Lo repetiré cuantas veces lo considere necesario y creo que la de ahora es una de ellas, habida cuenta el retorno a la política de Irene Montero después de haber sido madre y disfrutar del correspondiente permiso: creo que Montero, por su juventud, inteligencia y resolutiva y elocuente capacidad dialéctica, es una de las mujeres más brillantes que se ha asomado al ruedo político español en los últimos cuarenta años, y que su personalidad e intervención activa va a dejarse notar en los próximos meses, que tan movidos e interesantes se presentan. Por esa razón acojo en este DdA el texto que Irene Montero ha publicado en las redes sociales anunciando su regreso, con La vida en el centro como titular de la reunión con mujeres que mantendrá el próximo día 9 en Madrid.Es de esperar también que la vida esté en el centro de cuanto Montero desarrolle en su regreso al escaño del Congreso, como así ha sido hasta ahora.
Irene Montero
En estos días me reincorporo al trabajo después de unos meses de 
permiso de maternidad. Cuando di a luz, España acababa de demostrar de 
nuevo que sí se podía. Los de siempre habían insistido: «no hay dinero 
para pensiones mejores», «si hacemos lo que propone Podemos se hundirá 
la economía»; pero nuestros mayores demostraron que el dinero para subir
 las pensiones existía y que se podía incluir en los presupuestos ¡del 
PP! «por arte de magia» (por arte de calle y por arte de lucha). 
Pensionistas, mujeres, trabajadores y trabajadoras en huelga… juntos 
también sacábamos adelante una moción de censura cuya semilla había 
plantado Unidas Podemos en 2017 y de la que los de siempre -incluso el 
PSOE- llevaban más de un año diciendo que jamás saldría.
 En estos
 meses hemos arrancado al Gobierno los Presupuestos Generales del Estado
 más sociales de las últimas décadas. Hemos conseguido la mayor subida 
del SMI de la historia de nuestra democracia (hasta los 900 euros), 
hemos asegurado que las pensiones se sigan actualizando al IPC y que las
 mínimas y no contributivas se incrementen un 3%, hemos logrado que haya
 menos tasas universitarias y más becas, hemos pactado una ley de 
permisos de maternidad y paternidad iguales, intransferibles y 100% 
remunerados y, también, una ley de libertades sexuales para que solo sí 
sea sí. Hemos insistido hasta conseguir regular la publicidad de los 
juegos de azar y apuestas online de forma parecida a como lo está la 
publicidad de los productos relativos al tabaco.
 ¿Es todo esto suficiente? No, no es más que el principio. 
 Sabemos que, aunque nos digan que no se puede, el SMI puede subir hasta
 los 1000 euros. Sabemos que se pueden regular los precios abusivos de 
los alquileres sin ceder a la presión de los buitres (como parece que ha
 hecho el Gobierno). Sabemos que las pensiones se pueden vincular al IPC
 por ley, no solo para este año sino para siempre, aunque el PSOE no 
quiera. Sabemos que, aunque este Gobierno no quiera, se puede exigir que
 los bancos devuelvan los 60.000 millones de euros que les prestamos, 
porque ellos no perdonan una sola deuda a las familias. Sabemos que se 
puede pedir a las grandes empresas más compromiso con los trabajadores, 
con los autónomos, con las pymes, porque en 2017 los beneficios 
empresariales crecieron 10 veces por encima de los salarios. 10 veces. 
Hay margen para pedirles algo más de generosidad. 
 Sabemos que 
queda todo por hacer, que echar al PP era solo el principio; pero los 
diputados solos no podemos. Sin los pensionistas en la calle, jamás 
habría aparecido el dinero para las pensiones. Sin las mujeres en pie de
 lucha, jamás habría aparecido el compromiso de una ley de libertades 
sexuales. Y sabemos que no va a ser fácil. Es más: los odiadores 
profesionales han reaccionado violentamente ante el empuje democrático 
de España. Ayer, sin ir más lejos, VOX anunciaba que su condición para 
apoyar a PP y Cs en Andalucía es eliminar las ayudas económicas 
imprescindibles para combatir la violencia machista.
 Sé que son 
tiempos de incertidumbre y de falta de ilusión por el futuro. Muy poca 
gente sabe con seguridad que trabajará el mes que viene, que cobrará un 
salario digno; los recortes han dañado nuestros hospitales, centros de 
salud y escuelas, poniendo en riesgo la salud y la educación de millones
 de personas; se ha maltratado el sistema de atención a la dependencia; 
se ha permitido que las normas laborales y fiscales dejen desprotegidos a
 trabajadores, autónomos y pymes para proteger a las grandes empresas 
que se llevan nuestro dinero a paraísos fiscales. 
 Ante esa 
incertidumbre, los de siempre vienen a caballo a decirnos que la 
solución es odiar. Odiar a las mujeres, a quienes vienen de otro país, a
 quienes no aman como ellos creen que se debe amar. Serviles con los 
poderosos, y agresivos y rabiosos con quienes consideran más débiles. 
 Nosotras y nosotros sabemos que, ante la incertidumbre y la falta de 
ilusión, hay otra opción mejor: cuidarnos, protegernos, demostrarnos que
 la vida merece la pena y que «democracia» significa que tenemos el 
poder de cambiarlo todo hasta acabar con la desigualdad y la injusticia.
 Si algo he aprendido durante estos meses es que solo protegiendo lo 
común se pueden afrontar las cosas que de verdad importan. Sin sanidad 
pública, sin atención temprana de calidad, sin educación, sin sistemas 
de atención a la dependencia, sin pensiones dignas, no hay futuro. Y la 
política debe servir para proteger y fortalecer lo común. Esto, poner la
 vida en el centro, es lo que propone el movimiento feminista y por eso 
es hoy la punta de lanza del proceso democratizador que vive España y 
que los odiadores profesionales quieren detener. 
 El miércoles 9 
de enero, a las 19 horas, en la Nave Terneras del Matadero de Madrid 
vamos a juntarnos cientos de mujeres, pensionistas, militantes, 
activistas, trabajadoras, cuidadoras... para decirles a los odiadores 
profesionales que ya no nos pueden parar y que, aunque insistan en que 
es imposible, sabemos que sí se puede. ¡Os espero a todas allí!
Yo por ellas, madre, y ellas por mí.
                   DdA, XV/4.053                  

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