Ana Cuevas
El
próximo viernes 25 de noviembre tendrá lugar el juicio contra Raquel
Tenías, miembro de la Presidencia de IU Aragón y Responsable de
Relaciones con los Movimientos Sociales. Los hechos se remontan al 22 de
marzo del 2014 cuando participaba en una manifestación que
culminaba con la confluencia de las Marchas de la Dignidad en la capital
madrileña. La fiscalía solicita para ella una pena de cuatro años de
prisión por resistencia a la autoridad y desordenes públicos pese a que
los cargos no se sostienen con ningún tipo de pruebas.
Al
finalizar la manifestación, cuyo lema era "Pan, trabajo, techo y
dignidad", Raquel se dirigía junto a otro grupo de personas hacia el
autobús que les traería de vuelta a Zaragoza. De pronto se vieron
envueltos en una carga policial y de forma absolutamente aleatoria
,según aseguran múltiples testigos, fue arrojada al suelo y detenida con
uso de una extrema violencia por los antidisturbios. Posteriormente
empezó su particular calvario en las dependencias policiales. Durante
siete horas se vio obligada a permanecer de pie con los brazos en alto,
Después estuvo incomunicada durante cuatro días. Cuando fue puesta en
libertad se le informó de que estaba acusada por resistencia a la
autoridad y por arrojar piedras contra la embajada francesa. Los escasos
cincuenta kilos de Raquel podrían ser argumento suficiente para
cuestionar la resistencia a unos fornidos y bien pertrechados miembros
de los cuerpos especiales. Pero es que además no existe una sola prueba,
excepto el propio testimonio policial, que respalde esta afirmación.
Por
otro lado, Raquel Tenías ignoraba el emplazamiento de la referida
embajada y no hay un video, una foto o un testimonio, al margen del de
los agentes, que la sitúe en la escena de los supuestos hechos.
¿Y
saben por qué? Porque Raquel, igual que los cientos de personas que nos
reunimos allí para reclamar "Pan, trabajo, techo y dignidad", no es una
delincuente. Lo que la llevó hasta allí no fue la necesidad de
responder a la violencia institucional con violencia callejera o
vandalismo. Lo que impulsaba a Raquel es algo cada vez más escaso en
esta sociedad que avanza hacia la psicopatía y el individualismo: La
conciencia. Una conciencia solidaria que motiva que una mujer
trabajadora de un restaurante y madre de una niña no se abstraiga de las
injusticias y se comprometa, de manera pacífica pero apasionada, para
que un mundo mejor pueda germinar para todas y todos.
He
hablado de una sociedad enferma donde se están revirtiendo los valores.
Donde sacar los pies del cesto reclamando derechos fundamentales para
los seres humanos te convierte en enemigo del sistema. En delincuente.
En el nuevo mundo que se está configurando no hay cabida para la
solidaridad. Es el ¡sálvese quién pueda! llevado al más descarnado
extremo. El capitalismo salvaje, desbocado ahora hasta de sus propios y
aberrantes orígenes, es la causa de la enorme desigualdad. Los pocos
ricos son cada vez más ricos y la mayoría de pobres se vuelven cada vez
más pobres. El neoliberalismo pretende eliminar totalmente al Estado de
su tarea de controlador, regulador, para adueñarse, a placer, del
mercado. Una práctica que está generando más y más pobreza en todo el
mundo.Entonces, ¿quiénes son los delincuentes?, ¿Los que crean la desigualdad y la pobreza o los que la combaten?
A
los abanderados del actual sistema que se atreven a defenderlo
enarbolando una biblia en la mano les recomiendo que repasen sus textos.
Que lean sobre los profetas Isaías, Amós o Jeremías que defendían la
justicia social para el género humano y se enfrentaban a los poderosos
opresores arriesgando su vida por esos ideales por los que fueron
perseguidos, torturados y asesinados. Ellos proponían instituciones
sociales fundamentales; por ejemplo: el acceso universal a la propiedad
de la tierra con una regla, la del jubileo, en que cada 50 años, la
tierra debía tener justa redistribución entre todos, según el número de
miembros, no según rangos, ni clases sociales ni poderes, porque era el
bien más valioso de la antigüedad. Los profetas, herederos de esa
tradición, lo propagaron, siendo probablemente la política social más
ambiciosa de la historia del género humano. ¿Eran comunistas, podemitas,
perro-flautas? Y si Jesucristo anduviera por esta época, ¿en qué lado
creen que se posicionaría? ¿Junto a las grandes compañías que fabrican
desigualdad y pobreza y asolan el medio ambiente? ¿Se iría a jugar al
paddle con el presidente de Endesa o estaría en las calles reclamando
una solución para la pobreza energética?
En
ese juicio del día 25 somos muchos los acusados. No existe banquillo
para sentar a todos los que creemos que otro mundo mejor es posible y
necesario. El crimen de Raquel consiste en tener un corazón valiente y
solidario. Por ello se la castiga. Que no cunda el ejemplo. Jarabe de
palo y mordaza al canto.
Pues
que vayan fabricando más bozales y grilletes. Raquel no está sola.
Todos cuantos anhelamos "Pan, trabajo, techo y dignidad" somos ella. Yo
también me confieso cómplice del verdadero delito por el que le acusan:
No doblegarse a la fatalidad del extraño mundo que están construyendo.
Yo también soy una criminal peligrosa. Yo soy ella.
DdA, XIII/3393
1 comentario:
De lo que ocurra con Raquel se podrán sacar conclusiones.Su libertad es la de todos nosotros y la entidad del régimen actual se resentiría de modo muy grave si se atenta contra la libertad de Raquel y su conciencia.
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