Ángel Viñas
Hace ya tiempo que debería haber escrito este post. Se lo debo a
un amigo, compañero y colega de tribulaciones. Lo he ido dejando
seducido por varias series que exigían tratamientos un tanto alargados.
Ahora, que ya he terminado la serie sobre Companys, y antes de empezar
otra, todavía no prefigurada, cumplo con aquella obligación. Aseguro a
mis amables lectores que “disfrutarán”, caso de seguir mis
recomendaciones.
Juan José del Águila es un investigador dedicado a ir sacando
evidencia que ponga de manifiesto la realidad policial de la España de
Franco. Lo conocí gracias a un libro suyo sobre el famoso Tribunal de
Orden Público que me produjo un gran impacto. Jurista de formación,
defensor de acusados ante el mismo, magistrado jubilado, en vez de
dedicarse a jugar al golf o pasear a los nietos hace, en su
especialidad, lo que quien esto escribe hace en la suya: escribir y dar a
la luz trabajos rígidamente basados en EPRE, es decir, en evidencia
documental relevante de época. No puedo por menos de confesar que muchas
de sus investigaciones han alumbrado mis trabajos. Siempre que ha sido
necesario, me he basado en ellos aprovechando el principio de las
ventajas comparativas. ¿Para qué hacer lo que otro ya hace bien?
En
el estudio de la represión franquista, Juanjo del Águila me lleva una
distancia sideral. Es jurista, yo no. Ha actuado como defensor de
acusados y condenados políticos. A mi no se me hubiese podido ocurrir.
Nos une, sin embargo, un compromiso común: no hay que olvidar el pasado,
hay que trabajarlo, es preciso poner al descubierto sus aristas más
bravas. Ambos coincidimos en un cierto perfeccionismo. Su libro sobre el
TOP adolecía de una carencia que le pareció intolerable. No se había
basado sobre todas las sentencias emitidas por dicho organismo. Ha
seguido, pues, en la brecha hasta que ha colmado dicha laguna. Mi
próximo libro, escrito con tres colegas y que ya voy anunciando, también
responde al mismo propósito: si hay agujeros en la argumentación, es
necesario cerrarlos tan pronto como sea posible.
En sus pesquisas Juanjo dio con la colección casi completa de
Boletines de Información de la Brigada Político-Social franquista y los
de su antecesora. ¿Qué creen los amables lectores que se le ocurrió?
Pues ni más ni menos que ponerlos a disposición de todos los interesados
en su blog. Ahí, al alcance de cualquier click de ratón, se encuentran
algunos de los documentos más dramáticos y más secretos del mundo
policial franquista.
Compárese esta forma de proceder con la de nuestro bienaventurado
Ministerio del Interior al preparar una historia del mismo, encargada a
dos funcionarios y de la que ya me he hecho eco en este mismo blog. En
tal historia -ciertamente desde los orígenes de la institución- apenas
si se menciona la BPS.
Si algún día los archivos de Interior fuesen accesibles en su
totalidad, como suele ocurrir en los países de nuestro entorno, con las
limitaciones fijadas por disposiciones en general claras, sería posible
reconstruir las actividades de dicha brigada. Mientras ello ocurre, la
mejor forma de acercarse a su mundo ideológico y su percepción de las
“fuerzas oscuras” que pretendían subvertir un régimen supuestamente
católico, social, regeneracionista (Stanley G. Payne dixit) y de derecho estriba en acudir a los boletines de información de la misma.
El lector puede encontrarlos en el blog Justicia y dictadura de Juan José del Águila:
Son de fácil consulta. También verán los lectores que el eximio
“historiador” de las izquierdas españolas, el comisario Eduardo Comín
Colomer, algunas de cuyas obras son textos absolutamente impagables, fue
responsable de los boletines previos, denominados algo más que
candorosamente de “Información Antimarxista”. Curiosamente, los primeros
datan de 1938. Dado que fue en este año cuando la flamante policía
política del “nuevo Estado” empezó a recibir colaboración técnica de
expertos tan destacados y entregados como los de la Gestapo y de las SS
es verosímil -aunque no está del todo probado- que el input
nacionalsocialista tuviera algo que ver con la introducción de tan
moderna práctica.
Tampoco conviene olvidar que tras el fallecimiento del ministro
responsable de inicial tal colaboración, el nunca olvidado general
Severiano Martínez Anido, de amarga memoria, quien le sucedió en el
cargo, amalgamado ya con el de ministro de Gobernación, fue el cuñado de
SEJE, don Ramón Serrano Suñer. Que yo sepa, jamás dedicó un artículo, y
ni siquiera una línea, a lo mucho que se aprovechó de tales
responsabilidades. Caso único en la historia: un ministro al frente de
un Ministerio encargado de la represión que no dice una palabrita de lo
mucho que, sin duda, aprendería y que indudablemente no figuraba en el
temario de las oposiciones que hizo al Cuerpo de Abogados del Estado.
Juan José del Águila se lo ha puesto fácil a los lectores. Los
boletines, en torno a una cincuentena, están reproducidos íntegramente y
en el blog puede consultarse tanto su título como su contenido. Hay
auténticas joyas.
Por lo demás, el blog cuenta con una completa biografía de su autor,
desde sus más tiernos pasos por este valle de lágrimas, sin descuidar
los lagrimones vertidos en la lucha antifranquista (lo que le valió un
expediente que le obligó a cambiar de Universidad). También tuvo que
enfrentarse a las delicias de un Consejo de Guerra y no dejó de probar
la bondad de las prisiones de Franco.
Se trata, pues, de alguien que escribe con conocimiento de causa, que
mezcla “práctica” con teoría y que ha escrito sucintas biografías de
algunos de los represores más odiosos de la dictadura, como el
inmarcesible coronel Eymar, de supertrístisima fama y que aparece en uno
de los relatos de Alberto Méndez en Los girasoles ciegos. Conviene comparar la imagen que en dicho relato aparece con la de Eymar que ha trabajado Juanjo del Àguila.
Mi consejo: no dejen de echar un vistazo al blog y si se interesan
por la clandestinidad durante el franquismo, vista con los fríos ojos de
la policía política, descarguen los boletines. Con su publicación on line Juanjo del Àguila ha prestado un gran servicio a los estudiosos, que merece ser ampliamente conocido y reconocido.
DdA, XIV/3698
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