martes, 30 de mayo de 2017

LAS BANDERAS DE LENIN Y LA REPÚBLICA DEL ALCALDE MAÑUECO

Félix Población

Los organizadores del acto que tuvo lugar el pasado domingo en Salamanca, una vez decidida  por la Comisión Territorial de Patrimonio de la Junta de Castilla y León que no hay obstáculo alguno para la erradicación del medallón de Franco ubicado en la Plaza Mayor de esa ciudad, fueron conscientes de que para dar relevancia mediática al evento era imprescindible la presencia de una figura pública de renombre, comprometida con la dignidad y memoria de las víctimas de la dictadura.

La visita del reputado jurista Baltasar Garzón hizo que el alcalde Mañueco no fuera indiferente a lo que se dijo debajo de los balcones del histórico edificio municipal, por más que entre los intervinientes estuviera la dignísima y emocionada voz de una anciana de noventa años, mi estimada Matilde Garzón, haciendo memoria de su familia represaliada y apelando como creyente al sentimiento cristiano que debería primar en nuestros días para con los miles de republicanos enterrados como bestias en fosas y cunetas.

Respondiendo a su ignorancia o a su sectarismo, el alcalde de todos los salmantinos sólo prestó una breve e inadmisible respuesta a lo afirmado por Garzón con relación a la dilación con la que  Mañueco y su equipo de gobierno municipal (PP) se está tomando la retirada de la efigie del dictador. Aparte de insinuar que todavía cabe la posibilidad de recurrir lo acordado por la aludida comisión y estipulado en la Ley de Memoria Histórica aprobada hace diez años, el alcalde hizo referencia a la "mala información" de que ha sido víctima por quienes le acompañaban “con las banderas de la República y Lenin”.

Debería sorprender en quien ocupa el cargo de máxima autoridad en la ciudad de Salamanca semejante dechado de desconocimiento histórico, si no fuera porque me niego a creer que el señor alcalde no sepa discernir entre el primer régimen democrático habido en la historia de España y la dictadura del proletariado que ejemplifica la personalidad del líder bolchevique. En la segunda República, como debería saber el alcalde Mañueco, hubo gobiernos de centro-izquierda (con intento de golpe de Estado del general Sanjurjo), de derecha –muy similar al que ahora tenemos- y de izquierda. Todos fueron elegidos en las urnas, salvo el que acabó con el último a los cinco meses mediante un golpe de Estado, al que siguió una crudélisima guerra incivil y una posguerra de represión y espanto. 

Durante esa guerra y esa posguerra, el dictador al que posiblemente Mañueco desee seguir teniendo como vecino en efigie, tuvo por aliados a quienes ocasionaron el conflicto armado  más cruento en la historia de la humanidad. Las banderas de esos aliados ondearon y fueron festejadas en esa misma Plaza Mayor salmantina por quien sigue siendo distinguido con un medallón en piedra ante la perplejidad de cuantos europeos visitan cada año Salamanca, ciudad Patrimonio de la Humanidad.

DdA, XIV/3550

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