A propósito del desaguisado que ha montado quien desde hace años estaba en la idea y se ha servido de un permiso de paternidad del secretario general de Podemos para hacer público lo acordado en una cena navideña de la empresa Más Madrid con su fundadora doña Manuela, alcaldesa de la Villa y Corte, esperaba y acabo de leer el artículo que firma en Cuarto Poder el periodista Pascual Serrano, cuya lectura íntegra recomiendo (Ni plataformas, ni marcas, ni santos; en defensa de los partidos). ¿Es que nadie repara en lo vil de la estrategia y en lo acomodaticio y oportunista de un señor que porque en Andalucía se perdieron votos cree que al arrimo de Carmena -arrimada en su día a Podemos para lograr la alcaldía- va a conseguir la presidencia del gobierno de Madrid cambiando de marca como de detergente? ¿O es que acaso no escuchamos la más probable pregunta que le planteó el gambito Errejón a su madrina la noche de las empanadillas o del tobillo roto: ¿Y esto sería mejor anunciarlo cuando esté de baja Pablo, no? Les dejo con Serrano:
Creo que eso es lo que está sucediendo cada vez más, nos instalamos en la política Tínder, queremos probar algo nuevo y diferente, queremos inaugurar invento político
a la busca del Santo Grial. Por eso el principal argumento de quienes
defienden la opción Carmena/Errejón es que, como Podemos estaba
perdiendo fuelle y apoyo, se reinicia con un proyecto impoluto, una
“plataforma” dice Errejón, una “marca” dice Carmena (uf), y la gente
vuelve a recuperar la ilusión y les vota, piensan.
Se trata del
pensamiento ciudadano que cree que la política son reseteos para
recuperar una virginidad (un estado de ánimo) política como forma de
conjugar las miserias de los partidos, que -insisto- no son diferentes
de las miserias de los humanos y con las que habrá que convivir y buscar
métodos para superarlas (que no erradicarlas porque será imposible).
Es
necesario asumir que las opciones políticas las hacemos entre todos, no
las hacen líderes mesiánicos. Los partidos serán el resultado de lo que
se proponga una ciudadanía participativa, no se trata de que esperemos a
que los organicen otros desde arriba y que sean perfectos sin nuestro
trabajo.
Ya sé que no queda moderno, pero yo sigo reivindicando un partido político organizado
(pueden llamarlo de otra manera si lo desean), con ideología definida
tras debatirla sus militantes, con democracia interna y estructura
representativa. Y sí, disciplina para que todos en esa organización
trabajen por el mismo objetivo. Y aceptar que detrás de las promesas de
milagros y mesías solo suele haber humo. O estados de ánimo en el mejor
de los casos, y eso no es suficiente. Porque si unimos las
organizaciones mejoradas desde dentro con el estado de ánimo podremos
ser invencibles.
DdA, XV/4.072
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