Francisco Machado y su sobrina Leonor
Félix Población
Conocida es la obra de los dos hermanos Machado, Antonio y Manuel,
pero apenas se sabe nada del tercero de los Machado, que también fue
poeta. Se llamaba Francisco y hace algunos años Ediciones de la Torre
publicó un librito suyo bajo el título Obras escogidas. El
poemario está prologado por su hija Leonor, fallecida en 2017 y
presidenta hasta entonces de la Fundación Antonio Machado. A Leonor
Machado se le puso ese nombre en homenaje a Leonor Izquierdo, la joven
esposa de don Antonio, cuya temprana muerta en Soria tanto afectó al
poeta.
Del hermano menor de los Machado, Francisco, no nos aporta muchos
datos su hija, pero sí que nació en la calle Claudio Coello de Madrid en
1885, que estudió Derecho y fue oficial de prisiones, con inquietudes
literarias desde su juventud y colaboraciones en Los lunes del Imparcial, La Correspondencia de España
y otras revistas. Como funcionario pasó por las cárceles de Madrid, su
primer destino, y Puerto de Santa María (Cádiz), en donde conoció a la
pianista Mercedes Martínez, con quien se casó en 1915, doblemente
enamorado de la mujer y la música, para la que contaba con un buen oído.
De la prisión del Puerto pasó a la de Cartagena, en donde conoció al
comité de la gran huelga de 1917 (Besteiro, Saborit, Largo Caballero,
Anguiano), para ser nombrado luego subdirector de la prisión de Toledo,
ciudad en la que nacieron sus tres hijos, Mercedes, Manuel y Leonor.
Ascendido a director en 1920, Francisco Machado ocupó otros destinos
en León y Barcelona, de donde se fue al Reformatorio de Adultos de
Alicante, para dirigir más tarde la Cárcel de Mujeres de Madrid en 1933.
Una de las pocas fotografías que se conocen en compañia de sus tres
hijas está fechada en León, ciudad en la que residió durante siete años.
Aquí conoció al joven poeta Victoriano Crémer, que siempre tuvo muy
presente en su larga vida el recuerdo del menor de los Machado -como
admirador rendido de Manuel y Antonio- , y fue por entonces cuando el
poeta fallecido en Colliure, que solía visitar a Francisco, dio de León
esta semblanza en el soneto de los chopos de candela, según cuenta Ernesto Escapa (Un Machado en León):
camino de soñada Compostela
-¡oh monte lila y flavo! -, peregrino,
en un llano, entre chopos de candela.
Otoño con dos ríos ha dorado
el cerco del gigante centinela
de piedra y luz, prodigio torreado
que en el azul sin mancha se modela.
Verás en la llanura una jauría
de agudos galgos y un señor de caza,
cabalgando a lejana serranía,
vano fantasma de una vieja raza.
Debes entrar cuando en la tarde fría
brille un balcón de la desierta plaza".
Ya durante la guerra, Francisco y su familia seguirán el mismo
derrotero que sus hermanos Antonio y José. Primero en la Villa Amparo
de Rocafort (Valencia) y luego en la Torre de Castañer, sita en el Paseo
de Gracia de Barcelona. Así hasta el 22 de enero de 1939 en que pasaron
la frontera camino del exilio y llegaron a Colliure una semana más
tarde, en donde al mes siguiente fallecería el autor de Campos de Castilla y a los tres días la madre de los Machado, Ana Ruiz.
En ese breve prólogo de Leonor Machado no se nos dice nada de lo que
fue de Francisco después de la guerra, aunque sí nos hace un fugaz
retrato de su tío Antonio, a quien equipara con su Juan de Mairena como
filósofo amable, un poco poeta y un poco escéptico, que tenía para todas
las debilidades humanas una benévola sonrisa de comprensión e
indulgencia. Debemos a Enrique Sánchez Lubián, autor de una biografía
sobre Francisco (El reloj de la cárcel), algunas referencias de
lo que fue la vida, una vez de vuelta a España. (El tútulo alude al
poema escrito por el biografiado, en recuerdo del reloj de la cárcel
leonesa):
"Hay una luz redonda/en la plaza desierta;/el reloj de la cárcel/ con
su campana vieja./Sus tañidos al viento/toda la plaza llenan,/cuando
suenan las horas/parece que se quejan". El mismo reloj volverá a sonar (Tañer) en los versos de Blas de Otero unos años más tarde:
"Eschucha,
estoy oyendo
el reloj de la cárcel
de León.
Las campanas de la Audiencia
de Soria.
Filo de la madrugada.
...oyendo
tañer
España".
estoy oyendo
el reloj de la cárcel
de León.
Las campanas de la Audiencia
de Soria.
Filo de la madrugada.
...oyendo
tañer
España".
Francisco Machado con sus tres hijas en León
El retorno a España de Francisco lo gestionó Manuel Machado, gracias a
su fidelidad al régimen franquista, mientras los otros dos hermanos,
José y Joaquín, tomaron el camino del exilio en Chile. Francisco hubo
hacer frente al expediente de depuración al que había sido sometido,
quedando libre de responsabilidades, pues su trayectoria como director
de la Cárcel de Mujeres de Madrid no despertó ningún recelo. Había
observado "una conducta intachable, era persona de orden y apolítica, y
no había participado en hechos delictivos durante el dominio rojo". Es
de significar, como señala el aludido biógrafo, que también Francisco
Machado dejó una buena impresión en la reclusa Dolores Ibarruri,
Pasionaria, quien escribió que su estancia en esa prisión había sido
bien diferente a la sufrida en otros penales. El ex director fue
readmitido sin sanción y nombrado director de la Prisión de Mujeres de
Amorebieta (Vizcaya).
En septiembre de 1940, sin embargo, se decretó la baja en el servicio
de aquellos funcionarios que no tuviesen las adecuadas condiciones
físicas o morales. A Francisco se le instó a la jubilación a los 56
años, a lo que se resistió por hallarse bien de salud. Se le declaró
entonces excedente forzoso con una reducción de una tercera parte en
sus haberes. Intentó por ello su rehabilitación, tras treinta años sin
haber sido amonestado ni una sola vez.
“No entendía cuáles podrían ser los motivos de su situación –escribe Sánchez Lubián- , suponiendo que obedecían a su carácter compasivo con relación a la población reclusa, "a la que nunca llegó por ningún medio violento, sino por el de la persuasión". Llama la atención, al respecto, un informe de la Inspección Central de la Dirección General de Prisiones en el que se afirmaba que "confiado en su caballerosidad no prevé que el material recluso con quien labora puede ser desleal y no siempre merecedor del sistemático trato humanitario que les dispensa".
Es de tener en cuenta que las cárceles de entonces, en plena
posguerra, estaban repletas de presos políticos y que el menor de los
Machado había estudiado en la Escuela de Criminología la nueva
concepción del régimen penitenciario, donde la pena se orientaba hacia
la readaptación social del delincuente, según las teorías de su admirada
Concepción Arenal. Es probable que los presos ignorasen que tras la
caballerosidad de don Francisco se escondía la identidad del hermano
menor del poeta muerto en el exilio. Francisco Machado consiguió
finalmente que un tribunal médico dictaminase que poseía aptitud física y
mental para el desempeño de su cargo de director, por lo que fue
reintegrado a los servicios burocráticos.
En los últimos años de su vida, que no fue larga pues falleció en
Madrid en 1950, Francisco Machado se dedicó a la literatura, tras haber
fundado con su hermano Manuel Los del 90, una agrupación de escritores.
Fue colaborador del semanario Fotos y antes de fallecer entregó a
su hija una maleta en la que conservaba manuscritos de sus dos
hermanos, que Leonor custodió hasta su muerte. Unos años antes de morir
Francisco, había fallecido en 1947 Manuel Machado, cuya viuda, Eulalia
Cárceres, ingresó en un convento, después de donar los archivos de su
marido a la Diputación de Burgos y a Francisco. Las herederas de éste
vendieron ambos legados a Unicaja.
Francisco publicó el libro Leyendas toledanas y dejó sin terminar otro titulado Ráfagas de inquietud.
Como poeta no está a la altura de sus dos hermanos, pero sí es
perceptible una afinada sensibilidad, cierto dominio del verso y la
patente influencia que, con precedentes becquerianos, dejaron tanto
Antonio como Manuel en los temas y la composición de sus estrofas:
“Adiós me dijiste/ Una tarde plácida, / Escuchando el lánguido/ Suspirar del agua. / Adiós para siempre/ Repetiste impávida/ Siguiendo el camino/ Sin volver la cara. / Dispersa y atónita/ Quedó mi mirada/ Viendo como un “todo”/ Se convierte en “nada”.
En Datos biográficos de Manuel y Antonio Machado, por su hermano Paco,
un texto incluido en las Obras escogidas, Francisco Machado concluye la
reseña con sendos poemas de uno y otro. De Antonio elige Retrato: “Y
cuando llegue el día del último viaje/ y esté al partir la nave que
nunca ha de tornar, / me encontraréis a bordo, ligero de equipaje, /
casi desnudo, como los hijos de la mar”. De Manuel selecciona su otro
retrato, Adelfos: “Mi voluntad se ha muerto una noche de luna/ En que
era muy hermoso no pensar ni querer…/ De cuando en cuando un beso, sin
ilusión ninguna, / ¿El beso generoso que no he de devolver!”.
DdA, XV/4.023
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