Gracias a mi estimado y leído profesor e historiador Ricardo Robledo me entero hoy de la celebración este mes en Barcelona, los pasados día 14 y 15 de diciembre, del I Congreso de Historia de la Corrupción Política en la España Contemporánea, un asunto que por su densidad y vigencia debería haber merecido la máxima consideración por parte de los medios informativos, sobre todo de aquellos programas que están abonados a ese tipo de información como La Sexta y Cuatro.
En ambos casos, a través de sus programas de mediodía de debate político. "En España -han dicho prestigiosos especialistas, convocados en el aludido congreso- se ha producido la captura del Estado por los grandes grupos económicos y las élites se han atricherado dentro del Estado hasta convertirlo en baluarte de sus intereses". Son frases literales que cita Robledo y este Lazarillo anota, correspondientes a las intervenciones que tuvieron lugar en ese encuentro interdisciplinario de historiadores, politólogos, economistas, penalistas, etc, y del que no escuchamos la más mínima mención en los telediarios y demás informativos de difusión masiva.
Para subsanar en lo posible la ausencia de una noticia de este carácter en los noticiarios audiovisuales que este Lazarillo frecuenta, no está de más el documentado artículo que aportó Borja de Riquer i Permanyer al respecto en el diario La Vanguardia, mientras los medios de informacion de España entera enfocaban su atención casi en exclusiva en la campaña electoral previa a los comicios del pasado día 21. Toda una paradoja que en un país como este, con un partido en el Gobierno bien pringado en corruptelas y otro en Cataluña que también se untó de lo lindo en esas lacras, pase desapercibido informativamente el I Congreso de Historia de la Corrupción Política en la España Contemporánea, tan llena de su nefasto contenido hasta nuestros días. Termina su artículo Borja de Riquer con una frase que no admite dudas: los especialistas tenemos todavía mucho que investigar y que debatir. También bajo esta monarquía restaurada en 1975 se está haciendo todo lo posible porque más congresos como este proliferen, aunque no sean noticia.
Durante la primera restauración monárquica, semanarios como El Motín, de José Nakens, fueron un permanente azote de la corrupción política
En ambos casos, a través de sus programas de mediodía de debate político. "En España -han dicho prestigiosos especialistas, convocados en el aludido congreso- se ha producido la captura del Estado por los grandes grupos económicos y las élites se han atricherado dentro del Estado hasta convertirlo en baluarte de sus intereses". Son frases literales que cita Robledo y este Lazarillo anota, correspondientes a las intervenciones que tuvieron lugar en ese encuentro interdisciplinario de historiadores, politólogos, economistas, penalistas, etc, y del que no escuchamos la más mínima mención en los telediarios y demás informativos de difusión masiva.
Para subsanar en lo posible la ausencia de una noticia de este carácter en los noticiarios audiovisuales que este Lazarillo frecuenta, no está de más el documentado artículo que aportó Borja de Riquer i Permanyer al respecto en el diario La Vanguardia, mientras los medios de informacion de España entera enfocaban su atención casi en exclusiva en la campaña electoral previa a los comicios del pasado día 21. Toda una paradoja que en un país como este, con un partido en el Gobierno bien pringado en corruptelas y otro en Cataluña que también se untó de lo lindo en esas lacras, pase desapercibido informativamente el I Congreso de Historia de la Corrupción Política en la España Contemporánea, tan llena de su nefasto contenido hasta nuestros días. Termina su artículo Borja de Riquer con una frase que no admite dudas: los especialistas tenemos todavía mucho que investigar y que debatir. También bajo esta monarquía restaurada en 1975 se está haciendo todo lo posible porque más congresos como este proliferen, aunque no sean noticia.
Durante la primera restauración monárquica, semanarios como El Motín, de José Nakens, fueron un permanente azote de la corrupción política
Aunque no faltó la comparación con los análisis de los historiadores
europeos, el objeto esencial del encuentro era el estudio de las
prácticas corruptoras en España desde los inicios del liberalismo –en
las Cortes de Cádiz ya se denunciaron– hasta la actualidad, pasando por
el régimen de notables y caciques del siglo XIX y las dos dictaduras del
siglo XX. La diagnosis sobre la situación actual no fue optimista: si
bien no se puede decir que esté generalizada, la corrupción es sistémica
en algunos sectores, como la contratación pública –que significa un
tercio de las condenas judiciales–, el urbanismo y la concesión de
subvenciones. Y como es bastante sabido, la mayor parte de los recursos
sustraídos por procedimientos corruptos van destinados a la financiación
de los partidos políticos. La debilidad de los mecanismos de control de
la actuación de políticos y funcionarios, y la escasa exigencia de dar
cuentas de la gestión, permite que la corrupción hoy se localice sobre
todo en el ámbito local –41% de las denuncias–, autonómico –4%– y
estatal –27%–, aunque por su volumen económico es mucho mayor en esta
última administración.
En el congreso se analizaron las
estrategias corruptoras de diferentes grupos económicos –desde la Banca
Rothschild a Juan March, pasando por las Minas del Rif–, y también la
implicación de los monarcas en prácticas corruptas – Fernando VII, la
regente María Cristina de Nápoles, Isabel II y Alfonso XIII–. En la
sesión de clausura Angel Viñas denunció la corrupción sistémica del
régimen franquista y dio datos sobre la fortuna acumulada por el
dictador y los procedimientos que utilizó.
También se debatió
sobre la historia de la persecución penal de la corrupción y las
dificultades que siempre han existido para convertir en delitos los
abusos de políticos y funcionarios. Se analizaron las trabas puestas en
la persecución y condena de los corruptos y de los corruptores, a causa
del escaso interés de los gobernantes por establecer una justicia rápida
y eficaz. En este terreno, es significativa la tendencia de los
políticos a hablar mucho más de administración de justicia que de poder
judicial, hecho revelador de las apetencias de influir en su
funcionamiento, buscando dificultar su independencia.
Fueron
ilustrativos los datos aportados por Manuel Villoria sobre la relación
entre la desafección de los españoles hacia el actual sistema
democrático y la sensación de corrupción generalizada. En sólo 10 años
la satisfacción política –la confianza en las Cortes, el Gobierno y las
instituciones– ha bajado en España más de 30 puntos, situándose muy por
debajo de la media de la Unión Europea. La actual percepción ciudadana
es que en España la corrupción es muy alta: en el año 2017 así lo
valoraba el 94% de los españoles, cuando la media europea es del 68%.
Esta gran diferencia es resultado del sentimiento mayoritario del gran
incremento de la desigualdad social a causa de las políticas anticrisis
económica, de la protección gubernamental a los intereses bancarios y de
la ampliación de la corrupción. No nos debemos extrañar de estas
percepciones si resulta que gobierna España el partido que está
involucrado en más casos de corrupción de toda Europa.
Los
debates interdisciplinarios permitieron detectar cuestiones que
requerirían respuestas bien argumentadas: ¿hasta qué punto la corrupción
ha sido un elemento que ha dificultado la democratización española?
¿Qué ha supuesto para el actual régimen democrático el hecho de que
durante la transición no se exigieran responsabilidades a los políticos,
funcionarios, jueces y empresarios corruptos? ¿Cuáles han sido los
costes económicos de la corrupción? ¿Ha significado un factor de retraso
al mermar considerables recursos públicos? ¿Podemos hablar de la
existencia de un neocaciquismo a nivel local configurado en torno a la
corrupción? ¿Hay en la sociedad española una cultura de tolerancia con
la corrupción? ¿Por qué la denuncia y la condena penal no siempre
castigan electoralmente a los políticos corruptos?
Como se puede
ver, los especialistas tenemos todavía mucho que investigar y que
debatir. Pero si se quiere acabar realmente con esta lacra tan arraigada
y nociva este es un reto que afecta al conjunto de la ciudadanía."
DdA, XIV/3732
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