Octavio Colis
Con
la fotografía de la pintura del metro que publiqué ayer aquí [Octavio Colis FB] han
aparecido otras (siempre encuentro archivos sin revisar), y hay varias
con toro. Ésta es a propósito de la Semana Santa en España, que junto
con otra sobre la fiesta cruel las vendí a una chica alemana en los años
80, cuando se vendía pintura. De aquella época fueron también varios
dibujos que publiqué en el suplemento dominical de El País, y una
portada de la revista GRATIX, dibujo grande del que no tengo fotografía
pero que el original cuelga en las paredes de la casa de Cristina y
Antonio en Málaga. El Cristo Torero le gustó mucho a Achille Bonito
Oliva, gurú de la Transvanguardia Italiana, que visitó mi taller de la
calle Monteleón en aquellos años. Lo pinté con la untuosa tinta
serigráfica Sericol disuelta en trementina rectificada, sobre pasta de
papel que hacía yo, extendida en tela de algodón, montado en bastidor.
45 cm x 38 cm. Me parece que la fotografía es de Antonio. Entonces tenía
yo treinta y pocos años, de los treinta a los cuarenta pinté y escribí
mucho sobre árboles y ríos maltratados, toros y espectadores, y sobre
botijos, con los botijos estuve mucho tiempo entretenido, Chicho Sánchez
Ferlosio me dijo que le parecía que estaba yo trabajando con ellos la
profundidad del carácter ibérico de los españoles: cristos, botijos y
toros. Ahora escribo y dibujo sobre el vino, que es universal y
mediterráneo, aunque sé que como decía Álvaro Cunqueiro: “aunque uno se
lance a soñar con el vino de Amandi, nunca maduro, grato a Augusto,
buscándole parientes mayores por el sur, es cosa del magín, que no de la
verdadera historia” (La cocina cristiana de Occidente, yo lo tengo en
la reciente publicación de Austral, 2015). El vino de Amandi es de la
denominación de origen gallega, de la Ribera Sacra que riega el Sil. Y
Cunqueiro fue un magnífico escritor gallego, aunque afrancesado y
barroco, esto último a la profunda manera de serlo de los gallegos.
DdA, XIV/3806
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