Voy a procurar aclarar a quienes no lo tengan claro, qué es ser
antisistema y quién es antisistema...
Porque se es antisistema de diversas formas y en diversos grados.
Pero quien acusa a otro de antisistema es porque él está muy conforme con el
sistema, tanto porque el sistema le es favorable como porque no piensa en absoluto
en los demás. Téngase en cuenta que el nivel de eficacia o aceptación general
de un sistema se mide por el hecho de que todo el mundo viva relativamente
insatisfecho, no porque unos vivan muy satisfechos y otros dramáticamente
insatisfechos. Ni qué decir tiene que en el adverbio relativamente reside el
grado de verdad...
El antisistema rechaza la estructura de las leyes penales, unas por
injustas en su propio enunciado y otras por la interpretación sesgada a que se
prestan.
El antisistema rechaza al juez, al tribunal, al fiscal y al abogado
que no han superado el diseño cultural que de ellos ha hecho el sistema para
defender el sistema.
El antisistema rechaza el mayor derecho, la preeminencia o superioridad
de unas clases sociales sobre otras y de unos individuos sobre otros.
El antisistema, independientemente de los aspectos técnicos y
pedagógicos, cuestiona los fundamentos de una educación reglada o en sumisión.
El antisistema no está conforme con los constantes cambios en la
sociedad que afectan a la desenvoltura cotidiana, manteniéndose por el
contrario blindado un orden político y un ordenamiento jurídico deplorables
sobre los que no hay atisbos de voluntad alguna de cambiar.
El antisistema rechaza la economía del mercado en lo más odioso de un
mercado, que no es libre salvo en lo accesorio y está intervenido en lo
esencial por lobbys y mafias en
perjuicio de millones.
El antisistema denuncia al dinero, no como instrumento de cambio sino
como exclusiva medida de valor.
El antisistema está contra el consumo sin responsabilidad, inducido
por el propio sistema.
El antisistema maldice a ladrones públicos y a corruptos, a quienes condescienden con ellos y a quienes
les votan.
El antisistema propugna la eliminación de la tauromaquia, como toda
convocatoria cuyo fin sea presenciar la muerte de cualquier ser vivo.
El antisistema rechaza la ganancia por encima de cualquier otro valor.
El antisistema niega la prevalencia y la razón de unos territorios
sobre otros.
El antisistema denuncia el manejo político de mayorías en las urnas
conseguidas con fraude o maquinación.
El antisistema rechaza la defensa de la Constitución y de leyes en
cuanto conviene al defensor, que oscurece las leyes no favorables a su causa o
interés.
El antisistema defiende a los más débiles frente al abuso de fuertes, mediocres e ineptos sin más mérito
que el favor del poderoso o su alianza con el poderoso.
El antisistema denuncia los hechos consumados derivados de la
prepotencia y del abuso.
El antisistema incluye otras formas de refugio psicológico,
espiritual o moral ajenas a la religión mayoritaria.
El antisistema está en contra del asunto religioso por encima del
sentimiento de un Dios eventual.
El antisistema ve en el trabajador de este tiempo a un siervo o a un
esclavo.
El antisistema se enfrenta a quien dice que el que no trabaja es
porque es vago y odia a quien dice que el pobre lo es porque lo merece.
El antisistema condena a los autores de ignominias, a quienes las
propician y a quienes son severos con el débil y permisivos con el poderoso.
El antisistema reclama la abrogación de una Constitución, de una
forma monárquica de Estado, de una ley electoral y muchas que refuerzan el
sistema, muñidas por los herederos
directos del franquismo.
DdA, XIV/3550
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