A la hora en que escribo este post, todavía no se sabe si el
desenlace del esperpento Junts pel Sí -en el que de modo tan entregado ha colaborado el Partido Popular- se resolverá con una declaración unilateral de
independencia o con unas elecciones, dependerá –dicen- de lo que el Gobierno
central haga con el artículo 155 en el día de la fecha, que parece ser lo aplicará en todo caso.
Cabe
la posibilidad de que la mediación del PSOE evite esa medida, pero tengo la
impresión de que tanto en Madrid como en Barcelona no van a ceder. O sea, que
el desenlace será el propio del esperpento desarrollado a lo largo de los dos
últimos meses, durante los cuales Cataluña perdió el seny y España entera asistió al último de los episodios
nacionales de su historia, caracterizada por la intransigencia.
En lugar de plegarse a un acuerdo final que evite el desastre, por parte de
unos y otros, lo que parece previsible es una exhibición más de
testosterona en la que el vencido
(Puigdemont) mantiene su orgullo y el vencedor (Rajoy) se apresta a humillarlo.
Quedan apenas unas horas para que España caiga en uno más de sus dislates
históricos. Pienso que si Puigdemont disuelve el Parlament –como ayer a esta
hora se llegó a anunciar-, convoca elecciones en el marco de la legalidad y
renuncia a la declaración unilateral de independencia, el Gobierno que preside
don Mariano también debería renunciar a la aplicación del artículo 155.
El
Partido Socialista, que apoyó en principio esa medida, trabajó ayer in extremis
en dar una salida en ese sentido. Su propuesta consiste en incluir una cláusula
en el texto de ese artículo que contemple su suspensión. Esa enmienda, para los
senadores socialistas, es una garantía y también una alternativa que puede
expirar hoy en pocas horas. El Gobierno de Rajoy no debería añadir al gran
error de inundar Cataluña de policías para evitar lo inevitable –la jornada
electoral del pasado 1 de octubre, saldada con votos y apaleamientos-, un segundo
error en detrimento otra vez de que el electorado de aquel país se exprese,
sobre todo si -como es el caso- esa nueva convocatoria comporta abrir vías de
diálogo hasta ahora cegadas por la ceguera mutua.
Me gustaría pensar que, a la larga, perderá quien no se atenga a encontrar una solución política dialogada al conflicto de Cataluña, pero -vista la historia- no estoy seguro. Catalunya som tots, proclama el lema de una manifestación convocada en Barcelona para el domingo. Totalmente de acuerdo, som tots, porque lo que ocurra allí nos afecta a todos.
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Jordi Évole: Quiero dejar de vivir días históricos. Quiero levantarme sin sobresaltos. Quiero que cada hora no haya una «Última hora». Quiero dejar de etiquetar y de que me etiqueten. Quiero que no haya presos políticos. Quiero volver a desayunar con Jordi Cuixart en la Diagonal. Quiero que no me llamen unionista por no ser independentista.
Quiero volver a creer que no han fracturado la sociedad catalana.
Quiero no seguir engañándome. Quiero sobremesas hablando de bricolaje
con mi cuñado. Quiero que los teatros se vuelvan a llenar y los hemiciclos se vacíen de teatro. Quiero que el 155 vuelva a ser un número sin efectos legales. Quiero que DUI signifique «Dejémonos de Unilateralidades Inútiles». +@Quiero todo esto, El Periódico de Catalunya)
DdA, XIV/3672
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