A PROPÓSITO DE TODO UN CELA DE TOMO Y LOMO Y LA OBRA ERÓTICA DE LA QUE RENEGÓ EL ESCRITOR
Félix Población
Cuenta Francisco Fuster en las redes asociales que hace
unos días un señor le dijo por mensaje privado que tenía en casa unos
libros de Cela, herencia de su padre, que quizá pudieran interesarle. "Como
vive en un pueblo cercano al mío prosigue Fuster-, ayer fui a verlos y me encontré con
esto: las “Obras Completas” de Cela (37 volúmenes encuadernados en piel)
que publicó Destino en 1990. Le pregunté cuánto quería por ellas, pero
me dijo que nada: que si las cargaba y me las llevaba, me las regalaba. Y
aquí están en la mesa de mi despacho, a falta de un lugar mejor donde
colocarlas...".
A esto se le llamar tener a todo un don Camilo de tomo y lomo en casa, algo que personalmente me sirve para reconsiderar, en primer lugar, el poco aprecio del legado cultural que tienen algunos hijos respecto al que les dejan sus progenitores. La historia de las bibliotecas privadas que corrieron esa o parecida suerte sería incalculable, con todas las honrosas excepciones que se quieran.
Pero en este caso, también, lo que llama la atención es que esos 37 volúmenes que son casi la obra de toda una vida (Cela falleció en 2002) corresponden al último Premio Nobel de Literatura que ha tenido España, un autor especialmente importante sobre todo por sus primeros libros, y al que la fortuna le sonrió con una trayectoria vital tan popular como afamada y prestigiosa.
Desconozco la dimensión de lectura que tiene Cela en nuestros días entre las jóvenes generaciones, pero todo parece indicar que está muy por debajo de la que tuvo hace veinte o treinta años. Del escritor de Padrón lo último que supimos lo aportó el diario ABC no hace mucho al informarnos de una obra escrita antes de recibir el Premio Nobel, ilustrada por el artista Borja de Pedro, y de la que el autor renegó, hasta el punto de que sólo se conservan unos cuantos ejemplares.
Se titula Reloj de arena, reloj de sol, reloj de sangre. Leo en el citado diario que el texto está escrito en prosa poética sin signos de puntuación y con un ritmo absorbente de alto contenido sexual. Según la información aportada por ABC,el artista
asumió todos los gastos de aquella previsible única edición («Él no ponía un duro,
era bastante rácano»), de doscientos ejemplares numerados de los que
cien serían para él (los pares) y cien para Cela (los impares).
En una
breve información, recogida en las páginas del mismo periódico el 21 de febrero de
1990, se da cuenta de la próxima publicación, por parte de Cela, del
libro «Reloj de arena, reloj de sol, reloj de sangre», «una obra de carácter erótico, realizada con aguafuertes del artista aragonés Borja de Pedro y cuyos ejemplares costarán 350.000 pesetas».
Según Leonardo Romero Tobar, catedrático de Literatura Española en la Universidad de Zaragoza, se trata de un texto muy bueno, Cela en estado puro. De Pedro no solo coincide sino que lo califica como uno de los mejores del autor:«Lo
presentamos, con su presencia, en Barcelona, en una especie de galería
de arte y todo fue muy bien. Hubo los primeros pedidos, pero a Marina [Castaño, segunda esposa de Cela] no
le pareció bien darlo a conocer, porque le parecía que la gente la iba a
identificar con el personaje femenino del texto, lo cual es fácil,
porque un viejecito que va con una más joven y escribe un texto pornográfico, pues se presta…».
Hubo que sumar a las reticencia de Castaño la concesión del Nobel
a su Cela, un reconocimiento que casaba mal con una obra de esas
características: «Ella no quiso darlo a conocer. No le gustaba e hizo
todo para que él no viniera más a ninguna presentación pública, lo cual a
mí me perjudicaba- cuenta el artista-. Se lo dije y nos distanciamos bastante, así que no
le entregué los cincuenta ejemplares que me quedaban. A él le pareció
muy mal, y protestó».
En ese punto del relato -según leo en ABC- las versiones son
contradictorias. Una persona del entorno de De Pedro asegura que
recibieron, en aquellos días, una llamada de teléfono en la que un
representante de la Fundación Cela pedía que el artista les entregara
todos sus ejemplares para destruirlos y que «ese libro simplemente no
hubiera existido», a lo que éste se negó, ofreciéndoles la posibilidad
de vendérselos, «con un buen descuento». El «emisario» dijo que no y
«ahí se acabó la historia». «Doña
Marina -prosigue De Pedro-, que ya ejerce una gran influencia sobre el marido, logra que se
destruyan sus ejemplares. En público, más de una vez, Cela reniega de
ese libro, hasta decir que no es suyo, y consigue que en sus biografías
de la época no aparezca», recuerda esa misma fuente. Un extremo, este
último, que De Pedro confirma: «Él quiso borrarlo totalmente del mapa,
como si no existiera, sobre todo a partir del Nobel. Marina le influyó, y
que le dieran el Nobel también, porque no quería polémicas, y este es
un texto polémico».
Expertos
bibliófilos valoran hoy en 2.340 euros la obra, de la que el artista
conserva «unos cuarenta ejemplares», además de los tres
que hay disponibles en la Librería Pons de Zaragoza. El único rastro oficial del libro está en la base de datos de la Biblioteca Nacional
y en el catálogo de Rebiun, la red de bibliotecas de las universidades
españolas, que especifica que hay una copia en la Biblioteca de Cataluña
y otra en la Universidad de Oviedo.
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