miércoles, 21 de noviembre de 2018

BUENAVENTURA DURRUTI, CON EL DELANTAL PUESTO

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Aprovecho el siguiente comentario de mi estimado colega Félix Maraña, acerca de Durruti, para recomendar el magnífico libro Los olvidados de los olvidados, publicado hace unos meses por Ediciones La catarata. Se trata de una breve historia del siglo y medio del anarquismo español, con textos del profesor de Cuiencia Política (Universidad Autónoma de Madrid) Carlos Taibo e ilustraciones de Jacobo Pérez-Enciso. Aunque el libro tiene una franca vocación pedagógica y divulgadora, incorpora una consideración crítica de debates relevantes. Es el caso de los que se interesan por las explicaciones que dan cuenta del peso del anarquismo en España, por la naturaleza de fondo de este último, por su dimensión de articulación de una sociedad alternativa, por las discusiones que se hicieron valer, durante la guerra civil, al calor de la participación en las instituciones o, en suma, por la propia actualidad del pensamiento y de las prácticas libertarias. No faltan tampoco consideraciones acerca de los justificado del título.

Félix Maraña
El 20 de noviembre también murió Buenaventura Durruti (1896–1936). Nadie sabe a ciencia cierta quién y por qué decidió asesinarlo. Edmundo Markuleta, artista donostiarra, le dedicó un libro muy original. Pero Durruti, además de un sindicalista, era una persona con grandes cualidades, un avanzado.
Se recuerda la muerte del resistente Durruti, leonés del mundo, y hay quien ha puesto el acento en recordar algún testimonio del propio líder anarquista y de otros compañeros suyos de lucha, admirados y extrañados éstos de que Buenaventura hiciera todas las tareas de cuidado y asistencia de su casa –lavar, fregar, coser, hacer las camas y deshacerlas–. Aunque sólo fuera porque este hombre se mostrara tan digno en la convivencia y vivencia doméstica ya me bastaría a mí para reparar con detenimiento y admiración del personaje y la persona. Lo que me ha extrañado a mí es que sean algunas personas que se consideran de izquierdas –las derechas consideran que es la mujer, y sólo ella, quien debe hacer esas tareas–, estas gentes de izquierdas, digo, quienes expresen, al día de hoy, su extrañeza porque Durruti fuera hombre en la guerra y en la familia, que fregara los platos y le diera a la escoba. Y esto me ha hecho recordar a un artista vasco, donostiarra, Edmundo Markuleta (1925-1989), pintor, dibujante y anarquista. Hablé en su día de Markuleta en los periódicos, porque es un artista que recorrió el mundo publicando historietas, que escribía junto a su hermano Alfredo, pero ahora le traigo aquí como autor de un libro único, que encontré un día en librería de viejo de Barcelona, donde Markuleta se instaló en 1972, a su vuelta de América. Se trata del TBO "Las seis muertes de Durruti", que Markuleta escribe tras hablar con personas que conocieron al líder anarquista.
En "El corto verano de la anarquía, vida y muerte de Durruti", Hans Magnus Enzenberger nos da el testimonio que ilustra este comentario.

                   DdA, XV/4.017                  

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