
Javier Cortines
El gran califa Julio Anguita encendió el otro día su lámpara, igual que
hizo hace 2400 años Diógenes buscando hombres honestos, y, apartando la
espesa niebla que ciega a los políticos, dijo humildemente estas sabias
palabras: los que piensan de forma parecida deberían ponerse de
acuerdo en cuatro o cinco puntos esenciales para sacar al pueblo de la
actual situación de emergencia y dejar lo secundario para más adelante.
Ante tales palabras volvió a crecer mi admiración hacia su persona pues nos estaba avisando, con una peligrosa luz roja,
(¡Cuidado con el recambio!) de la urgente necesidad de unir a todos los
grupos de similar ideología, humanos y políticos, para que empujen
juntos por un cambio de modelo económico que beneficie a la mayoría de
los ciudadanos y contribuya a crear una sociedad más justa y solidaria.
Bienvenidas sean las advertencias de Julio Anguita que, oliendo lo
que puede ocurrir, nos recordaba el rumbo que conduce al “asalto al
cielo”. La desunión de hombres y mujeres que beben el mismo vino puede
llevar a errores históricos irreparables cuyo lamento puede durar varias
generaciones.
Cuando escuché por primera vez a Pablo Iglesias decir que PODEMOS era
un partido político “transversal” exclamé ¡Eureka! pues en ese concepto
innovador está la savia y clave de la victoria electoral. La etiqueta
de izquierdas y derechas es vieja, encasilla, está gastada, y, además,
propicia que nos miremos con odio, en vez de rebelarnos unidos contra
Saturno (La Troika, con o sin velo) para que no devore a Europa y a sus
hijos.
En mi ya larga experiencia como “bípedo implume” (hombre, Platón) he
visto a muchas personas que sin saberlo, ya se definan de izquierdas o
derechas, (conceptos abstractos), coinciden en las cosas esenciales de la vida (concretas)
y les importa mucho más el bienestar del ser humano que los caballos de
Troya de los “animales políticos” que siempre acaban practicando el
arte de la levitación[1] y perdiendo el contacto con la realidad y el pueblo.
Es necesario cerrar el capítulo histórico de “izquierdas y derechas”, sin perder de vista a los agujeros negros de “sus núcleos duros”.
Ahora más correcto sería decir, que hay dos tipos de personas: las que
ignoran o pisotean los Derechos Humanos y las que quieren construir una
sociedad basada en el respeto y la imperativa aplicación de los mismos que son, muy, muy concretos, y se ajustan a las actuales demandas de los excluidos.
En esos derechos básicos se encuentran los puntos esenciales que
señala Julio Anguita y que PODEMOS podría pactar con todos los grupos
afines, empezando por Izquierda Unida y terminando, si es necesario, con
los sectores más cercanos del PSOE, -donde deberían hacerse incursiones
para catar el melón-, con las Juventudes Socialistas etc., e incluso,
si me pincháis, con el diablo, no importa que tome la forma de súcubo o
íncubo.
Es urgente, en la actual situación de emergencia humanitaria que
estamos viviendo, no permitir que los trece millones de españoles en
riesgo de exclusión social, -a los que todos los poderes han dado la
espalda-, subvivan en un submundo de pobres, y que su desvalimiento se
convierta en algo crónico. Y que, con el oxígeno de Caritas, Funcas,
etc., los parias sobrevivan aceptando su condición de mendigos y encima,
tengan que dar gracias a Dios.
Es prioritario tomarse en serio los consejos del Califa. Los
defensores de los DD.HH: el trabajo, la educación, la vivienda, la
sanidad, renta básica, etc, (de lo concreta frente a lo abstracta),
no pueden permitirse el lujo de facilitar una alianza de las fuerzas
regresivas que mantengan el actual “status quo” de la sociedad y dejen
en la cuneta, no se sabe por cuanto tiempo, a los que han sido
brutalmente golpeados por la crisis de La Gran Recesión del 2007.
El analista Iñaki Gabilondo ha declarado, en un vídeo difundido por
El País, que “el problema de los viejos partidos políticos, no es que
sean viejos, sino que están muertos” y ha agregado esta sentencia de
Ortega y Gasset: son “fantasmas de partidos políticos que manejan
fantasmas de ideas”. La cosa tiene su miga y se me ocurre esta pregunta:
Qué haremos con los muertos ¿Enterrarlos o dejar que sigan forcejeando
con los vivos?
Sherezade contaba al sultán un cuento inacabado cada noche para que
éste, picado por la curiosidad, ansiara escuchar el final la siguiente
velada. Así, luna tras luna, salvaba la vida. Ahora la odalisca de
Europa se llama Ángela Merkel y todos los días reaparece como un vampiro
de la Troika, (FMI, BCE, CE), que repite, cual cerbero de tres
cabezas, que hay que recortar salarios, abaratar despidos y bajar las
pensiones, para salvar a los ricos y al rey Midas.
Como mucha gente sabe uno de los trabajos de Cerbero (perro tricéfalo
con cola de serpiente) era que ningún condenado saliera del infierno:
“El Hades”, “La Exclusión Social”. ¿Por qué la walkiria Merkel se empeña
en bailarnos la danza de los Siete Velos mientras observa cómo nos
vamos quedando en los huesos? ¿Qué es eso? ¿Sadismo o mala leche?,
¿Dónde está la Europa del Himno de la Alegría de Ludwig Van Beethowen?
Los que sufren esta crisis que sacrifica, condena o mata a “los
perdedores” y destruye las esperanzas de los que un día creyeron en
Europa, no pueden escuchar MIL Y UNA NOCHES los cuentos de Ángela
Merkel, de esa concubina del capital que sólo se entiende con los
eurócratas, Bancaraña y los marianólogos (omnívoros, antropófagos y
prófugos).
¡Y luego se extrañan que el líder de Syriza, Alexis Txipras, viaje a
Rusia para tantear si Moscú puede hacer algo por Grecia! ¿Adónde va a ir
si Europa sigue exigiendo a los griegos sacrificios inhumanos e ignora
sus justas demandas? ¿A Vitigudino? ¿A las puerta del FMI para ver si
reaparece un rato Rato?
En esta época en la que es tan fácil prometer e incumplir, no viene mal recordar esta sentencia de Nietzsche: “Siempre he amado a los que cumplen mucho más de lo que prometen”.[2]
Y vuelve a cantar ¡Quiquiriquí! Canta el Gallo Beneventano para
recordarnos que tras la Gran Depresión del 29, que produjo una cadena de
suicidios de banqueros y empresarios arruinados, sus vástagos tomaron
medidas cainistas para que no volviera a repetirse “ese genocidio de
las elites”. Así, en síntesis, planificaron su salvación: si se repite una debacle similar, el pueblo salvará a la banca. Serán los ciudadanos los que paguen con su vida y con su dinero. Eso se llama, viendo lo que ocurre hoy, “dar de lleno en la diana”, ni el flechador Apolo lo hubiera hecho tan bien.
http://www.nilo-homerico.es/
Notas:
[1] Rodrigo Rato practicaba yoga y dominaba a la perfección “la postura del loto”. Era un discípulo aventajado de Ramiro A. Calle. Eso explica que, invirtiendo la ley de la gravedad, aprendiera a levitar con o sin avión.
[2] Así habló Zaratustra.
DdA, XIII/3278
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