lunes, 16 de julio de 2018

MESTRE: DEBERÍA SER ILEGAL LA CRUELDAD COMO ESTRUCTURA DE TODA IDEOLOGÍA DE SOMETIMIENTO

El poeta leonés Juan Carlos Mestre acaba de publicar Museo de la clase obrera, un viaje a la dignidad del humilde, un rescate de entre los escombros del rostro anónimo de las víctimas. La edición es de Calambur y esta entrevista, firmada por Fulgencio Fernández, se publicó ayer en el diario La Nueva Crónica. Por la brevedad de las respuestas y siendo Mestre quien es, un excelente poeta hasta en la conversación, no me resisto a republicarla, aconsejando al tiempo la lectura de su último libro, que de seguro ineteresará a quienes lo adquieran y este Lazarillo espera leer y comentar en breve. Para Mestre, el papel de la poesía es mantener abierta la discusión sobre los conceptos elementales de la dignidad humana, el desafío siempre pendiente de hacer de las palabras la herramienta más útil para la construcción de un proyecto civilizatorio basado en la tolerancia y en la educación emancipadora.
 
Un museo para la clase obrera.
– ¿A quién mejor? Las estrellas para quien las trabaja.
Un viaje a lo peor del siglo XX.
– Es lo que nos dejó el siglo.
¿Por qué elige los escombros?
– Solo desde los escombros de las teorías fallidas se pueden reconocer las raíces del error y del fracaso.
¿No es mejor olvidar?
– Los hechos ominosos de la historia jamás deben ser sustancias del olvido.
¿Para qué recordar?
– Son señalizaciones que advierten del peligro, índices de cuanto fue lo execrable, lo imprescriptible de todos los crímenes contra la humanidad.
¿Quiénes son las víctimas olvidadas del siglo XX?
– Los que ya solo viven en el aire, los antepasados del gran sueño de la esperanza, aquellos que bajo la tachadura del autoritarismo siguen personificándose hoy en la multitud de víctimas.
Los muertos en las cunetas.
– Es un gran drama. La dignidad de las personas debe ser preservada aun estando muertos, por el imperativo categórico de la memoria.
En el museo obrero estará su padre, panadero en Villafranca, la tierra de los poetas y los músicos.
– Poetas, músicos, fotógrafos... y panaderos, y campesinos...
¿Cómo era el panadero Mestre?
– Un padre que madruga para amasar el agua con la harina, que prende fuego a un horno de urces, que cuida con esmero lo que hace, de la mejor manera que sabe, intentando hacer el mejor pan día a día, toda la vida, es una fundación de conducta, de honradez, de humilde ejemplaridad.
¿Orgulloso de aquella panadería y de aquel panadero?
– Por supuesto. Una panadería no es una fábrica de revólveres.
Obreros. Le voy a recordar un viejo titular de una entrevista suya, en tiempos duros para otros obreros, los mineros: «No hay poema más bello que la canción de los mineros alrededor del fuego en el amanecer de una noche de huelga».
– Nada que añadir. Dicho está.
¿Todo es escombro en el siglo XX? También es el siglo de Lorca.
– Claro. Lo que ocurre es que mi pluma se posa sobre los olvidados.
Otro titular suyo para poner luz en el juego de luces y sombras de este siglo XX: «La naturaleza siempre responde a los rigores del invierno con las salvas de la primavera?».
– Por suerte. Lo mejor y lo peor conviven en su terrible paradoja.
Por ejemplo.
– La música de cámara de Gustav Mahler y las cámaras de gas; el pensamiento liberador de Antonio Gramsci y los excrementos del fascismo; la luz emancipadora de la Institución Libre de Enseñanza de don Francisco Giner de los Ríos y la tan siniestra como tenebrosa ignorancia del franquismo.
Insisto en Lorca.
– Sigue siendo un olvidado en las cunetas y suya es la definición de esta paradoja: «La vida no es noble, ni buena, ni sagrada».
¿Asume el poeta Mestre la bandera de la lucha social?
– Para mí lo indispensable es la resistencia, la inapelable delicadeza humana enfrentada a la perversidad de los actos de fuerza y la indiferencia ante un otro.
¿Cuál es el papel de la poesía?
– Mantener abierta la discusión sobre los conceptos elementales de la dignidad humana, el desafío siempre pendiente de hacer de las palabras la herramienta más útil para la construcción de un proyecto civilizatorio basado en la tolerancia y en la educación emancipadora.
¿Todos los poetas se comprometen?
– No conozco a ningún escritor que no se comprometa con lo que sea, el nenúfar o los pies descalzos del hambriento.
– Predica la desobediencia.
– Todo poema desobedece de alguna manera la costumbre de su época, una fuga de lo previsible hacia el territorio de las ensoñaciones.
– Cree en las utopías ¿Cuál es la madre de todas las utopías?
– La radical igualdad entre las personas, el acogimiento de los débiles y los descontentos, la del último refugio de la humanidad en la casa del lenguaje compasivo.
¿Qué debería ser ilegal?
– La crueldad como estructura de toda ideología de sometimiento.
En sus recitales se acompaña de un acordeón.
– Sí, protege, abriga, con la humildad de los chicos y las muchachas que algún día siguieron la voz de los vientos.
– ¿Y cómo llegó a sus manos el primero?
– Como una forma de gratitud, una manera hermosa de recordar los grandes días de la esperanza.
Dicen que en ‘Museo de la clase obrera’ desafía a la gramática.
– La conciencia no tiene gramática, no hay desafío allí donde no hay competencia.
– ¿Ataca a los geómetras?
– El sistema métrico decimal ha mostrado su incapacidad para dar cuenta de lo maravilloso. 


DdA, XIV/3904

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