Jaime Poncela
Se ha organizado un gran escándalo (y con razón) a causa del espectáculo
fascista, borrachuzo e infame que un grupo de hinchas holandeses
montaron en la Plaza Mayor de Madrid lanzando monedas a unas mendigas a
cambio de que hicieran unas planchas. Todos: el siempre sensible y
solidario mundo del deporte, políticos, embajadores, analistas sociales y
demás familia, se han lanzado en tromba contra los cabestros neonazis
que usan el fútbol como argumento de superioridad étnica u hormonal.
Todos hemos cumplido nuestro papel de escandalizados; tanto es así que
en algunos telediarios esta noticia tuvo más minutos que las piezas
informativas dedicadas a los campos de concentración para refugiados que
Europa y los europeos tenemos instalados en nuestras fronteras para
evitar que se nos cuelen los mendigos que piden asilo, vida y seguridad,
procedentes de Siria y países limítrofes. Lo único que diferencia a
nuestra sociedad escandalizada ante los fachas holandeses de Madrid, es
que nosotros no hemos ido (aún) a lanzar monedas a los refugiados desde
la valla del redil a cambio de que nos canten una canción o hagan unas
planchas.
Artículos de Saldo DdA, XII/3241
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