sábado, 20 de abril de 2019

FRANCO CON LA CRUZ DE LA VICTORIA Y PABLO CASADO DE COFRADE*



Félix Población

Entre estas dos imágenes median unos cuantos años. Pongamos setenta*. En la primera, el nombrado caudillo de España por la gracia de Dios desfila con la Cruz de la Victoria por la plaza de la catedral de Oviedo. La cruz es una de las grandes joyas del prerrománico asturiano y se venera en la Cámara Santa de ese templo ovetense bajo la advocación de San Salvador, al que fue donada por el rey Alfonso III el Santo, según consta en la inscripción grabada en el reverso de la cruz. 

En pleno nacional-catolicismo, nadie mejor que quien se había ganado palio, preces y título de caudillo por la gracia del divino para portar tan sagrado símbolo en solemne procesión. Aquel era un dictador y aquello era una dictadura, impuesta tras una crudelísima guerra y sostenida bajo una no menos cruel represión que contó con el apoyo o las bendiciones, el amparo y el silencio de la católica iglesia (según etapas), sin que de sus pastores haya salido una sola frase pidiendo perdón.

El de hoy es un Estado constitucionalmente aconfensional, pero como todavía la iglesia mantiene buena parte de los privilegios adquiridos durante la dictadura, a través de unos acuerdos firmados en la Transición y que ningún ejecutivo se ha atrevido a revisar o denunciar, el supuesto líder de esa derecha una y trina que entre falacias e infamias aspira a la jefatura del Gobierno, se atavía de cofrade en Ávila durante la campaña electoral, consciente sin bochorno alguno de que servirse de los sentimientos religiosos le puede favorecer en las urnas.

¿Que si don Pablo Casado no ha reparado en la posibilidad de que su imagen sea comparada con la del dictador heroico portando la Cruz de la Victoria por las calles de Oviedo, según acabamos de hacer? Tal como viene esa derecha de radical y retrógrada, y con un enfático complejo de Vox, creo que hasta lo tiene a gala, porque de lo que se trata es de extremarse por la derecha, acaso para lograr la más sólida unidad regresiva posible en pro de la conquista del pasado.

De ese modo -si sumaran los votos el 28 de abril-, en este Estado constitucionalmente aconfesional  no será preciso desalojar los restos de Queipo de Llano y Franco de sus santos sepulcros en sendas basílicas católicas, tal como siguen gracias al remanente de poder nacional-católico del que disfruta la iglesia católica en España, sin que esta vez el PSOE se atreva ni siquiera a prometer en su campaña electoral la revisión de los acuerdos que facilitan esos privilegios.

*La visita de Franco a Oviedo tuvo lugar entre los días 5 y 7 de septiembre de 1942, durante los que se realizaron grandes fastos para celebrar la reconstrucción de la Cámara Santa, destruida durante la revolución de octubre de 1934, y la victoria del dictador en la guerra. "La figura de Franco se identificó con la de un caudillo medieval en lucha contra un enemigo irreconocible y el fin de la Guerra Civil como la victoria de una cruzada. Y las cruzadas las lideraban caudillos elegidos por la gracia de Dios", señaló a propósito de esos actos María Pilar García Cuetos, catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Oviedo y experta en el uso político del patrimonio histórico durante el franquismo.

Artículo publicado hoy también en elsaltodiario.com
 
PS. "No es la iglesia española, sino la política española la que es más papista que el papa", dice Jesús Munárriz en eldiario.es

                                 DdA, XV/4146                                     

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