Teniendo en cuenta el titular de la columna firmada por Fernando Savater en el el diario El País del pasado 21 de octubre, Mugre, me parece que la eurodiptada de Izquierda Unida Marina Albiol ha sido de una educación ejemplar y hasta inmerecida para con la desfachatez de don Fernando. La réplica que ha firmado hoy en el diario Público Albiol, utiliza como cita introductoria una frase del propio Savater, que en su ensayo La tarea del héroe dejó escrito lo que que sigue:“He sido un revolucionario sin ira; espero ser un conservador sin vileza”. Alude también a esa cita la eurodiputada comunista al final de su artículo. Da mucha pena y hasta algo de repulsión comprobar en qué ha quedado aquel revolucionario sin ira, aquel intelectual lúcido y lúdico que algunos conocimos en su juventud mitinera. Reducir el comunismo a totalitarismo asesino
-escribe Albiol- es como reducir el cristianismo a la Inquisición o al
Nacionalcatolicismo que auspició el régimen franquista. Una deformación
de la realidad que resume la vileza de la cual Savater quiso huir, sin
demasiado éxito.
Desconozco cuánto de revolucionario hubo en
el Savater joven, pero el fraude que supone el Savater maduro destila
mucha vileza. Una vez más, y ya van cientos, el filósofo de las injurias
hace de las descalificaciones personales y el insulto el eje central de
su predecible charlatanería. Triste recurso para un catedrático de
filosofía que lleva años despreciando el discurso filosófico basado en
argumentos y razonamientos para centrarse en la injuria.
Aunque quizá deba agradecer a Savater que en su artículo publicado en El País (21.10.17), titulado de manera premeditadamente insultante “Mugre”, me eleve a la categoría de "error histórico" cuando, en todo caso, mis equivocaciones no merecen pasar de anécdota doméstica.
Savater recoge en su artículo algunos de los
argumentos clásicos utilizados por los más conservadores para tratar de
deslegitimar y desprestigiar a quienes no piensan como ellos y ponen en
riesgo su estatus. Así, para el filósofo fundador de UPyD, resulta
inaceptable que una cargo público quiera revertir una realidad con la
cual no está de acuerdo y manifieste su disconformidad con la
institución en la cual representa a miles de ciudadanas y ciudadanos.
Es bastante probable que este “filósofo de
compañía”, como él mismo se define, vea con buenos ojos la política
fronteriza y la gestión de las personas refugiadas llevada a cabo por la
UE, pero debería tener en cuenta que cuando desde mi cuenta de Twitter
califico a la UE de institución criminal al servicio de los poderosos,
lo hago porque las miles de muertes que siguen produciéndose a diario en
el Mediterráneo no son simples accidentes.
Si considero a la UE responsable de estas
muertes es porque son consecuencia de la política antiinmigración de la
UE, que ha hecho suya la agenda de la extrema derecha y se ha marcado el
objetivo de reducir la llegada de personas migrantes a suelo europeo,
aunque ello suponga que se ahoguen en el mar. Estoy convencida de que la
imaginación de Savater será capaz de construir un relato que justifique
desde su ética particular estas miles de muertes, pero no por ello
dejaré de considerar que hay un acto criminal detrás de cada una de
ellas.
Las políticas de recortes impuestas por la
UE y aceptadas sin rechistar por los gobiernos de Zapatero y Rajoy
hicieron que el porcentaje de españoles en riesgo de pobreza y exclusión
se situara en 2016 en un 27’9%. Y esto, por no hablar de los datos de
pobreza infantil o los recortes en dependencia y sanidad. Quizá para
Savater, todo esto no sea más que una cuestión estética perfectamente
justificable, pero la realidad es que como consecuencia última, mucha
gente muere.
En su artículo, Savater equipara una vez más
el comunismo con el fascismo, olvidando de manera premeditada que, en
España, el comunismo ha sido una fuerza de choque contra el fascismo, y
que ha luchado siempre por la democracia y los derechos sociales y
laborales. Mientras que el fascismo ha representado justamente lo
contrario.
Reducir el comunismo a totalitarismo asesino
es como reducir el cristianismo a la Inquisición o al
Nacionalcatolicismo que auspició el régimen franquista. Una deformación
de la realidad que resume la vileza de la cual Savater quiso huir, sin
demasiado éxito.
DdA, XIV/3668
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