Félix Población
Aunque cueste creerlo, por los años transcurridos desde
entonces en democracia y por las manifestaciones que con todos esos años
venimos soportando a favor del viejo régimen que todavía no ha sido condenado
en un pleno del Congreso de los Diputados, la situación de la sanidad pública
en el mismo hospital donde falleció el anciano general es totalmente impropia
del país que a partir de aquella histórica fecha inició su camino hacia las
libertades.
El sindicato de enfermería de Madrid presentó ayer una denuncia,
ilustrada con las correspondientes fotografías, en las que salta a la vista la
situación caótica que se vive en Urgencias en el Hospital de la Paz, uno de los
mayores de la capital de este reino en declive. Apelotonamiento de enfermos en
salas y pasillos, ningún biombo de separación entre los pacientes, carencia de
sábanas y ropa limpia, y hasta diez enfermos por enfermera. Y esto, sin que la
aparición de la gripe -como es habitual en estas fechas- venga a
saturar aún más esta deplorable situación.
No obedece ésta –claro que no- a una
eventualidad circunstancial sino a deficiencias estructurales derivadas de una
infradotación de medios, de la que es único responsable el actual gobierno de aquella
Comunidad. Mientras la actualidad patria sigue estando marcada por el problema
catalán, ese grotesco sainete montado a dos por los gobiernos central y
autonómico que próximamente desembocará en unas elecciones autonómicas, y los
medios de comunicación no dejan de insistir en el carrusel de corrupciones que afecta
al partido de don M. Rajoy, la sanidad pública sufre los embates de los
recortes hasta el alarmante punto que señala la denuncia del sindicato de
enfermería de Madrid.
Lo hace, además, en el gran hospital donde falleció el
dictador hace cuarenta y dos años, sin que muchos entonces imagináramos ni por
asomo que en la España del porvenir que por aquellas fechas se abría -esto es, ahora, más de cuarenta años despúes- los nostálgicos de aquel régimen pudieran campar a sus anchas por las calles haciendo apología del mismo, y la sanidad
pública pudiera sufrir estas inclemencias. Lo uno y lo otro se dan, además,
en medio de un país donde la actualidad política se viene llamando corrupción
desde hace demasiado tiempo, con esa esperpéntica coda añadida en los últimos meses e interpretada al alimón en Cataluña por el exhonorable Puigdemont y M. Rajoy, indiciariamente corrupto.
DdA, XIV/3700
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