Ana Cuevas
Ahora que se acaba ya el simulacro navideño de sensiblería impostada
y consumismo inducido, podemos quitarnos las gazmoñas legañas para
contemplar la crudeza de la realidad que nos rodea. Pues sí amigos, el
panorama es un pelín
aterrador. Sobre todo si tenemos en cuenta que el líder del país más
influyente del mundo podría sustituirse por un chimpancé y, sin duda, la
humanidad entera saldría ganando. Dirán que le tengo manía al tío del
flequillo imposible. Dirán bien. Pero no es un asco gratuito. La
criatura se lo gana cada día, tuit a tuit, superando su propio listón de burradas e insensateces. En una de sus últimas iluminaciones tuiteó que a Estados Unidos no le vendría mal un poco de calentamiento global. ¡Qué cachondo el rubio! Algunos opinamos que a EEUU
le vendría mejor un presidente con cerebro. Uno que no se regodease en
los millones de dólares que se "ahorran" retirándose del acuerdo
climático internacional.
Según Trump, esto del calentamiento es una farsa inventada por los chinos para joder
la industria estadounidense. Y, por supuesto, las emisiones
incontroladas que provocan el efecto invernadero no tienen nada que ver
con que se esté derritiendo el hielo ártico, lo que incrementa los
niveles del mar y cambia los patrones climáticos en todo el mundo.
Aunque no sería justo atribuir el negacionismo en exclusividad al bueno de Donald. Otros pro-hombres antes que él, como Aznar y el primo de Rajoy, se han burlado del asunto. Eso sí, convenientemente asesorados por los lobbys energéticos. Unos pájaros neutrales, ya se sabe.
Pero si el salero festivalero con el que Trump habla del cambio climático no les ha puesto suficientemente
calentitos, ahí va otra que no tiene desperdicio: ¿Cómo gestionar una
crisis nuclear? Pues fanfarroneando del tamaño a través de tuits. Que el psicópata coreano presume de tener el dedo acariciando el botón... El estadounidense le contesta: "¿Podría
alguien de su hambriento y mermado régimen decirle que yo también tengo
un botón, pero que el mío es mucho más grande y poderoso que el suyo, y
que funciona?"
Un derroche de diplomacia que pone en
evidencia que, si tenemos en cuenta la madurez intelectual de ambos
fulanos, estamos vivos de milagro.
Para Trump, que tiene unas
manos desproporcionadamente cortas, presumir de que su botón es más
grande le compensa. Así no tiene que poner sus atributos frente a los de
Kim Jong-un para medírsela. Igual que dos primates peri-anales pero con
una capacidad de destrucción
apocalíptica.
Yo no
soy la bruja Lola ni se qué nos deparará el destino pero, con gente así
al mando del cotarro, los buenos deseos de amor y paz se destripan como
ranas atropelladas en el asfalto.
En mi cabeza resuena el viejo tema de Serrat, Algo personal:
"
Se gastan más de lo que tienen en coleccionar/ espías, listas negras y
arsenales;/ resulta bochornoso verles fanfarronear/ a ver quién es el
que la tiene más grande./ Se arman hasta los dientes en el nombre de la
paz,/ juegan con cosas que no tienen repuesto/ y la culpa es del otro si
algo les sale mal/ Entre esos tipos y yo hay algo personal."
Lo ratifico.
DdA, XIV/3737

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