Ana Cuevas
Aquí, en Españistán, las cosas
siempre dependen del color del prisma con el que se mira. El problema
es que el prisma es azulón y no distingue matices. Por ejemplo: Puedes
ir a la cárcel por un teatro de títeres o por ejercer el legítimo
derecho a la huelga porque las retículas de los gerifaltes se contraen
con los destellos rojizos que emanan de los insurgentes. Pero, ¡ay
amigo! si de lo que hablamos es del saqueo sistemático del país por
parte del partido más votado la cuestión se pone azul tortilla y sus
actos delictivos adquieren una tonalidad apastelada que suaviza las
fechorías perpetradas. Dice don Mariano que el objetivo nacional es la
lucha contra la corrupción. Pero no especifica de qué nación habla.
Desde luego, no ha de ser la nuestra. Ni tampoco se refiere a su partido
donde ha quedado bien probado que son mucho y muy corruptos. Bueno, al
menos ellos no usan moñigotes para blanquear dinero público ni financiar
ilegalmente esas sedes que se asemejan a las cuevas de ladrones. A don
Mariano, doña Rita y compañía nadie les mete la mano por el culo, cual
polichinelas picantonas, para enaltecer su latrocinio. Lo hacen ellos
solitos a las mil maravillas. No en vano, la senadora del visillo, fue
otrora musa del humor. Humor negro con ribetes azulados. Y Rajoy podría
formar parte del elenco del club de la comedia bufa y hacer sombras
chinescas para regocijo del público más abotargado.
Según
el prisma fascistoide la incitación al odio depende del color de la
boca que lo escupa. Cuando Jiménez Losantos saca el agro homicida y
amenaza con correr a tiros a los de Podemos no es delito. Solo una bella
metáfora cinegética que no debiera ofender a los susceptibles piojosos
perro-flautas. Pero para disgusto del turolense en este país apenas
quedan cunetas libres de cadáveres en donde poder arrojar a los
Errejones y Bescansas. Losantos ejerce la libertad de expresión con una
escopeta imaginaria. Yo le aconsejaría usar revólver porque, con esos
brazos tan cortitos como su inteligencia, tendría problemas para
alcanzar el gatillo. Y si no va armado, hasta un niño de primaria podría
reducirlo a bofetadas.
Federico fantasea con no dejar títere
con cabeza. A él le gustan más los otros títeres, los que no tienen ni
cerebro ni cabeza para tragarse sus soflamas.
Menos
mal que sus acólitos son buenos cristianos, como doña Esperanza que, en
referencia al ayuntamiento madrileño, dice: "Creo en la petición de
perdón, los que no creen son ellos". Pues mire oiga, razones no le
faltan. Porque para perdonar los innumerables pecados de su partido
primero habría que expiarlos en una celda oscura y no aforarlos y
blindarlos no vaya a ser que alguno tire de la manta.
La
presidenta del PP de Madrid sigue negando que haya habido financiación
ilegal ni blanqueo de capitales en su partido pese a que la guardia
civil les está poniendo la casa patas arriba. "No me consta". ¿Les suena
de algo esta pueril excusa? ¡Pobre Espe! Tan despistada como una
infanta, tan buena cristiana como Torquemada. Le apuesto diez euros
contra cinco (yo me juego los diez gustosamente) a que está un pelín
equivocada. Los crímenes siempre dejan huellas aunque un martillo haga
añicos el disco duro de sus desvergüenzas. Como hija y nieta de
picoletos le aseguro lideresa que la guardia civil no es tonta. Aunque,
con frecuencia, ustedes se piensen que son sus marionetas.
DdA, XII/3211
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