jueves, 4 de febrero de 2016

PAROLE, PAROLE (1)

Antonio Aramayona
Inmersos en este embrollo de posibles candidatos in pectore, pactos, incompatibilidades, declaraciones, etc. entre los principales grupos políticos, observo que a menudo el común denominador es un desolador ABANDONO DE LA RACIONALIDAD y un USO TORTICERO DEL LENGUAJE. Algunos botones de muestra: Cada representante o líder suele negarse a escuchar aquellos argumentos que podrían obligar a modificar la propia postura o las propias tesis que creen o declaran irrenunciables (en román paladino, cuando a priori no están dispuestos a ser convencidos de nada ni por nadie por creerse en posesión de la verdad). Por ejemplo, si X no acepta que Y es verdadero entonces ocurrirá Z (siendo Z una coacción o ataque contra X). “Si se pacta con Podemos y los partidos separatistas que apoyan el derecho de autodeterminación, los mercados cerraran sus inversiones y España  caerá en el caos y se perderá todo lo conseguido hasta ahora.  Por lo tanto, si no quieres verte convertido en un indigente no se debe apoyar un pacto con Podemos y los separatistas”. 1) Se une injustamente Podemos/separatismo/derecho de autodeterminación 2) Se vincula el caos económico a unos pactos que de por sí no llevan a ello ni a todo lo contrario.


Encuentro a menudo también la defensa de una idea o argumento  como verdadero porque quien es citado en el argumento tiene autoridad en la materia. “Los ‘ajustes’ del PP son buenos porque el FMI y la Comisión Europea los avalan, que equivale a decir “La tierra es plana porque así lo dejó escrito Ptolomeo, o la oferta de Podemos es buena porque Pablo Iglesias es un hombre muy inteligente. No me estoy refiriendo a que la conclusión sea finalmente verdadera o falsa, sino a que poco o nada es verdadero porque lo haya dicho alguien, sino por haber sido objetivamente probado, experimentado y comprobado. Suelo citar un grafiti que hace muchos años leía cada día en los pasillos de una estación de Madrid, camino del trabajo: “200.000 millones de moscas no pueden equivocarse: ¡comamos mierda!”.
Otras veces observo que se enredan en triquiñuelas, sin abordar real y racionalmente el asunto. Por ejemplo, emplean palabras o expresiones ambiguas con el ánimo de confundir, en lugar de esclarecer un asunto. Por ejemplo, se dice a menudo: No asumiré́ ninguna responsabilidad hasta que lo pruebe un tribunal (confundiendo responsabilidad política y responsabilidad penal). O “el derecho a la libertad religiosa ampara que cualquier ciudadano vaya a los actos confesionales que quiera. Los concejales del PP y del PSOE son ciudadanos, por lo que atenta contra la libertad religiosa que alguien se oponga a que asistan esos concejales a una procesión católica”  (escuchado con pasmo en la TV de Aragón). Se está confundiendo el derecho de una persona como responsable de sus actos y el carácter político-institucional-público de esa persona en su calidad de concejal y representante de TODA la ciudadanía, no solo de la católica. Algo parecido a argumentar los sexos no son iguales, los derechos no pueden ser iguales”.
Otras veces, se hacen preguntas masivas, con posibles varias respuestas, pero que se conmina a realizar una sola respuesta. Por ejemplo, ¿Está de acuerdo con los partidos políticos? ¿Está usted a favor o en contra de una coalición de progreso o de izquierdas?  (posibles respuestas: “Con los partidos D y H, bastante, pero con los sindicatos K, V y M, poco o nada”). Sin embargo, parece que hay que responder con un “todos son iguales” o “todos roban” o “todos van a lo suyo”, de lo contrario, estás vendido a algún partido. Son preguntas “capciosas” como cuando un Pro-Vida te pregunta “¿está usted a favor de la vida?”, porque está suponiendo que un sí vincula solo con sus ideas y planteamientos, y un no te relega al saco de los asesinos de seres inocentes.

Para terminar, he observado también que un debate o una tertulia se toma como una cuestión personal, se esfuma la racionalidad y se responde desviando la cuestión como un ataque personal, emocional, visceral, con los típicos “y tú más” o tú eres el menos indicado para dar lecciones de…”. O alguien se sale con todo el morro por la tangente: — 1) Tú también lo haces.— 2) Sí, pero mi caso es distinto”. U otras expresiones que hacen tambalear la racionalidad o el sencillo deseo de escuchar lo que se asevera. Está usted haciendo el juego a los enemigos de la democracia (por pretender apoyar a grupos que se declaran partidarios de realizar una consulta popular o un referéndum). Estamos ante una estrategia para apartar del poder a un partido que ha ganado las elecciones y ha sido elegido legítimamente en las urnas (por buscar un Gobierno entre partidos que no han sido los más votados). La democracia está en peligro (porque se critica el actual sistema económico, político y social). Usted insulta a  Cataluña (por haber criticado a un político o a un grupo político catalán). Etc. etc. etc.


Creo que como colofón viene como anillo al dedo la versión que Quadro Nuevo ha hecho de la famosa canción Parole, Parole de Mina Mazzini y Alberto Luppo: Paroles, Paroles   Palabras, palabras, palabras, palabras…




DdA, XII/3204

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