miércoles, 19 de diciembre de 2018

A PROPÓSITO DE TODO UN CELA DE TOMO Y LOMO Y LA OBRA ERÓTICA DE LA QUE RENEGÓ EL ESCRITOR


Félix Población

Cuenta Francisco Fuster en las redes asociales que hace unos días un señor le dijo por mensaje privado que tenía en casa unos libros de Cela, herencia de su padre, que quizá pudieran interesarle. "Como vive en un pueblo cercano al mío prosigue Fuster-, ayer fui a verlos y me encontré con esto: las “Obras Completas” de Cela (37 volúmenes encuadernados en piel) que publicó Destino en 1990. Le pregunté cuánto quería por ellas, pero me dijo que nada: que si las cargaba y me las llevaba, me las regalaba. Y aquí están en la mesa de mi despacho, a falta de un lugar mejor donde colocarlas...".  

A esto se le llamar tener a todo un don Camilo de tomo y lomo en casa, algo que personalmente me sirve para reconsiderar, en primer lugar, el poco aprecio del legado cultural que tienen algunos hijos respecto al que les dejan sus progenitores. La historia de las bibliotecas privadas que corrieron esa o parecida suerte sería incalculable, con todas las honrosas excepciones que se quieran. 

Pero en este caso, también, lo que llama la atención es que esos 37 volúmenes que son casi la obra de toda una vida (Cela falleció en 2002) corresponden al último Premio Nobel de Literatura que ha tenido España, un autor especialmente importante sobre todo por sus primeros libros, y al que la fortuna le sonrió con una trayectoria vital tan popular como afamada y prestigiosa. 

Desconozco la dimensión de lectura que tiene Cela en nuestros días entre las jóvenes generaciones, pero todo parece indicar que está muy por debajo de la que tuvo hace veinte o treinta años. Del escritor de Padrón lo último que supimos lo aportó el diario ABC no hace mucho al informarnos de una obra escrita antes de recibir el Premio Nobel, ilustrada por el artista Borja de Pedro, y de la que el autor renegó, hasta el punto de que sólo se conservan unos cuantos ejemplares. 

Se titula Reloj de arena, reloj de sol, reloj de sangre. Leo en el citado diario que el texto está escrito en prosa poética sin signos de puntuación y con un ritmo absorbente de alto contenido sexual. Según la información aportada por ABC, el artista asumió todos los gastos de aquella previsible única edición («Él no ponía un duro, era bastante rácano»), de doscientos ejemplares numerados de los que cien serían para él (los pares) y cien para Cela (los impares). 

En una breve información, recogida en las páginas del mismo periódico el 21 de febrero de 1990, se da cuenta de la próxima publicación, por parte de Cela, del libro «Reloj de arena, reloj de sol, reloj de sangre», «una obra de carácter erótico, realizada con aguafuertes del artista aragonés Borja de Pedro y cuyos ejemplares costarán 350.000 pesetas». 





Un fragmento del texto de Cela


Según Leonardo Romero Tobar, catedrático de Literatura Española en la Universidad de Zaragoza, se trata de un texto muy bueno, Cela en estado puro. De Pedro no solo coincide sino que lo califica como uno de los mejores del autor: «Lo presentamos, con su presencia, en Barcelona, en una especie de galería de arte y todo fue muy bien. Hubo los primeros pedidos, pero a Marina [Castaño, segunda esposa de Cela] no le pareció bien darlo a conocer, porque le parecía que la gente la iba a identificar con el personaje femenino del texto, lo cual es fácil, porque un viejecito que va con una más joven y escribe un texto pornográfico, pues se presta…».

Hubo que sumar a las reticencia de Castaño la concesión del Nobel a su Cela, un reconocimiento que casaba mal con una obra de esas características: «Ella no quiso darlo a conocer. No le gustaba e hizo todo para que él no viniera más a ninguna presentación pública, lo cual a mí me perjudicaba- cuenta el artista-. Se lo dije y nos distanciamos bastante, así que no le entregué los cincuenta ejemplares que me quedaban. A él le pareció muy mal, y protestó». 

En ese punto del relato -según leo en ABC- las versiones son contradictorias. Una persona del entorno de De Pedro asegura que recibieron, en aquellos días, una llamada de teléfono en la que un representante de la Fundación Cela pedía que el artista les entregara todos sus ejemplares para destruirlos y que «ese libro simplemente no hubiera existido», a lo que éste se negó, ofreciéndoles la posibilidad de vendérselos, «con un buen descuento». El «emisario» dijo que no y «ahí se acabó la historia».

«Doña Marina -prosigue De Pedro-, que ya ejerce una gran influencia sobre el marido, logra que se destruyan sus ejemplares. En público, más de una vez, Cela reniega de ese libro, hasta decir que no es suyo, y consigue que en sus biografías de la época no aparezca», recuerda esa misma fuente. Un extremo, este último, que De Pedro confirma: «Él quiso borrarlo totalmente del mapa, como si no existiera, sobre todo a partir del Nobel. Marina le influyó, y que le dieran el Nobel también, porque no quería polémicas, y este es un texto polémico».


Expertos bibliófilos valoran hoy en 2.340 euros la obra, de la que el artista conserva «unos cuarenta ejemplares», además de los tres que hay disponibles en la Librería Pons de Zaragoza. El único rastro oficial del libro está en la base de datos de la Biblioteca Nacional y en el catálogo de Rebiun, la red de bibliotecas de las universidades españolas, que especifica que hay una copia en la Biblioteca de Cataluña y otra en la Universidad de Oviedo.

Sic transit gloria mundi.

                   DdA, XV/4.040                    

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