Antonio Aramayona
21 de junio. Verano. Ningún día de este año tendrá más
luz. Ninguna noche de este año será más corta. La bola donde vivimos y viajamos
alrededor del Sol, esa estrella tan cercana, fuente de toda la vida de la
Tierra, tan cegadora que no nos permite mirarla directamente a los ojos, tiene
estas cosas en su movimiento de precesión y de mutación. Minúsculas centellas
somos entre millones de galaxias. Una gota de agua de una ola entre millones de
olas que llegan a la roca o a la arena cada hora de cada día.
Mi corazón late fuerte y rápido (¿qué será?). Explota y estalla en busca de abrazos.
(Me siento en paz guerrera). Y te siento llegar (¿quién
eres?). Eres barro cálido en manos de ti
mismo. Acaricia mi cara con esas manos llenas de mi arcilla. Modélame a tu
gusto. He decidido hace un par de minutos
caminar hoy unos cientos de metros más contigo (¿quién eres?
¿quién eres?). Soy a la vez nieve y fuego. Dentro de un tiempo, breve tiempo,
seré agua, tierra, aire y fuego.
DdA, XIII/3301
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