Félix Población
Tengo entendido que la señora Martínez Castro, secretaria de
Estado de Comunicación a la vera de M. Rajoy, tiene uno de los sueldos más altos
que se dan en el palacio de La Moncloa, 112.000 euros brutos al año, a pesar de
la mediocre carrera que desarrolló antes como periodista. Todo cambió cuando el presidente del
Gobierno la eligió como jefa de prensa en 2006, siendo don Mariano solo
presidente de su partido.
Rajoy llegó a decir entonces, en el transcurso de su
itinerario como líder de la oposición, que cuatro mujeres había en su vida política
a las que debía gratitud. De las cuatro, tres siguieron después a su vera y una
(Ana Mato) fue señalada como partícipe a título lucrativo de los
delitos supuestamente cometidos por su exmarido en la trama
Gürtel, lo que precipitó su dimisión como ministra de Sanidad. De las otras
tres, únicamente era Carmen Martínez
Castro la desconocida, pues tanto Soraya Sáez de Santamaría como Dolores de
Cospedal no lo eran.
De doña Carmen es conocida la anécdota a propósito de un
tratamiento concedido a la mentada por un diario digital, que al referirse a ella
la llamó secretaria de Rajoy, quizá para abreviar, recibiendo a continuación el
periodista la correspondiente puntualización de quien se considera secretaria de
Estado y no bedel.
También cuentan los cronistas que cuando M. Rajoy se ve
acosado por la prensa en circunstancias improvisadas, suele apelar a la frase
¿Dónde está Carmen?, a fin de que la susodicha evite con su mediación que el
jefe del Gobierno pueda soltar alguna de sus necedades o naderías a bote pronto,
de las que tan nutridas están sus declaraciones.
Pues bien, esta señora ha tenido la desfachatez de hacer un comentario, con ocasión de la llegada de su jefe al Ayuntamiento de Alicante entre
los gritos de protesta de los pensionistas congregados para la ocasión, que sintoniza con aquel otro de una diputada del Partido Popular a propósito de los millones de desempleados que registra nuestro país: “Qué ganas de hacerles un corte de mangas de cojones y decirles…¡pues
os jodéis!”.
Unas manifestaciones así serían motivo del cese inmediato de
la protagonista en cualquier gobierno de nuestro entorno, porque mantenerla en
su puesto, con una remuneración superior a la del propio presidente (79.000
euros), es tanto como suponer que quien lo hace no le reprocha ese proceder, e incluso lo comparte, acaso por la gratitud que le debe.
PS. El Ministerio de Educación lleva pagando tres años los sueldos a profesores de Religión que no imparten clase. ElDiario.es
DdA, XIV/3842
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