El escritor y columnista David Torres en su artículo Señor yihadista, no olvide el pasaporte (1) caricaturiza al terrorista yihadista al uso porque deja en el sitio de su atentado una pista o prueba tan obvia de su identidad que la Policía la conoce apenas transcurridas dos horas de ser perpetrado. En dicho artículo llama la atención que no se enfatice que quienes así facilitan su identificación a la Policía, terminan siendo abatidos mortalmente por la misma. Y la comprensión cabal de aquella caricaturización del terrorismo yihadista requiere saber la implicación en la misma de los medios de comunicación: A estos la Policía proporciona, vía notas de prensa y/o filtraciones, no solo la identidad de quienes así se la facilitan, sino también su prototípico historial de terrorista yihadista, que es divulgado por aquellos medios de forma profusa pero acrítica, para que así la inmensa mayoría de la población lo asuma. Y, con idéntica finalidad, la Policía proporciona también a los medios de comunicación la identidad de quienes planean atentados terroristas yihadistas, junto al prototípico historial de su afán.
Sin
embargo, la noticia de la detención del terrorista yihadista que planificaba
ejecutar un atentado suicida en un medio de transporte de Segovia, una capital
de provincia española, pasó “un poco desapercibida” para los medios de
comunicación, según consta en artículo Del
GAL al Daesh del citado escritor (2). Y un elemental análisis de la
información periodística de aquella detención (3) ha suscitado la hipótesis de
que las castas política, policial y judicial la teatralizaron para perpetuar la
vigencia del terrorismo, lo que podría dar pie a creer que los medios de
comunicación revelaron dicha farsa.
En la nota de prensa dada por las castas
política y policial sobre la detención de aquel terrorista yihadista, aunque los
datos de sus antecedentes penales son escasos, explicitan que aquel fue
condenado por asesinato perteneciendo a los GAL -Grupos Antiterroristas de Liberación- (4), lo que per se le relacionaba con la Guardia
Civil que ahora, le detenía reconvertido en un terrorista yihadista. Habría
bastado, pues, una simple pesquisa periodística de tal relación para explicitar
lo obvio: Que aquel terrorista yihadista colaboró antaño, cuando pertenecía
a los GAL, con la Guardia Civil. Pero aquellos medios se limitaron a “tirar
de hemeroteca” para reeditar datos de los antecedentes penales de aquel
terrorista, resaltando así, aún más si cabe, aquella relación GAL/Guardia Civil,
sin explicitar lo obvio de ésta. Así, los medios de comunicación omitieron
indagar en lo obvio de dicha relación recién subrayado.
No obstante,
dicha relación requería una justificación que no evocara lo obvio pero los medios de comunicación no la divulgaron, sino
que optaron por que la noticia de aquella detención pasara “un poco
desapercibida”. Al respecto, existe una excepción que debe ser analizada. En
efecto, el diario digital El
Español publicó el artículo Fernández
Aceña: del 'Gal Verde' a la yihad, pasando por Rodríguez Menéndez (5) en el
que su autor, Juan Luis Galiacho, afirma que el terrorista que lo titula era
entonces un joven sin una personalidad definida que había sido “captado” por
agentes de la Guardia Civil, el GAL-Verde,
que fue “dirigido” desde el cuartel de Intxaurrondo de la misma, que tenía “el
apoyo económico de un empresario ideológicamente afín” y que “metió la pata” al
asesinar a un ferroviario francés al confundirle con el etarra señalado como
objetivo. El citado periodista muestra así una benevolencia con quien era un asesino a sueldo o sicario que debe
ser denunciada:
Primero, porque el argumento de que aquel sicario
hubiera sido “captado” por el GAL-Verde
por carecer de una personalidad definida
es cuestionada por el hecho probado de que su pertenencia a aquel grupo de
asesinos a sueldo fuera “voluntaria,
consciente, libre, reflexiva, directa y personal", según consta en la
sentencia correspondiente a su participación en aquel asesinato (6).
Segundo, porque su consideración acerca de que aquel sicario
metiera “la pata” por no asesinar al
presunto etarra señalado como objetivo, sino a un ferroviario francés,
evidencia su asunción de aquel principio propio de criminales: Contra ETA vale todo.
Y tercero, porque relacionar la carencia de una
“personalidad definida” en aquel sicario, propia de su juventud, con que fuera
“captado” por el GAL-Verde, es un ardid,
como se desprende del hecho de que transcurridos más de treinta años desde
entonces haya vuelto a ser “captado”, ahora por la “yihad”.
Mención aparte merece que el escritor David Torres, en
el mismo artículo en el que advierte que la noticia de la detención del citado terrorista
yihadista pasó “un poco desapercibida” en los medios de comunicación, afirme de
éste que “para ser radical a fondo nada mejor que saltar
de un extremo al otro sin pasar por el centro”. Pues bien, la inconsistencia de
tal afirmación es revelada simplemente sustituyendo sus palabras aquí subrayadas
por lo que significan en este contexto: para
ser asesino a sueldo nada mejor que saltar del GAL al Dáesh sin pasar
por el centro, porque los GAL y
el Dáesh (7) no son extremos de nada, sino simples organizaciones de asesinos a
sueldo.
Así pues, la
finalidad de tan inconsistente afirmación de este escritor sobre aquel
terrorista yihadista es idéntica a la que los medios de comunicación pretendieron
al hacer que la noticia de su detención pasara “un poco desapercibida”: Omitir la
indagatoria periodística requerida por lo obvio de aquella noticia: Que aquel
terrorista yihadista colaboró, cuando era un sicario del GAL, con la Guardia
Civil que ahora le detenía.
NOTAS
http://www.diariodelaire.com/ el
20/12/2016 bajo el título “De asesino del
GAL a yihadista del DAESH”
Colgado como hilo en
PlazaPodemos, disponible en el
vínculo:
https://www.reddit.com/r/podemos/comments/5pwyes/el_terrorismo_yihadista_y_la_casta_medi%C3%A1tica/
DdA, XIV/3450
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