Ana Cuevas
La semana no ha sido favorable a la libertad de expresión. Unos
cuantos raperos van a ir a la cárcel simplemente por cantar. Es cierto
que algunas de sus letras son bastante salvajes y políticamente
incorrectas. Aunque puedo asegurar que, los que fuimos jóvenes en los
ochenta, podríamos citar multitud de grupos con mensajes tanto o más
brutales que los temas de Valtonyc o de los barbilampiños "Fariña".
Uno
de mis preferidos era el grupo punk "La polla records". Sus temas
tenían un alto contenido de crítica social (curiosamente extrapolable
treinta años después) y les aseguro que no se andaban con ambigüedades
ni paños calientes. En su canción "Delincuencia" hacían uso de la
floreciente, en aquellos años, libertad de expresión para definir el
entorno socio-político de la siguiente manera:
"Liquidar
la delincuencia es una plaga social, una raza despreciable, una raza a
exterminar. Banqueros, unos ladrones sin palanca y de día , políticos
estafadores juegan a vivir de ti. Fabricantes de armamento eso es jeta
de cemento. Las religiones calmantes y las pandas de
uniforme ...Delincuencia, delincuencia es la vuestra. ¡Asquerosos!,
delincuencia es la vuestra. Vosotros haceis la ley."
O
esa otra versión del cuento de los enanitos (proletarios) que decidían
matar al patrón explotador mientras silbaban alegremente la melodía de
Walt Disney. Si fuera ahora, mi colega "El Flipas" y su banda hubieran
acabado en la Audiencia Nacional y se podrían comer unos buenos años a
la sombra. Sin embargo, pese a la dureza de sus letras, ninguno de
los seguidores de "La Polla Records" acabamos asesinando banqueros o
empresarios. Más bien, ambos gremios, han continuado chupándonos la
sangre a los pobres enanitos hasta dejarnos en un puro pellejo.
Las
letras de los raperos son controvertidas como lo son muchas formas de
expresión artística. Están hechas para provocar a una sociedad demasiado
aborregada para escandalizarse por la corrupción generalizada que pudre
el sistema y pone en peligro lo poco que queda del estado de bienestar.
En este país va antes a la cárcel un rapero que un ladrón de guante
blanco. ¡Tan sensibles para algunas cosas y tan permisivos para dejarnos
robar la cartera!
Porque, al fin y al cabo, es normal que
a uno le puedan enchironar por decir que los Borbones se pasan la
justicia por el forro de los toisones, que el rey emérito ha dilapidado
el generoso sueldo que entre todos le pagamos en señoras putas (a las
que ordenaba tirar por la borda de su yate si Sofía aparecía por
sorpresa). O hacer chistes revenidos como que Carrero Blanco era un
político de "altos vuelos". Es normal, porque en algún instante que se
me escapa hemos entrado en un bucle que nos ha devuelto de cabeza a la
Edad Media.
En cualquier caso, estas dos sentencias judiciales
y la autocensura que ARCO ha impuesto retirando una exposición del
artista Santiago Serra sobre presos políticos en España nos confirma que
hay mucho interés en apretar bien la mordaza.
Es verdad
que hay artistas que pueden herir la sensibilidad de alguien pergeñando
auténticos engendros. ¿Pero se debe criminalizar el mal gusto? Yo no soy
partidaria en absoluto. Sin ir más lejos, la letra del himno de España
de Marta Sánchez. Cuando la escuché, mi primera impresión es que la
había escrito un niño de cuatro años. Pero luego, analizando las
estrofas, vi que la cosa iba más allá de unos ripios horribles. Al
parecer, la criatura, añora mucho esta tierra que la vio nacer. Pero eso
sí, tributando y viviendo en Miami.
¡Lo que tiene que hacer
una para seguir en el "candelabro"! Y si no te pillan, por sosa, en un
reality de vips en decadencia habrá que ganarse la vida gritando a los
cuatro vientos que no pide perdón porque el rojo y amarillo brillan en
su corazón. ¡MIra, igual que las pulseras que estaban tan de moda entre
los encausados de la Gürtel! ¡Se me saltan las lágrimas ante tanto
alarde de patrioterismo carroñero!. Pero aún así, yo no metería a la
pobre Marta a la cárcel. Además la moza ya ha dicho que al que no le
guste su himno, que se vaya de España. A ella no le debe emocionar
tampoco, por eso vivirá fuera.
Como despedida (a lo mejor
definitiva por estos tiempos que corren) y en apoyo a la libertad de
expresión contra viento y marea, les dejo la letra de uno de mis temas
favoritos de Evaristo y compañía. ¡Va por los chavales condenados!. Y
por esa entelequia llamada democracia que anda estos tiempos más
desnortada que nunca:
ELLOS DICEN MIERDA
"Mis colegas quedan tiraos por el camino
y cuántos más van a quedar
Cuánto viviremos cuánto tiempo viviremos
en esta absurda derrota sin final.
Dos semanas, tres semanas
o cuarenta mil mañanas, qué pringue
la madre de dios
Cuánto horror habrá que ver
cuántos golpes recibir,
cuánta gente tendrá que morir
La cabeza bien cuidada
o muy bien estropeada y nada
nada que agradecer
Dentro de nuestro vacío
sólo queda en pie el orgullo, por eso
seguiremos de pie.
Mogollón de gente vive trístemente
y van a morir democráticamente
y yo y yo
y yo no quiero callarme
La moral prohíbe que nadie proteste
ellos dicen mierda y nosotros amén
amén amén
amén a menudo llueve..."
y cuántos más van a quedar
Cuánto viviremos cuánto tiempo viviremos
en esta absurda derrota sin final.
Dos semanas, tres semanas
o cuarenta mil mañanas, qué pringue
la madre de dios
Cuánto horror habrá que ver
cuántos golpes recibir,
cuánta gente tendrá que morir
La cabeza bien cuidada
o muy bien estropeada y nada
nada que agradecer
Dentro de nuestro vacío
sólo queda en pie el orgullo, por eso
seguiremos de pie.
Mogollón de gente vive trístemente
y van a morir democráticamente
y yo y yo
y yo no quiero callarme
La moral prohíbe que nadie proteste
ellos dicen mierda y nosotros amén
amén amén
amén a menudo llueve..."
DdA, XIV/3775
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