Félix Población
No tengo todavía en mis manos el libro de conversaciones que mantuvieron el
periodista Enric Juliana, director adjunto del diario La Vanguardia en Madrid,
y Pablo Iglesias, secretario general de Podemos, por lo que deberé volver a
leer lo que hoy he visto publicado en algún medio acerca de la bandera tricolor
de la segunda República.
En Nudo España, el libro recientemente publicado por la editorial
Arpa, afirma Iglesias que, cuando España vuelva a ser una república -tal como
él defiende y las encuestas realizadas por su partido avizoran-, “la bandera
tricolor, los símbolos de la Segunda República y del bando perdedor de la
Guerra Civil -cita textual- no van a resurgir para impartir una especie de
justicia histórica. Nosotros hemos tomado distancia de significantes que,
aunque a algunos nos puedan emocionar a nivel personal, no sirven para construir
una mayoría social de futuro”. Sostiene el secretario general del partido
morado que “el proyecto de España que seduzca a Cataluña tendrá que
fundamentarse en valores republicanos y que no es imposible imaginar un cambio
tranquilo a corto plazo que permita la extinción pacífica de la monarquía”, una
vez se les permita a los españoles decidir sobre la vigencia o no de esa
institución.
Pablo Iglesias debería haber reparado en lo improcedente de sus palabras a
la hora de referirse a quienes representaban al gobierno de la nación en 1936 y
aplicarles el mismo sustantivo (bando) que a quienes provocaron un golpe de
Estado, seguido por el más trágico de los episodios de la historia de España y
una larga y cruel dictadura. Estoy seguro de que él mismo lo considerará un
error, demasiado frecuente por desgracia no sólo en el lenguaje coloquial sino
en el de algunos historiadores, en ocasiones con intencionalidad equívoca o malsana.
En cuanto a la bandera tricolor como significante "que no sirve para
construir una mayoría social de futuro", conviene tener en cuenta que,
aunque la efímera primera república mantuvo la enseña roja y gualda, el color
morado se identifica con la tradición republicana española desde al menos
finales del siglo XIX, y más en concreto con el sector federalista afín a Pi i
Margall, como testimonian los ateneos y casinos republicanos de entonces.
Si la segunda República optó por la bandera tricolor fue porque, como
precedente, el régimen monárquico de la Restauración desde su nacimiento en 1874
-con el pronunciamiento del general Martínez Campos y el final de la primera
República- hasta su ocaso en abril de 1931, no hizo más que crecer en desdoro
entre sectores mayoritarios de la sociedad española como consecuencia, sobre
todo, del desastre del 98, las sangrientas guerras en el norte de África
(Alfonso XIII El Africano) y la imposición de la dictadura de Primo de Rivera.
Por decreto del 27 de abril de 1931, firmado el gobierno provisional de la
segunda República, fue adoptada la enseña tricolor según estos términos: […]
“El alzamiento nacional contra la tiranía, victorioso desde el 14 de abril, ha
enarbolado una enseña investida por el sentir del pueblo con la doble
representación de una esperanza de libertad y de su triunfo irrevocable. Durante
más de medio siglo la enseña tricolor ha designado la idea de la emancipación
española mediante la República. En pocas horas, el pueblo libre, que al tomar
las riendas de su propio gobierno proclamaba pacíficamente el nuevo régimen,
izó por todo el territorio aquella bandera, manifestando con este acto
simbólico su advenimiento al ejercicio de la soberanía. Una era comienza en la
vida española. Es justo, es necesario, que otros emblemas declaren y publiquen
perpetuamente a nuestros ojos la renovación del Estado. El Gobierno provisional
acoge la espontánea demostración de la voluntad popular, que ya no es deseo,
sino hecho consumado, y la sanciona. En todos los edificios públicos ondea la
bandera tricolor. La han saludado las fuerzas de mar y tierra de la República;
ha recibido de ellas los honores pertenecientes al jirón de la Patria”. […]
Durante la Guerra de España, quienes adoptaron la bandera bicolor roja y
gualda fueron los militares felones el 19 de agosto de 1936, a instancias de
los combatientes monárquicos y carlistas que se unieron al golpe militar de
Francisco Franco para diferenciarse de las tropas que defendieron la legalidad
republicana y combatieron bajo la bandera tricolor. A la enseña monárquica
adoptada por Carlos III le cambiaron el escudo con la corona mural por el del
águila de San Juan quienes contaron como aliados con el nazi-fascismos, águila
que sería eliminada con la nueva restauración monárquica de 1975, acordada por
el dictador.
No sé los republicanos de esa futura tercera República Española que prevé
Pablo Iglesias, pero para muchos republicanos de ahora el significante de la
enseña tricolor es el único que los identifica no solo con el régimen que
combatió al nazi-fascismo sino con quienes defendieron la segunda República con
su vida frente a lo que ayer, hoy y mañana representará siempre la muerte de
las libertades y los derechos cívicos.
DdA, XV/4.010
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