Llevamos algunos días recibiendo información sobre el juicio que se celebra en Pamplona como consecuencia de una violación en grupo que sufrió una joven en esa ciudad durante las fiestas de los sanfermines de 2016. En Brasil, los tribunales han condenado recientemente a prisión a un afamado futbolista de ese país por su participacion en un acto de barbarie de esas características. A falta de saber la sentencia que se aplique en Pamplona, conviene recordar. Para este propósito bien nos puede servir una imagen publicitaria que en su día levantó críticas más que fundamentadas. La imagen sirvió para que mi estimado amigo y poeta Juan Ignacio González firmara en el diario El Comercio, de Gijón, un artículo en 2007 que ahora ha rescatado oportunamente. Se titula "De repente, un anuncio" y afirma entre otras cosas que campañas
[de publicidad] como esta, para intentar sugerir una supuesta y malentendida idea de la
'masculinidad', no hacen más que reforzar peligrosos estereotipos,
además de hacer apología de un acto violento y delictivo. La sociedad
aún se sostiene sobre este mundo simbólico, que aunque ya no representan
el quehacer de hombres y mujeres en esta sociedad, continúan
determinando nuestras expectativas sociales desde la infancia, y si bien
este modo de socializar lesiona a ambos, la posición de salida que
supone para las mujeres sigue siendo discriminatoria y desigual.
Juan Ignacio González
SEGURO que se le ha ocurrido a algún capullo creativo de publicidad, de
esos que cobran una talegada por diseñar nuestras vidas, rodeado de
imberbes mileuristas, y que vendrán amigos de la estética y la ética a
defenderlo del oprobio frente a esta intransigencia mía (tan talibán)
contra la libertad de creación y pensamiento, pero la última campaña
publicitaria de la conocida marca Dolce & Gabbana, reina italiana de
la moda frívola y pija, hace muy poca gracia y no puede menos que
producir indignación y rechazo.
El reclamo de su última campaña
internacional muestra a una mujer en el suelo sujetada por un machote
sudoroso (habrá que repensar el concepto de modelo) simulando una
violación, mientras otros cuatro hombres (también habrá que repensar
este concepto) a medio vestir contemplan el forcejeo con actitud pasiva y
cómplice. Observando la puesta en escena alguien alegará que es
contenida, que el plano es estéticamente irreprochable, que la muchacha
parece distante, diletante y casi disfrutante, frente al quinto morlaco
en una amanecida plácida y consentida en apariencia.
Campañas
como esta, para intentar sugerir una supuesta y malentendida idea de la
'masculinidad', no hacen más que reforzar peligrosos estereotipos,
además de hacer apología de un acto violento y delictivo. La sociedad
aún se sostiene sobre este mundo simbólico, que aunque ya no representan
el quehacer de hombres y mujeres en esta sociedad, continúan
determinando nuestras expectativas sociales desde la infancia, y si bien
este modo de socializar lesiona a ambos, la posición de salida que
supone para las mujeres sigue siendo discriminatoria y desigual.
Hay que señalar el papel que juegan los medios de comunicación
reforzando una imagen marcadamente sexista (el 93,5% de la publicidad
televisiva lo es). Su forma de entender las relaciones entre los sexos,
es profundamente violenta y humillante, el uso y la comercialización del
cuerpo y la sexualidad de las mujeres como mercancía disponible,
utilizable y desechable según los deseos de su dueño, legitima una forma
sexista y jerárquica y reprobable de entender las relaciones entre las
personas.
Lamento que los medios de comunicación (que publican
este tipo de anuncios) y las empresas -especialmente las más conocidas,
por su gran capacidad de influencia, como es el caso de 'Dolce &
Gabbana'- no sean conscientes, como están demostrando, de su
'responsabilidad social', y que no se apliquen la autorregulación, para
contribuir a mejorar las diferencias sexistas que aún imperan.
La Ley General de Publicidad de 1988 prohíbe todo anuncio «que atente
contra la dignidad de la persona o vulnere los valores o derechos
reconocidos en la Constitución, especialmente en lo que se refiere a la
infancia, la juventud y la mujer».
Sin embargo, y a la vista de
los datos ofrecidos por el Instituto de la Mujer y las numerosas
denuncias presentadas cada año por asociaciones de mujeres, de
consumidores y sindicatos, los anunciantes no se toman la ley demasiado
en serio.
Por otro lado, las administraciones competentes no
suelen sancionar este tipo de prácticas, ni instar a los anunciantes a
que retiren sus anuncios, limitándose a derivar los expedientes de las
reclamaciones de particulares o asociaciones a las instituciones
públicas dedicadas a la protección de la mujer, que carecen de
competencias sancionadoras en la materia.
Será necesario que en
las Comunidades Autónomas se dote de competencias sancionadoras en
materia de publicidad discriminatoria, a las instituciones públicas que
trabajan en defensa de la igualdad de sexos.
Dolce &
Gabbana, debería retirar esta campaña, por incitar a la violencia
machista y por denigrar a la mujer. Y sino habrá que hacer un
llamamiento al boicot de los productos de esta marca y llevar el caso a
los Tribunales.
DdA, XIV/3703
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