Félix Población
Me ha sorprendido y defraudado mucho que Pablo Iglesias haya hecho
hace unos días la que a mi juicio es su más incomprensible e incoherente
declaración pública, impropia de quien con todo merecimiento se ha ganado en
poco más de tres años el liderazgo que ocupa en el escenario político español.
Como esa declaración ha venido, además, después del artículo que en este mismo sentido y sobre
el mismo asunto hizo el profesor Juan
Carlos Monedero, pareciera que ambos hayan sido víctimas de un consenso
forzado para no tratar de disentir con el alcalde de Cádiz, después de que la Comisión de Honores y Distinciones del Ayuntamiento gaditano aprobara conceder la Medalla de Oro a la Virgen del Rosario, patrona de
la ciudad.
Lo que más me ha llamado la atención en el secretario general de un partido que se dice laico, es que haya aludido a
la tradición anarquista y liberal de Cádiz, como si el histórico alcalde
libertario de esa ciudad Fermín Salvochea -que lo fue durante la primera
República, en 1873- hubiera comprendido también la actitud de su sucesor, cuyo
despacho está presidido por retrato del histórico líder anarquista. Consúltese
la gestión de Salvochea en ese municipio y se comprobará hasta qué punto distan
uno y otro alcalde de avenirse en esa materia.
En cuanto a lo que dice Pablo Iglesias del
respeto que los urbanitas de izquierda debemos tener con respecto a esa
tradiciones tan arraigadas en el pueblo, todo el respeto que se quiera, pero
exactamente el mismo que debe merecer un partido que se dice laico si se atiene
a cumplir con lo que representa. Si no lo hace, le está faltando el respeto a sí mismo y a
quienes lo votan, entre otras razones, por ser coherente con la laicidad que postula.
Asegurar en su declaración, como dijo Iglesias, que Kichi ha manejado el asunto de la Virgen
del Rosario de una manera muy laica en
el sentido de que se trata de una muestra de respeto a los sentimientos
populares, demostrando que hay que convivir con distintos parecer y tradiciones,
me parece una burla de las ideas y sentimientos laicos, constantemente burlados y menospreciados en este país constitucionalmente aconfesional no solo por quienes no los comparten sino por
quienes como el PSOE hacen ostentación de los mismos para luego mantener actitudes
confesionales manifiestas cuando llegan a las instituciones.
Apruebo por eso
totalmente lo que hoy sostiene en un artículo Ruth Toledado cuando dice que lo políticos que aparcan
sus ideas para contentar a susceptibles votantes cometen un error porque los
principios éticos deben estar por encima de las expectativas electorales. Y se refiere Toledano a otra cuestión que
debería tener en cuenta Iglesias, en referencia a aquella presencia suya en El
Hormiguero, cuando le instaron a podar las ramas que le sobraban al árbol de
España. Yo también recuerdo que no podó la de la tauromaquia y sí la de los privilegios de la iglesia de las vírgenes.
Ese día puede que ganara el alivio de unos cuantos –como escribe la citada
articulista-, pero perdió la confianza (y el voto) de muchos más: ciudadanos
que no pueden concebir un cambio que consienta en que esa tortura sea legal.
+@Alberto Garzón: No soy fan de las medallas y menos a seres inanimados.
+@Alberto Garzón: No soy fan de las medallas y menos a seres inanimados.
DdA, XIV/3555
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