
Olga Rodríguez
Mi
bisabuelo, Santos Francisco, fusilado por los golpistas en 1936, sigue
desaparecido. Herrador, padre de 7 hijos, de Mansilla de las Mulas,
León. Lo sacaron de su casa y se lo llevaron como a tantos otros.
Hoy es el Día de las Víctimas de las Desapariciones Forzadas.
Más de 114.000 desaparecidos por el franquismo.
Mi bisabuelo fue fusilado con otros cinco hombres y una mujer. En su
pueblo, como en tantas otras zonas de España, no hubo guerra, solo
aniquilación y represión contra los que no apoyaron el golpe de Estado.
Operaron con listas negras. Casa por casa, pueblo por pueblo
Hubo
un plan estudiado para acabar con aquellos grupos de la sociedad que
habían llevado progreso, educación, pensamiento a pueblos y ciudades. Un
plan ejecutado para eliminar a los que tenían unas ideas políticas
determinadas. Eso en Derecho Internacional tiene un nombre.
En
gran parte lo consiguieron: 160.000 asesinados solo en los primeros
años, 114.000 desaparecidos, 465.000 exiliados, 9.000 republicanos
encerrados en campos de concentración nazis. Y los que se quedaron en
España, torturados, encarcelados, amenazados u obligados a silenciar y a
negarse a sí mismos.
En el pueblo de mi bisabuelo, como en la
mayoría de los pueblos de España, no hay una placa que recuerde a los
asesinados y desaparecidos por la dictadura. El alcalde del pueblo fue
uno de ellos. Pero no hay placa para él tampoco.
La falta de
reconocimiento y de memoria, la ausencia de homenajes oficiales y de esa
parte de la historia en los libros de texto sería impensable en otro
país de Europa. También sería impensable un mausoleo para un dictador.
Como han insistido en diversas ocasiones Naciones Unidas y
organizaciones internacionales de Derechos Humanos, España mantiene “un
patrón de impunidad” sobre las desapariciones del franquismo, “basado en
una serie de factores contrarios a las obligaciones internacionales”
Sin memoria no hay civismo sano. Sin conocimiento el pasado amenaza con
repetirse. No hay en el empeño por rescatar la memoria ningún deseo de
revancha, sino una reivindicación de justicia y una defensa de los
derechos humanos, imprescindible para evitar que la historia se repita.
¿Qué pensaríamos de una Alemania que no hubiera investigado los
crímenes del nazismo, que no hubiera reconocido a las víctimas, que no
rindiera homenaje oficial a los asesinados y que no reivindicara el
estudio de su pasado reciente?
Decir que ambos bandos cometieron
atrocidades con intención de igualar a los contendientes sería tanto
como afirmar que no se puede juzgar a los nazis porque los aliados
también cometieron crímenes. Los cometieron, los bombardeos de Dresde
fueron un crimen de guerra. Eso, sin embargo, no ampara ni una sola de
las atrocidades cometidas por los nazis.
Mi abuelo iba todos los
años a la fosa donde mataron a mi bisabuelo y a otros. Hasta que un año
encontró la tierra removida. Alguien le dijo que se habían llevado los
restos. Creemos que pueden estar en el Valle de los Caídos, a donde el
franquismo trasladó los restos de miles de víctimas.
DdA, XIV/3939
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