Ana Cuevas
España es un gran país. Una tierra preñada de oportunidades donde,
cierto tipo de individuos que rayan la indigencia intelectual,
encuentran la posibilidad de realizarse en política e incluso ocupar
puestos destacados. Uno de los ejemplos más llamativos de la exitosa
integración de esta clase de borderlines lo tenemos en M. Rajoy.
Mariano tiene su chispa pero hay que reconocer que como parlamentario
no es precisamente un Castelar. Tampoco es un estadista ni posee ninguna
cualidad destacada, salvando su mítico cuajo, para presidir la nación.
Sin embargo esta absoluta falta de talento no ha sido óbice ni cortapisa
para llegar tan alto. Muy por el contrario, a la cabeza de un partido
corrupto hasta las trancas nadie como Mariano para esquivar la balacera
zigzagueando a paso rápido de escándalo en escándalo. Como el amigo
Forrest, pero a trote cochinero.
Aún así al presi y sus
secuaces les están creciendo los enanos de la Gürtel. Algunos,
como Ricardo Costa, han recuperado la memoria casi con diez años de
retraso y están cantando la traviata. El PP se financió con dinero
ilegal siguiendo las instrucciones de la cúpula. Empresarios marrulleros
y políticos patrioteros desfilan por los juzgados relatando una trama
gangsteriana. Institucionalizada con la misma naturalidad con la que los
chicos de Capone entendían la extorsión. Como una actividad empresarial
con ánimo de lucro.
Menos mal que les queda Puigdemont .
¿Cómo iban a detenerlo en este preciso momento? Si lo meten en la cárcel
el foco mediático puede girarse hacia el muladar sobre el que se
cimienta el partido pepero.
Mientras Zoilo elucubra sobre si
Puigdemont entrará en España dentro de un maletero o disfrazado de
lagarterana, el clamoroso escándalo de la financiación ilegal se
convierte en un murmullo apenas perceptible. Es lo que hacen los
trileros para engañar al respetable. Pero a lo zafio. ¿Qué el catalán
revoltoso quiere que le detengan? Pues va a ser que no. Ya que hay poco
pan (y parece que nos lo han robado)... ¡que viva el circo!
Y
en los circos siempre hay un payaso tonto que provoca ternura y un poco
de grima. ¿Adivinan quién podría encarnar este papel? Pues a mí sí se me
ocurre. Sobre todo cuando el presidente del estado español responde
sobre cuestiones tan serias como la brecha salarial entre hombres y
mujeres con un inquietante: "No nos metamos en eso". ¿Perdón? Eso me suena a otro tipo que ya dijo hace tiempo a los españoles: "Hagan como yo, no se metan en política"
Según
Rajoy, que no exista una discriminación salarial entre los dos sexos no
es parte de sus competencias. En otros países europeos, como Islandia,
se ha convertido en ley. Pero ya se sabe que existen varias categorías
de democracia y nosotros vamos a otra velocidad. Concretamente a la del
AVE de Castellón que inauguró el presidente y, del que se rumorea, fue
adelantado por un galápago mutilado que reptaba sobre sus patas
delanteras.
"No nos metamos en esto" es una cantinela
extrapolable. No nos metamos en procurar una sociedad más justa, ni en
las pensiones, ni en la dependencia, ni en la esclavitud laboral que
sufren muchos jóvenes.. pero sobre todo: No nos metamos en las cosas de
la corrupción.
Para meternos con alguien ya tenemos Cataluña.
¡A por ellos!, azuzan los patriotas que, como Costa o Camps, llevan la
bandera de España rodeando su muñeca. ¡Que no acabe el
espectáculo! ¡Será por falta de payasos!
DdA, XIV/3755

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