viernes, 15 de marzo de 2019

UN INVIERNO TROPICAL

Jaime Richart

 Nos decían hace años los sabios temerarios adictos a este sistema de mierda, que nuestra alarma ante un supuesto cambio climático no estaba justificada. Incluso el primo de un estadista español le dijo a éste que el clima no estaba cambiando; que en último término era un ciclo natural. Y el estadista, ni corto ni perezoso se apresuró a decírselo, primero a los mucho españoles y luego a los españoles del montón. El buen señor quiso dejarnos tranquilos. Aunque a los mal pensados nos pareció que era una añagaza, pues si el clima estuviese en verdad cambiando -debió pensar para sí-, noticiando la explicación de su primo, él no tendría que molestarse en tomar medidas contra la polución, no se distinguiría una causa o la otra a lo largo de dos legislaturas y él, ante el electorado, quedaría como un gobernante sagaz. Y todo gracias a su primo.

 Pues bien, han pasado esas dos legislaturas y todo el mundo  ha podido ir comprobando hasta qué punto aquel estadista y su primo erraron. Digo todo el mundo, pero algunos, científicos o no pero con olfato e instinto del salvaje muy metidos en años, ya veníamos desde mucho antes que la ciencia se pronunciase registrando por la natural observación que el clima planetario estaba caminando con paso de gigante hacia una Era de sequía; que las estaciones cada vez se diferencian menos, que año tras año el otoño es más o menos una prolongación del verano, que el invierno cada vez es más otoñal, y que cada año sube la temperatura media en todas las latitudes. De las dos últimas décadas a esta parte, sólo a comienzos del año hidrológico, que en el hemisferio sur empieza en marzo o abril, unos cuantos días de nieve y lluvia nos sacan el resuello del cuerpo, respiramos y seguimos adelante como si la biosfera no se estuviese tambaleando. Un año tras otro, la península ibérica se va librando de la catástrofe en el último momento. A veces, a algunos nos parece que ese año va a ser el último que veamos nieve y que no va a volver a llover jamás.

 Desde luego este invierno es casi tropical; sin apenas nieve, sin borrascas profundas, sin apenas nubes, sin apenas vientos, sin apenas lluvias... Lo que nos hace temer a quienes tenemos ese instinto salvaje del que hablaba es que, si no aparece de nuevo el Deus ex machina del teatro clásico que arrebata en su caída hacia el abismo al protagonista evitando que se estrelle, 2019 lo vamos a recordar toda la vida. Como toda la vida vamos a recordar la necia explicación de aquel estadista necio, a su no menos necio primo y a la necia madre que los parió...

                      DdA, XV/4115                  

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