Aparte de recomendar la lectura de todo el artículo, que el autor publica en Nueva Tribuna (La historia como infamia: aviso a los caminantes), quiero subrayar buena parte de su contenido, partiendo de la leyenda roja que se tejió sobre la segunda República durante la guerra de España y que con atinado criterio analizó en su día Juan Negrín en una conferencia ante la Sociedad de Naciones: "Hemos sido
las primeras víctimas -dijo don Juan-. Tened cuidado. No seremos las últimas”. Y no se equivocó. ¿Qué diría del actual periodo histórico, en Europa y América, quien con tanta clarivedencia acertó a diagnosticar el que le tocó vivir?
Pedro Luis Angosto
En una
conferencia pronunciada el 14 de septiembre de 1937 ante los periodistas
de todo el mundo congregados en la Sociedad de Naciones, el Doctor
Negrín insistió en la responsabilidad que la prensa “democrática”
occidental tenía en la nueva leyenda negra, ahora convertida en roja,
que muchos periódicos estaban inventándose sobre la situación española,
un país que como él mismo aseveró estaba gobernado en julio del 36 por
partidos republicanos moderados sin socialistas ni comunistas, un país,
uno de los pocos, que no tenía relaciones diplomáticas con la URSS, un
país abandonado por todos, entregado a las potencias del Eje y del que
muchos diarios de todo el mundo decían estaba en manos del comunismo
internacional. En un momento de su disertación Negrín dijo: “Hemos sido
las primeras víctimas. Tened cuidado. No seremos las últimas”. Las
palabras claras y explícitas de Negrín no tuvieron respuesta alguna de
los mandatarios británicos que siguieron jugando a una política de
apaciguamiento que partiendo de la mentira y la infamia, pretendía
entregar España a los nazis mientras decidían si aceptaban una alianza
con Hitler o se armaban para responder a una futura agresión, cosa que
tenían descontada de no llegar a un pronto acuerdo con el carnicero
austriaco.
España se desangró luchando en solitario contra el nazi-fascismo,
España se desgañitó en los foros internacionales insistiendo en que la
guerra de España era la primera parte del futuro e inmediato conflicto
mundial, España, gracias a la generosidad del Reino Unido, luego de
Estados Unidos, vivió bajo el terror fascista durante cuarenta años,
sufriendo la más brutal e indiscriminada represión que ha sufrido Estado
europeo alguno durante el siglo XX: 200.000 fusilados, 190.000
desaparecidos, cientos de miles de exiliados, millones de encarcelados,
depurados, vigilados, amedrentados, castrados durante cuarenta años. El 3
de septiembre de 1939, dando la razón a los gobernantes y diplomáticos
españoles y mexicanos, se abrían los siguientes capítulos de la guerra
de España, los que correspondían al resto de Europa.
Hoy, cuando escribo estas letras, 27 de noviembre de 2018, los héroes
que se enfrentaron en solitario y por primera vez al nazi-fascismo que
destruyó Europa, siguen en el más absoluto de los olvidos, gozando
todavía de la leyenda roja que británicos y fascistas urdieron sobre
ellos; hoy, 27 de noviembre de 2018, Europa tiene una enorme deuda con
los antifascistas españoles que pusieron sus pechos a las balas, las
bombas nazis y la hipocresía británica para liberar a su país y liberar a
Europa de una muerte anunciada. Por las ciudades y campos de España
siguen habitando admiradores de los genocidas nativos, sádicos
ignorantes; por las ciudades y campos de Europa siguen habitando
desmemoriados y ruines que se precian de no saber que fue la República
española la primera que se enfrentó, contra todos, al fascismo
internacional, que presumen de sus héroes y olvidan que si sus gobiernos
hubiesen apoyado a la República española, probablemente se habrían
ahorrado 80 millones de muertos. Es, simplemente, la infamia hecha
historia.
Hoy, de nuevo, el fascismo amenaza a Europa y al mundo entero, todos sabemos lo que está ocurriendo, todos somos conscientes que del descrédito de la democracia no vendrá ningún régimen bondadoso de progreso y bienestar, que en la Europa del Este y en la más desarrollada, que en Estados Unidos y en otras partes del planeta, el fascismo está llamando a la puerta y que, como entonces, viene a crear un hombre y un mundo nuevo, un mundo arrasado e inhabitable y un hombre miserable, devuelto a la animalidad más escueta. Hoy, sin embargo, contamos con más medios que nunca para hacerle frente, pero nadie puede seguir en silencio por más tiempo, parar a la bestia es cuestión de todos, periodistas, historiadores, fontaneros, actores, políticos, publicistas, escritores, cineastas, obreros y cualquiera que siga creyendo, con Don Quijote, que “la libertad es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y se debe aventurar la vida”. Desigualdad, depredación, explotación, mentira, racismo, xenofobia, machismo y soberbia individualista son las banderas del ejército negro. No lo dejemos pasar.
Hoy, de nuevo, el fascismo amenaza a Europa y al mundo entero, todos sabemos lo que está ocurriendo, todos somos conscientes que del descrédito de la democracia no vendrá ningún régimen bondadoso de progreso y bienestar, que en la Europa del Este y en la más desarrollada, que en Estados Unidos y en otras partes del planeta, el fascismo está llamando a la puerta y que, como entonces, viene a crear un hombre y un mundo nuevo, un mundo arrasado e inhabitable y un hombre miserable, devuelto a la animalidad más escueta. Hoy, sin embargo, contamos con más medios que nunca para hacerle frente, pero nadie puede seguir en silencio por más tiempo, parar a la bestia es cuestión de todos, periodistas, historiadores, fontaneros, actores, políticos, publicistas, escritores, cineastas, obreros y cualquiera que siga creyendo, con Don Quijote, que “la libertad es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y se debe aventurar la vida”. Desigualdad, depredación, explotación, mentira, racismo, xenofobia, machismo y soberbia individualista son las banderas del ejército negro. No lo dejemos pasar.
Léase también:
Milana bonita: el trasvase de propiedad de la guerra a la dictadura
No se puede calibrar la represión sin entender
cómo personas reconocidas en la España de los años 30 se sintieron
legitimadas para exigir multas a familiares de personas asesinadas,
exhibir públicamente a sus vecinos conversos y disfrutar de sus bienes.
DdA, XV/4.024
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