Félix Población
Pasan los días y poco a poco nos vamos acercando a la celebración
de las elecciones convocadas por M. Rajoy en Cataluña, sin que se aviste la posibilidad
de que los representantes del anterior govern de la Generalitat salgan de la
cárcel. No deberían estar, pero el gobierno de M. Rajoy está empeñado en darles
esa ventaja, que de seguro tendría sus consecuencias en las urnas si fuera de
la cárcel, en Bélgica y en Cataluña, no hubiera dos personas empeñadas en
protagonizar un vodevil.
La primera se llama Puigdemont y está tan seco de ideas
como el plagiario de carteles de su partido, sin dejar de sentirse
protagonista de un exilio de bululú. La otra se llama Marta Rovira, que desde
que lloró la decepción de la declaración unilateral de independencia malograda,
no deja de interpretar un sainete ridículo.
Esta señora ha negado en la radio
la existencia de una salida unilateral al conflicto soberanista, como si toda
España hubiera asistido a un mal sueño que duró hasta el hartazgo. Y, además, doña Marta
ha calificado esa salida unilateral como un invento patentado por el Estado
español. Se lo ha dicho la otra noche a Angels Barceló, en la SER, mientras el
país cenaba, y yo creo que tanto en Ripoll como en Cuenca debieron sentir los
oyentes que la política había alcanzado la cota más alta de ficción gracias a
tamaña fantasía.
Teniendo en cuenta que
esta misma señora fue la que dijo que, si se declaraba esa declaración
unilateral de independencia, el gobierno central había amenazado con la
posibilidad de que hubiera sangre en las calles, habrá que concluir si no
existió la primera más que en la imaginación del Estado, la segunda solo es
posible en la imaginación de doña Marta.
Como candidata a la presidencia de la Generalitat por Esquerra Republicana, cuenta Rovira, a juego con su fantástica disposición, con un diputado en Madrid que no deja sobreactuar
como si fuera adalid de una colonia cada vez que muestra símbolos represivos desde su escaño. No sé qué efectos pueden tener en el seny catalán Rovira y Rufián a la hora del voto, ni si el seny sigue en pie después de tanta necedad soberana, pero podría ocurrir que a no pocos electores les tentase la posibilidad de imponerles un correctivo a los soberanistas.
DdA, XIV/3705
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