimen cometido y que se
sigue cometiendo contra la España Republicana.
Pues bien, si este reconocimiento de nuestro derecho y de nuestra razón es ahora universal, ¿cómo explicarnos que el problema español permanece siempre en el mismo punto en el que estaba el día siguiente de la victoria aliada?. Sólo se pueden encontrar dos explicaciones o, mejor dicho, dos excusas.
En
primer lugar, que entonces había y que ahora hay más fascistas de los
que se piensa. Por todas partes surgen partisanos de ideología fascista
que se han subido al carro de la triunfante democracia, pero que en la
intimidad de sus conciencias y en el fondo de sus corazones serán lo que
siempre han sido: fascistas. Y, por ello, nunca perdonarán al Pueblo
español su resistencia heroica durante cerca de tres años, resistencia
que logró quebrar los planes de dominación universal de Hitler y de sus
numerosos lacayos de los que Franco no era más que la imagen del más
fiel y despreciable de ellos, posibilitando así la estrategia bélica y
el rearme de las potencias democráticas.
Esto es lo que los fascistas jamás perdonarán a la República Española.
Existe,
por otra parte, la dificultad de establecer una entente entre las
grandes potencias y de conciliar sus intereses basados en los puntos
esenciales encaminados hacia una paz futura perdurable. En lo que a mí
atañe, estoy convencido porque la salvación de la Humanidad lo requiere,
que se encontrarán finalmente las bases justas de una organización que
armonice intereses opuestos y contradictorios y que tras este período de
terror y miseria el hombre gozará de una larga era de paz, de libertad,
de prosperidad y de justicia.
Pero,
mientras, el Pueblo Español, que ha sido la primera víctima de la
expansión del fascismo, continúa sufriendo las consecuencias de este
hecho que constituye todavía la razón por la que la victoria de las
Armas de la Libertad no ha logrado aún resultado, abandonado, como está,
a las hordas de la tiranía.
Fernando Valera Aparicio
Presidente del Gobierno de la II República en el Exilio
Extracto
de "Cahiers Republicains Espagnols" Cuadernos Republicanos Españoles,
por Don Fernando Valera Aparicio. Editado en 1947, durante el exilio en
París (Francia).
DdA, XV/4130
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