Félix Población
En 1934, el escritor británico H. G. Wells era presidente del PEN Club Internacional. Con ese motivo viajó a Moscú para reunirse con los escritores soviéticos, aprovechando la visita para entrevistarse nada menos que con Stalin. El viejo topo, en su número de noviembre y coincidiendo puntualmente con el mes y año del centenario de la Revolución rusa, ha rescatado esa larga interviú, cuya primera pregunta respecto a lo que su entrevistado está haciendo para cambiar el mundo, tal como Wells le había preguntado antes al presidente Roosvelt,obtiene una respuesta muy breve: No mucho.
Hay otras contestaciones que también pueden interesar al lector: Apartar
la vista de la división fundamental de la sociedad, o de la lucha fundamental
entre las dos clases principales significa cerrar los ojos ante los hechos,
explica Stalin. El fascismo es una fuerza reaccionaria -afirma- que, utilizando la
violencia, intenta conservar el viejo mundo. ¿Qué quiere hacer con los
fascistas? ¿Discutir con ellos? ¿Tratar de convencerlos? No hemos de esperar
ningún cambio de sistema social que se caracterice -dice- por ser una imperceptible
transición de un sistema a otro, por vía de reformas, a través de concesiones
de la clase dominante. Por este motivo es imposible caracterizar una reforma
como revolución.En 1934, el escritor británico H. G. Wells era presidente del PEN Club Internacional. Con ese motivo viajó a Moscú para reunirse con los escritores soviéticos, aprovechando la visita para entrevistarse nada menos que con Stalin. El viejo topo, en su número de noviembre y coincidiendo puntualmente con el mes y año del centenario de la Revolución rusa, ha rescatado esa larga interviú, cuya primera pregunta respecto a lo que su entrevistado está haciendo para cambiar el mundo, tal como Wells le había preguntado antes al presidente Roosvelt,obtiene una respuesta muy breve: No mucho.
Manuel Castañeda
reflexiona en el artículo que abre el número 358 de la revista sobre la
necesidad de pensar la renta básica desde los movimientos que luchan contra el
desempleo y la pobreza, desde la antesala de las oficinas de empleo y de los
servicios sociales, desde las mil formas que adquiere la incertidumbre
sistémica que denominamos con el nombre de precariedad. Frente al cambio
climático, la dictadura financiera y el paro tecnológico, la apelación
constante a la salida keynesiana representa para el autor una fábula ridícula.
Castañeda tiene en cuenta en su análisis la experiencia de los Campamentos Dignidad de Extremadura y
la Marea Básica.
Muy inquietante el artículo que Higinio Polo dedica en esta
ocasión a Ucrania, ardor nacionalista,
un país empantanado en la corrupción, herido por la guerra civil después del
golpe pro-occidental y sometido a los intereses imperiales sin gozar de ningún
privilegio. Encabezada, además, por una clase política envilecida, Ucrania se
asoma a un precipicio de autodestrucción. La exaltación del nacionalismo, según
Polo, es constante en la vida cotidiana y en todas las decisiones
gubernamentales. Instructores militares del Pentágono adiestran a los soldados del
batallón nazi Azov, mientras el saqueo del país por los oligarcas es constante.
El gobierno ha prohibido las emisiones de la televisión rusa y los programas de
radio en ese idioma.
La publicación reciente del tan interesante como necesario
libro Estados Unidos en la Guerra Civil
de España ha llevado a Salvador López Arnal a entrevistar a su autor, el
profesor Andreu Espasa, que analiza las razones por las cuales ese país negó su
ayuda a la segunda República para combatir al fascismo, pese a que París,
Londres y Washington estaban obligadas, por respeto al derecho internacional, a
vender armas al gobierno español legalmente constituido. ”Cuando analizamos la
dimensión internacional de la guerra española –dice Espasa-, no podemos olvidar
que este conflicto fue decisivo y aleccionador para las élites políticas de
Estados Unidos, un país que, justo en aquel momento, estaba en pleno proceso de
tomar el relevo a Londres como primera potencia mundial”.
A destacar finalmente el artículo de Ana M. Valencia, Pilar
Carrera y Eduardo Luque ¿Inteligencia o
capitalismo emocional? La
Inteligencia Emocional empieza a ser aplicada a cualquier cosa, como una peligrosa epidemia, definiendo qué
emociones son deseables y cuáles son negativas, como si todos los habitantes
del planeta fueran copias homogéneas que deben albergar el mismo sentimiento. A pensamiento único, emociones uniformadas, nada menos.
DdA, XIV/3685
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