Félix Población
El nuevo rector de la Universidad de Salamanca, institución que el año 2018 celebrará su octingentésimo aniversario, ha sido entrevistado por Lira Félix en La Crónica, y la periodista se ha visto obligada a preguntarle algo que resulta de una palmaria evidencia y bien sabemos quienes frecuentamos la ciudad del Tormes desde hace muchos años.
Lira plantea a Ricardo Rivero la carencia de
voces críticas adscritas a la Universidad en los medios de información, errando en remontar las que un día sí hubo a hace setenta u ochenta años, con la ciudad ocupada por el dictador o en la primera etapa de su
régimen inquisitorial, donde toda crítica era inimaginable. Más bien se refería la periodista al periodo republicano, con el diario El Adelanto teniendo entre sus opinadores nada menos al mismísimo rector Miguel de Unamuno.
El nuevo rector, que tomará oficialmente poseión de su cargo el próximo día 18,
no reconoce esa carencia, sino que manifiesta la necesidad de que la voz
crítica de la Universidad se deba escuchar y consultar mucho más, dando por existente esa voz.
Dice también que muchos de sus compañeros colaboran de manera regular en los
medios de comunicación y de forma crítica, tanto en los medios locales como regionales
y nacionales.
Al leer tales declaraciones, tengo la sensación de frecuentar una ciudad distinta a la que se refiere don Ricardo, y echo de menos
que una de esas voces críticas adscritas a la Universidad se refiera en el
único medio de comunicación en papel que existe en Salamanca, el diario La
Gaceta, afín al partido en el Gobierno, a asuntos tales como la corrupción en el Partido Popular o al propósito
de la empresa multinacional Berkeley de abrir en la comarca del Campo Charro
una mina de uranio a cielo abierto, la única en Europa. ¿O es que no hay nadie en la Universidad
salmantina que no se sienta abochornado por lo primero y en contra de los riesgos que comporta lo segundo para el ecosistema?
Esto me recuerda la carencia de colaboradores que un día ya muy lejano de 1994 tuve, cuando con más voluntad que medios puse en marcha un periodiquillo de opinión ciudadana, para el que requerí el respaldo institucional del propio rector de entonces y del alcalde socialista de la ciudad, sin más resultado que una palmadita en el hombro. La carencia de firmas que se compormetieran con una visión crítica e independeinte me llevó a dedicar el número 3 de la publicación, que tenía carácter mensual, a exponer esa peculiaridad.
¿Dónde lo intelectuales?, se preguntaba Bocacalle en el titular de portada, al que acompañaban unas coplas firmadas por un tal Lázaro Sintormes, cuyo apellido aludía al mal estado y desaprovechamiento urbanístico del río que baña la ciudad y está inscrito como título en una de las obras más reconocidas de nuestra literatura: El Lazarillo. No creo que desde entonces hayamos mejorado en espíritu crítico, estimado rector Rivero. Más bien al contrario, entra otras cosas porque la libertad de expresión está en franco retroceso:
Salamanca, Salamanca,
Universitas antigua,
académica palanca
de don Miguel en su vida:
¡Quién te viera y quién te ve,
hecha masa y titulina,
enclaustrada en el silencio
de una cabal oficina,
sin voces que pongan luz
a esta España con sordina,
engolfada en un sopor
de apáticas medianías!
Intelectuales de hoy,
¿cuál es vuestra nombradía,
si por acatar haberes
calláis lo que encorajina?
Bosteza la inteligencia,
sin conciencia suspendida
y nadie clama decencia
contrat tanta granjería.
Salamanca, Salamanca,
Universitas antigua,
la crítica que no hicieres
dará a tu fuero mentira
y vendida indignidad
a quienes lo patrocinan.
¡Qué diría el buen fray Luis
si del agua de la vida
a su cátedra, dolida,
mutilaran el fluir!
DdA, XIV/3715
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