Texto y foto
Como si de pronto se hubiera vuelto a la vida,
la Madonna de los altares
pedía limosna a las puertas del templo:
el manto era casi un andrajo,
la corona, unas greñas mugrientas,
y su niño Jesús, un gitanillo mañoso
que descuidaba por las calles
las carteras de los incautos.
la Madonna de los altares
pedía limosna a las puertas del templo:
el manto era casi un andrajo,
la corona, unas greñas mugrientas,
y su niño Jesús, un gitanillo mañoso
que descuidaba por las calles
las carteras de los incautos.
DdA. IV/3848
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