Katharine
K. Wilkinson forma parte
fundamental de Drawdown, un proyecto que agrupa a personas del ámbito de la investigación, la política, la universidad,
el mundo empresarial, la ciencia y el activismo. Con ese trabajo se trata de presentar ante las instituciones y los
ciudadanos en general otra visión sobre el cambio climático al objeto de revertirlo.
En Drawdown: The Most Comprehensive Plan Ever Proposed to Reverse Global
Warming (Drawdown: el plan más
completo jamás propuesto para revertir el calentamiento global), se expone
el ideario, que todavía no ha sido traducido al español y que ha tenido gran difusión en Estados Unidos. Según este estudio tenemos el conocimiento, la tecnología y la
capacidad para revertir el desastre, pero no hemos sabido explicar cómo hacerlo
y, por tanto, nuestra manera de afrontar la solución de forma conjunta está
siendo un fracaso.
Una de las respuestas que puede llamar la atención al lector entre
las que Wilkinson da al periodista de El Salto que le hace la entrevista en el último número de esta publicación es que la alimentación tiene un
gran impacto en el cambio climático. “Tenemos toda una serie de cambios posibles en lo que respecta a prácticas
en la agricultura y ganadería que pueden reducir las emisiones. El desperdicio
de comida está entre ellas. Lo que también sorprenderá a muchos es que es la
solución número tres de la lista. Alrededor de un tercio de la comida que
producimos en el mundo no se consume. Como imaginarás, en esa producción se han
creado muchísimas emisiones. El desperdicio de alimentos genera el 8% de los
gases de efecto invernadero".
Alrededor de un tercio de la producción de los alimentos destinados
al consumo humano se pierde o desperdicia en todo el mundo, lo que equivale aproximadamente a una cifra que ronda los 1.300 millones de toneladas al año. Esto significa obligatoriamente que cantidades enormes de los recursos
destinados a la producción de alimentos se utilizan en vano, y que las emisiones de gases de efecto invernadero
causadas por la producción de alimentos que se pierden o desperdician también son emisiones en vano.
Mientras el planeta enferma, alrededor de 795 millones de personas que lo habitan no tienen suficientes alimentos para llevar una vida saludable y activa.
DdA, XIV/3881
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