Félix Población
Ayer volvieron a
descalificarse mutuamente los señores Tardà y Rivera en el Congreso de los
Diputados y volvió la señora presidenta a advertirles que tanto los insultos “golpista”
como “fascista” serían eliminados del diario de sesiones. Ambos
descalificativos no vienen al caso y sólo contribuyen a enconar aún más la
cuestión catalana, para beneficio de quienes apuestan por el cuanto peor mejor
aquende y allende el Ebro.
Por más que su
compañero de filas Rufián se empeñe en contraponer con su histriónica y
desafiante actitud la que muestra Joan Tardà, para quien la república catalana
no se logra con pasamontañas, yo no pierdo la confianza en Esquerra Republicana
(ERC). Tardà, profesor en un instituto de Lengua y Literatura Catalana, inició
su militancia en Bandera Roja a finales del franquismo y de aquí pasó al PSUC,
para desembocar finalmente en ERC. Tiene por lo tanto tras de sí un largo
currículum y una contrastada experiencia política que creo valora especialmente
Oriol Junqueras, presidente de su partido, actualmente en la cárcel por sus
ideas, no en Waterloo.
Dicho esto, estoy
convencido de que tanto Junqueras como Tardà están convencidos de que lo
ocurrido en Andalucía en las pasadas elecciones autonómicas puede repetirse en
las próximas elecciones generales en España, para las cuales el plazo es
posible que se acorte cada vez más en beneficio de la triple derecha de José María Aznar, que acaso sueñe con liderarla y hacer de salvador de la patria.
Yo diría aún más con
relación a estos últimos y próximos comicios: si en Andalucía parece que el papel de la extrema
derecha naciente se limitará a apoyar la formación de un gobierno de derecha,
lo que podría ocurrir en unas elecciones generales -teniendo en cuenta que la
comunidad andaluza siempre tendió a la izquierda y ya ven lo que ocurrió- es
que la extrema derecha pueda tener en el futuro un papel más participativo en el gobierno de España, como consecuencia de
su más que previsible exitoso y puede que mejor arranque en las elecciones generales.
¿No han pensado los
señores Oriol y Junqueras en esa posibilidad y en el destino que le aguardaría
a su país y a España toda con un gobierno de derecha radical que posiblemente no tendría ningún
complejo y hasta sentiría orgullo en actuar en Cataluña como lo hizo el de Rajoy el 1 de octubre, cuando las
botas pretendieron torpe y vergonzosamente acabar con los votos que llevaron, a su vez, a una no menos vergonzosa declaración unilateral de independencia, erradicada con la aplicación del artículo 155? Eso, como mínimo, habida cuenta el reforzamiento radical del nacionalismo españolista que aportará Vox.
PS. Llamar desde la derecha más rancia y católica de Catalunya a seguir la vía eslovena, además de dislate, es insultar a quienes son víctimas de las políticas ultraliberales de los nacionalistas, de todos los nacionalistas de España, de todos los degenerados que anteponen patrias y banderas al bienestar de la gente. Léase artículo sobre Quim Torra de Pedro Luis Angosto en Nueva Tribuna.
PS. Llamar desde la derecha más rancia y católica de Catalunya a seguir la vía eslovena, además de dislate, es insultar a quienes son víctimas de las políticas ultraliberales de los nacionalistas, de todos los nacionalistas de España, de todos los degenerados que anteponen patrias y banderas al bienestar de la gente. Léase artículo sobre Quim Torra de Pedro Luis Angosto en Nueva Tribuna.
DdA, XV/4.035
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