viernes, 19 de abril de 2019

LAS COLMENAS DE NOTRE DAME

Lazarillo

Hemos leído más de una vez que la notable disminución del número de abejas en algunas áreas geográficas augura una gravísima crisis para el porvenir del planeta, ya de por sí nada estimulante. El uso de pesticidas, la abusiva agricultura comercial que da lugar a extensos campos de cereal y la extensión de especies invasoras como la llamada avispa asiática o africana, están perjudicando de modo alarmante el futuro de las abejas y el del ser humano. Las abejas son las reponsables nada menos que de la polinización de un tercio de cultivos de alimentos en el mundo. Este en verdad preocupante descenso de la población de abejas en el planeta, hizo posible la iniciativa de cultivar colmenas en lugares emblemáticas de capitales como Londres o Nueva York. La catedral de Notre Dame era uno de esos lugares carismáticos en los que había colmenas. Las había en sus gárgolas y también en el techo de la sacristía, según el sitio oficial de la propia catedral, que en la primavera de 2013 descubrió ese hecho y acto seguido comportó que el apicultor Nicolás Geant se ocupara de la colmena, por asociar la preservación de la biodiversidad dinámica con la belleza de la creación. De eso queda constancia en la imagen que ilustra este post, cuando ya la miel de esas abejas góticas se ha hecho ceniza en las alturas de Notre Dame, que han sido pasto del fuego hace días, acabando con esos laboriosos y menudos seres entre cuyas funciones están las de endulzar nuestra  vida y hacer que la del planeta siga latiendo.

                        DdA, XV/4145                  

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